TORN APART

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Detrás de la docena de caminantes llegan veinte más. Los muertos se encargan de los Susurradores y para entonces Hilltop y Alejandría se han ido. Para cuando atardece, el edificio está rodeado por cincuenta Caminantes, más o menos, y los dos hombres encerrados en el edificio aguardan en silencio.

-Cuando oscurezca más sacaremos de a poco las cajas con las armas y balas por el ventanal lateral -deciden juntos-, cuando vuelvan Rick y los demás por nosotros podremos cargar los carros desde el balcón...

Y si quienes venían eran los Salvadores, habrían sacado las armas y no las podrían encontrar con facilidad y para cogerlas tendrían que tener la pericia de Paul deslizándose entre los tubos externos del edificio.

Apenas oscurece, lo más silenciosamente que pueden, abren la enorme ventana. Jesús cruza al lado externo y Daryl se encarga de irle pasando poco a poco cargas de cajas de balas y las armas más pesadas. La madrugada está comenzando para cuando Jesús vuelve adentro una vez que terminaron el trabajo y sólo entonces deciden que quieren comer algo, y hurgando en la despensa improvisada encuentran un festín de alimentos venidos del propio Hilltop entre cosas en salmuera y en vinagre. Se preparan un banquete de emparedados y comen sentados en el suelo para que los muebles los oculten de la vista de los Caminantes que se estampan contra los cristales, luego de eso toman una ducha de agua fría en los pequeños baños improvisados y suben de vuelta al tejado para poder echar un vistazo afuera sin que los Caminantes los vean.

El edificio es de cuatro plantas.

La luna no se ve por ninguna parte, pero las estrellas brillan espléndidas, en un paisaje que en la memoria de Jesús se vuelve inolvidable y cree estar seguro de en dónde y cuándo lo vio en la vida real, estando recostado en un viejo camión de carga caído; vio el cielo nocturno mientras el pelinegro le acariciaba el cuerpo desnudo y, como en esa noche, los gruñidos suaves de los Caminantes sonaban allá abajo, muy quedos, y Paul sonríe pensando que esa fue la primera vez que hizo el amor a cielo abierto.

Mirando las estrellas y recordando aquellos tiempos, y las otras muchas veces que ha vuelto a hacerlo con Daryl estando de campamento mientras Hunter duerme en la camioneta, canturrea un poco y se vuelve hacia éste Daryl.

El moreno permanece de pie a su lado mirando las estrellas decidiendo algo en su cabeza, ha sacado un cigarrillo mentolado de su chaqueta y fuma en silencio, y Jesús piensa (no por primera vez) que Dixon es la mezcla exacta de cigarros y celos...

-Hazme el amor -suelta Rovia.

La mirada y los pensamientos del pelinegro vuelven a la realidad en un parpadeo, se gira hacia él y lo mira frunciendo el ceño porque no está seguro si escuchó lo que escuchó.

-Hazme el amor -repite Jesús para él.

-¿Qué mierda...? -El hombre se incomoda.

Es la primera vez que alguien le pide, literalmente, que le haga el amor, y suena cursi, y suena caliente.

Paul no espera respuesta, mientras el pelinegro decide lo que sea en su cabeza, él se desabrocha la chamarra de fondo de lana y se estremece al sentir el frío de finales de noviembre. Se saca la playera por la cabeza y se desabrocha el cinturón con los cuchillos y el pantalón.

El pelinegro lo mira un momento hipnotizado. Luego deja que las cosas pasen.

-Kay -murmura y va hasta él sujetándolo por las caderas; sus manos están calientes y Rovia se restriega contra el cuerpo del mayor. El pelinegro lo besa en el cuello marcándolo y mordiéndolo mientras Jesús jadea pegándose más a él, pronto el frío se le olvidará, piensa Paul, y gime más alto cuando el moreno lo abraza y sus manos bajan para sujetarlo por el trasero.

Amagi del EdénDonde viven las historias. Descúbrelo ahora