Diego
Anhelaba sus besos, no podía negarlo, pero eso ahora sólo empeoraría las cosas, suspiré y con la poca voluntad que tenía me incliné y besé su mejilla lentamente para después apartarme de ella y regresar a mi lugar dándole la espalda.Diego: buenas noches...
Roberta: descansa...- susurró.
Traté de normalizar mi respiración centrando mi atención en un punto fijo de la pared, peleaba internamente por no voltear, sabía que si la miraba de nuevo no podría contenerme otra vez.
Traté de despejar mi mente para poder relajarme y dormir cosa que al parecer funcionó, ya que caí rendido al instante.
Abrí los ojos por la mañana y me costó unos segundos reconocer el lugar en el que estaba, miré el reloj que estaba mi lado, nueve y cuarto de la mañana, demasiado temprano para un sábado.
Quise volver a dormir pero sentí una ligera presión en mi brazo derecho y cuando voltee no pude apreciar una imagen más perfecta.
Roberta estaba recostada prácticamente sobre mi pecho y su brazo abrazaba mi abdomen al igual que su pierna que estaba aprisionando una de mis piernas impidiéndome por completo la movilidad.
La idea de volver a dormir desapareció de mi cabeza porque no podía ni imaginar una sensación mejor a esta ni en mis mejores sueños.
Aparté algunos mechones de su rostro con mucho cuidado para no despertarla ya que sabía que si ella abría los ojos la magia terminaría.
La aprecié por unos minutos detallando centímetro a centímetro cada facción de su rostro, su suave y tersa piel, sus largas y curvadas pestañas, su delgada y respingada nariz y por último sus gruesos y rosados labios.
Confieso que desde el primer momento en que la ví platicando con Mía en la sala de mi casa me pareció una chica muy linda, sin embargo en ese momento para mí ella solo era la mejor amiga de mi hermanita.
La veía como cualquier escuincla más hasta que un día la ví llegar a su casa de la mano del imbécil de Simón y sentí como la sangre hervía en mi interior, en ese momento me dí cuenta que aquella escuincla ya no me era tan indiferente, mejor dicho, nunca fue solamente la amiga de mi hermanita, siempre fue preciosa pero hasta ese momento me di cuenta de cuánto me gustaba.
Me quedé inmóvil cuando ella suspiró profundamente y restregó delicadamente su nariz sobre mi pecho buscando calor para después volver a dormir como lo hacía antes.
Incliné cabeza con movimientos tan milimétricos que fueron casi imperceptibles y dejé un pequeño y lento beso sobre su frente.
Recurrí a toda la voluntad que me quedaba para apartarme de ella y con mucho cuidado logré liberar mi pierna hasta que ella volvió a acomodarse sobre la cama, ahora dándome la espalda y liberando por completo mi cuerpo de su adorable abrazo.
Me levanté de la cama y después de mirarla por última vez salí de la habitación.
Roberta
Abrí los ojos con mucha pereza cuando escuché la puerta de la habitación cerrarse, giré mi rostro únicamente para comprobar que Diego ya no estaba a mi lado, sin embargo supongo que es lo mejor porque no tendría cara para mirarlo después de lo de ayer.Me recriminaba una y mil veces cada beso que nos habíamos dado pero es que cuando se trata de él toda mi fuerza de voluntad se evapora, no me arrepentía de ninguno de nuestros besos, sin embargo hubiera preferido que las cosas sean diferentes entre nosotros.
Me encantaría dejar de pelear con él y simplemente hacerle caso a lo que mi corazón me dicta pero es algo muy complicado porque soy una cobarde, me aterra expresarle lo que siento y que él no me corresponda, no quiero que se burle de mí o que me vea con lástima por ser la pobre escuincla que se enamoró de él, definitivamente eso crearía una brecha aún más grande entre nosotros.
Salí de la cama para no volverme loca con la loción que él había dejado sobre mis sábanas, su deliciosa y fresca loción.
