AMENAZAS

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-Jesús...

Paul vuelve la mirada hacia Daryl cuando lo escucha decir su nombre y le dedica una sonrisa cálida.

Hace frío como el infierno, el arquero tarda un largo minuto en comprender que está recostado y al mismo tiempo se está moviendo. Va sobre de una camilla en el interior de una carreta forrada de piel y cuero para soportar los fríos de invierno. Con él se acomodan Jesús, Michonne, Frank, Holli, Eugene, Maia, el doctor Harlan (quien lleva en brazos a Giovanni), y Nancy que carga a su vez a Hunter. A juzgar por la luz que entra a momentos desde la puerta forrada, calcula que es la tarde avanzada, pero el anochecer queda lejos: Tim va conduciendo la carreta.

Frank le explica que van rumbo a El Reino a pedir refugio, iban a quedarse más tiempo a descansar en Hilltop, pero si no se dan prisa los atraparán las nevadas en una comarca incinerada, ya sin comida ni animales. Daryl ha ido y venido de la inconsciencia no menos de nueve veces en las casi siete horas que llevan de viaje. Avanzan lento porque los caminos están nevados, congelados y resbaladizos.

-Estaremos llegando a El Reino en cualquier momento -le dice Holli.

El cazador asiente desde su posición y trata de incorporarse, está mareado, tiene nauseas, le duele la cabeza, pero la fiebre se ha ido; Michonne lo ayuda a sentarse y lo recarga en una esquina. Afuera, Tim sofrena a los caballos y la carreta se detiene lentamente, pero no han llegado al campamento, lo saben porque siguen en mitad de la carretera: Paul les hace una señal a todos para que se queden en donde están y él baja a echar un vistazo para saber qué está pasando. En el camino, delante de ellos, Beta los mira a un costado del sendero.

La carretera está delimitada todo a lo largo por estacas incrustadas en el suelo. Rovia no necesita verlas de cerca para saber de qué se tratan. Hay cabezas en las picas. El gigante desde la distancia le grita a Rick y a Paul que allí comienza el territorio de los Susurradores, señalando valle abajo, y quien cruce la vaya se la verá con ellos...

-Y todavía tenemos a los Podridos en hordas y todavía quiero la cabeza de Delta -ruge, se da la vuelta y baja al valle a zancadas seguido por más Caminantes y Susurradores que brotan del bosque.

***

-¡NO!

Paul corre hacia el arquero: ha querido ver qué sucedía y va hasta donde permanece Rovia con Rick a su lado, ambos muy quietos mirando las estacas clavadas en el suelo nevado.

-Daryl, ¡no, no, vuelve adentro, espera!

Pero es tarde.

La primera cabeza gruñente que distingue Daryl entre todas, es la cabeza de Carol.

-¡NOOO! -Daryl se abalanza hacia allá sin importarle el frío y que él acaba ded espertar de su último desmayo. Avanza a trompicones, se cae, se levanta a duras penas, cae de nuevo y prácticamente sigue adelante gateando. Rovia llega hasta a él dejándose caer de rodillas enfrente, deteniéndolo y abrazándolo. La desesperación en la mirada de Dixon es apenas menos que la que sintió al ver morir a Beth delante de él, tampoco siente la misma pena, pero quizá es porque no se encuentra sano y todo a su alrededor todavía es demasiado malo, la muerte de Beth le ha arrebatado algo demasiado importante y lo poco que le quedaba de eso muere con Carol en ese instante.

Al lado de la cabeza de Carol gruñe la cabeza de Enid.

Jerry convertido en Caminante en la parte baja del bosque intenta comerse a una muy herida Shiva a quien Craig se apresura a rescatar metiéndole una bala en la cabeza al grandulón. Entre los caminantes del bosque también esta el niño Henry, matar a un niño Caminante siempre dolía más de lo necesario. Hay, como en la vida real, que matar a las cabezas, las metieron en sacos de tela y las llevaron consigo para enterrarlas más tarde.

Amagi del EdénDonde viven las historias. Descúbrelo ahora