DELTA

130 22 3
                                    

-No -es todo lo que dice Carol.

-¿Estás segura? -no insiste Paul.

En Hilltop, Rovia no puso sobre la mesa la discusión de ir o no a la guerra, lo que dejó abierto fue la opción de quién quería pelear y quién no. Y Carol dice que no.

-Daryl está a salvo, si vamos a la guerra, "a salvo" ya no será una opción.

Y no lo será, acepta, por eso no la obliga.

Jesús sabe que esa mujer es una fiera en la guerra y por eso no insiste, tiene una idea mejor para ella: una vez que Negan se entere de que le han declarado la guerra, Hilltop no será un sitio seguro, tampoco Alejandría, Jesús no lo dice, pero Carol ya lo sabe, ha estado allá afuera el suficiente tiempo para saber cómo será esto.

Paul asiente y le pide un favor.

Una hora más tarde, Rovia está entrando en la habitación contigua a su dormitorio en la mansión.

Sam y Enid están allí, juegan cualquier juego de mesa en donde la chica va venciendo.

Sin pronunciar palabra alguna, el hombre saca de debajo de las camas las viejas maletas y empieza a llenarlas con sus cosas. Se irán con Carol, les dice, porque no puede preocuparse de ellos mientras es el líder de una comunidad que va a la guerra, porque no puede perderlos, y sabe muy bien que Carol los mantendrá a salvo cueste lo que cueste.

Enid quiere quejarse, Sam llora; Rovia tiene que apretarse el corazón para ignorarlos. Un par de maletas, una carreta, nueve cajas de víveres, Carol y Lizzie los esperan afuera.

El pretexto que se dice a Hilltop es que irán a Alejandría de donde Carol es originaria y de donde vino Jesús un día, sólo van de visita, mienten; Jesús los acompañará parte del camino, les dice, prometiendo que regresará ese mismo día por la noche, mientras tanto, Ethan queda a cargo de la guardia y Alex será el responsable de la comunidad, confía en su buen juicio.

La carreta sale y se aleja por el camino.

-¿Volveremos avernos? -quiere saber Sam, lloroso.

-Quizá -responde Jesús-, pero si no, quiero que seas un buen niño y obedezcas en todo a Carol, ¿puedes hacer eso? -No se atreve a mirarlo, pero consigue que su voz suene tranquila y amena.

-Sí -solloza el pequeño.

Tiene sólo siete años, dos más que Hunter, y Paul detesta hacer esto porque lo hace sentir que lo que dijo una vez es verdad, «los niños estorban en este Nuevo Mundo». Tal vez sea verdad, pero no quiere volver a pensarlo, por mucho que sea real.

Lo dicho es promesa. La carreta se separa del camino bajando hacia el viejo río.

-Recuerda que hay Susurradores en los caminos, no te confíes -le pide a Carol cuando el vehículo se frena.

La mujer asiente.

El castaño baja del coche.

-Cuídense -les pide a Enid y Sam.

-Cuídate tú -murmuran los niños.

-Cuídense entre ustedes -insiste-, sean fuertes, sean valientes.

-Tengo miedo -admite Sam-. Quiero ver a Daryl... por favor...

-Lo siento. -Paul aprieta una sonrisa.

Estrecha la mano de Carol, besa la frente de Lizzie, besa la frente de Enid, y besa la cabeza de Sam con un último abrazo. Los ojos le escocen mientras ve marcharse a la carreta. El coche desaparece y lo último que ve es a Sam sacudiendo la mano desesperadamente.

Amagi del EdénDonde viven las historias. Descúbrelo ahora