Cuando salí de la ducha estaba un poco más relajada y despejada, así que me vestí con unos cómodos vaqueros, una blusa simple y mis tenis favoritos, así era mi estilo, no me gustaba esmerarme tanto en la apariencia y normalmente prefería estar cómoda, con poco maquillaje y un peinado sencillo.
Salí de mi habitación y fui hasta la cocina para buscar algo de desayunar, sin embargo me sorprendí bastante cuando vi a mi amiga frente a la estufa mientras tarareaba y bailoteaba a ritmo de la música que reproducía su celular.
Roberta: Hola...
Mía: buenos días...- sonrió alegre y me acerqué para besar su mejilla. Mía es de las pocas personas que siempre despierta de buen humor y es muy raro que algo la haga enojar por la mañana, es una peculiaridad que suele compartir con Diego, ese niño siempre despierta con una sonrisa en los labios o con unas inmensas ganas de molestarme cosa que al parecer es su pasatiempo favorito- siéntate, estoy preparando algo delicioso.
Roberta: no tienes que hacerlo, eres la invitada de honor en esta casa.
Mía: pues gracias, pero de verdad quiero hacerlo, es como mi modo de agradecimiento por su hospitalidad- me senté frente a la barra de la cocina.
Roberta: ¿cómo dormiste?- tomé un trozo de fruta picada que había frente a mí.
Mía: de maravilla, apenas toque la cama caí rendida, estaba agotada del viaje... algo debe tener esa cama que las horas se me fueron como agua.
Roberta: si, la cama de Diego es cómoda...- dije sin pensar, recordando la única vez en que he estado ahí, aquella madrugada en que de nuevo mis impulsos quebrantaron mi voluntad y de un momento a otro me encontraba besándolo para después fingir que todo fue una broma.
Parpadee para salir de mis pensamientos y justo en ese momento me dí cuenta de lo que había dicho cuando noté que Mía me miraba con una divertida sonrisa en los labios.
Mía: ushh con esos comentarios y la manera en que te fuiste a otro sitio es más que obvio que conoces de lo que hablo.
Roberta: para nada...- me aclaré la garganta antes de tomar otro trozo de fruta- ¿Dónde está Diego?...- pregunté para tratar de evadir el tema.
Mía: en su habitación, acaba de salir de la ducha.
Roberta: ok... ¿Cuál es el plan para hoy?...- pregunté recibiendo el humeante plato que ella me ofrecía.
Mía: no lo sé, quiero ir a tu universidad...- dijo sentándose frente a mí.
Roberta: ¿para qué?- la miré confundida.
Mía: hace poco ví en internet que estaba a punto de comenzar un curso de artes y me interesa participar en el de danza.
Roberta: así que ese fue el motivo de tu visita y no por la publicación de nosotros.
Mía: ese también fue un buen motivo, necesitaba comprobar lo que había entre ustedes...- negué sonriendo después de tomar un bocado- deberías tomar ese curso de artes, también hay uno de música, puede que te interese.
Roberta: ¿a mí?... ¿para qué?...
Mía: vamos Roberta, sabes que te encanta escribir canciones y lo haces muy bien, ya es momento de que potencialices ese don.
Roberta: no sé, lo hago como un pasatiempo y nunca he escrito una canción pensando en que alguien la va a escuchar, normalmente sólo escribo para mí.
Mía: deberías intentarlo, he escuchado tus canciones y leído algunas de tus letras y te aseguro que llegarán muy lejos.
Roberta: no lo creo...- mi amiga suspiró negando mientras me miraba fijamente.
anoniromo
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Presentimiento ©
FanfictionSe odiaban a morir pero en el momento en que tuvieron que compartir el mismo departamento las cosas comenzaron a cambiar. Diego y Roberta no estaban listos para lidiar con lo sentían y se negaban a aceptar que estaban profundamente enamorados el uno...