"Hilltop"

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-Hilltop fue mi comunidad antes de mudarme contigo a Alejandría.

Falta poco para el mediodía y la caminata se siente más como un día de campo que como el día después de haber abandonado a la familia, la mañana es soleada y caliente, pero los árboles del bosque ofrecen una sombra fresca para el camino: el pelinegro carga ahora su ballesta a la espalda, su bolsa con víveres y la bolsa que Jesús se robó de la despensa.

Por la noche encontraron unos cuantos caminantes que el mayor se quitó fácilmente de encima y al amanecer se detuvieron a descansar en un calvero donde desayunaron un poco de lo que traían. Fue el momento en que Paul le contó que sabía que se iría, así que se durmió vestido para salir y apenas lo vio marcharse, salió de la casa por la parte trasera, y mientras el moreno rondaba asegurándose de que en verdad dejaba a su familia en un sitio seguro, Paul hurtó la armería y robó parte de la despensa en lo que él consideró era lo justo dado que parte de lo que Eric llevó fue gracias a ellos.

Hacia el mediodía el bosque comienza a escalar una cuesta y se hace menos denso, con los árboles cada vez más separados y de troncos más anchos. El pelinegro camina con la ballesta al alcance y Rovia unos pasos por delante todavía hablando ahora de quién sabe qué cosa sobre los días en que andaba solo por esos caminos.

Viajar con Rovia se sentía bien, natural, tal vez porque habían estado juntos desde el principio. Y aunque hablaba hasta por los codos, era una buena compañía y el moreno se atrevió a pensar un par de veces que comprendía por qué su alter ego -Daryl del futuro o del mundo paralelo- se había quedado con él. Como estrategia de vida, cuando menos, era buena, un excelente peleador con buen carácter y mente resuelta, aunque todavía estaba dilucidando por qué ser su pareja cuando podían ser simples compañeros de vida en un largo viaje.

De pronto Rovia escucha un sonido de pasos.

Él y su acompañante apuntan con sus respectivas armas, son pasos de alguien vivo a juzgar por la velocidad, no se dirigen hacia ellos, pero tampoco están lejos.

Lo siguiente es el chillido de un niño, agudo y taladrante.

Daryl es el primero en salir corriendo y Jesús le sigue de cerca con el corazón taladrándole el cerebro: el grito infantil le recuerda de inmediato a su niño y los pies lo llevan volando por entre las plantas. En una zona del bosque hay una decena de caminantes rodeando a tres chiquillos trepados en un árbol, el más pequeño rondo los seis años apenas, quizá.

Daryl usa la ballesta para matar a los dos caminantes que están por alcanzar a la muchacha subida en una rama, y Paul encaja los cuchillos en el muerto que atrapó por un pie al otro joven.

-Manténganse arriba -ordenan los hombres y se deshacen de los caminantes en unos minutos, el castaño clava la cabeza del último muerto y cuando se vuelve, el moreno ya está ayudando a bajar al más pequeño de los chiquillos, el cual se enrosca en el cuello de Daryl.

Sólo entonces se percata de que, cuando menos, Jesús la conoce a ella.

-Me llamo Enid, él es Ron y su hermano Sam -se presenta la chiquilla-, nosotros... gracias.

-No hay de qué -responde Paul.

Se ve tan joven, piensa.

Como Carl, la chica debe rondar en esos momentos los diez años.

El tal Ron tiene doce, sujeta fuerte a su hermano cuando Daryl devuelve al piso a Sam.

-¿Qué hacen tres niños solos en el bosque? -pregunta Paul.

-Lo que hacemos todos... sobreviviendo, algo así -responden los dos niños mayores.

-¿No hay adultos?

Amagi del EdénDonde viven las historias. Descúbrelo ahora