Capítulo 56

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Roberta
Llegamos hasta donde estaban los chicos.

Mía: ¡por Dios Diego! ¿Qué paso?- Diego caminaba apoyado en mí, tenía golpes en la cara y el labio reventado.

Roberta: Mía llevaré a tu hermano a casa.

Mía: claro, pueden quedarse en casa, mis padres llegaran hasta mañana, en mi baño hay un botiquín para que lo cures. Yo los veo más tarde.

Nos despedimos de ella y salimos rumbo al auto. Subí a Diego en el asiento del copiloto y caminé al otro lado, en la entrada del club estaba Simón, nos miraba fijamente y cuando hice contacto visual con él me envió un beso, yo levanté mi dedo medio, él comenzó a reír pero dejé de mirarlo cuando entré al auto.

Llegué a casa y estacioné el auto de Diego en la cochera de su casa, no quería que mis padres nos vieran.

Roberta: vamos amor, ya llegamos a casa ¿cómo estás?- dije ayudándolo a salir del auto.

Diego: estoy bien, en serio.

Llegamos a su habitación y le quité la camisa llena de sangre y la lancé al sesgo de ropa sucia.

Diego: amor, si mi mamá ve eso se va a asustar.

Roberta: tienes razón- la saqué del cesto- ¿qué hago con ella?

Diego: ponla en una bolsa, mañana la tiramos por el camino.

Roberta: pero te ves tan guapo con ella- dije haciendo puchero.

Diego: yo me veo guapo con todo- dijo coqueto.

Roberta: en éste momento no estás muy guapo que digamos Bustamante.

Diego: ¿osea que no te gusto con los rasguños que la nena de tu ex novio me dejó?

Roberta: tú siempre me vas a gustar- besé sus labios delicadamente- además como te amo estaría contigo aunque seas muy feo- reímos y él tomó mis mejillas para besarme, pero se alejó de mí quejándose- tengo que curarte... - fui a la habitación de mi amiga, tomé el botiquín de su baño y regresé con Diego- a ver, creo que esto duele- comencé a curar su rostro, mientras él sólo hacia muecas de dolor pero no se quejaba.

Terminé de curarlo y avisé a mis padres que dormiría con Mía.

Mi celular notificó un mensaje y creí que eran ellos.

****

Roberta mi amor, tu estúpido novio nos interrumpió, pero no te preocupes, ya habrá momento para nosotros.
Te quiero.

****

Me quedé en shok, no sabía qué hacer, si le decía a Diego seguro va a terminar a golpes de nuevo, además mañana regresamos a casa y no volveremos a saber más del idiota de Simón.

Borré el mensaje y me acosté junto a Diego él me abrazó por la cintura y besó mi cabeza.

Diego: ¿todo bien?- susurró con los ojos cerrados.

Roberta: si, mi madre dijo que no tiene problema- él asintió y yo cerré los ojos tratando de conciliar el sueño.

Dormimos abrazados toda la noche.

Al amanecer comencé a sentir frío, me levanté de la cama y busqué en el guardarropa de mi novio alguna manta o algo por el estilo.

Escuché unos ruidos muy extraños y al prestar atención me di cuenta que era mi amiga teniendo relaciones en su habitación. Cubrí mi boca con mi mano impresionada.

Diego comenzó a moverse y quejarse. Estiró su mano a donde se supone estaría yo y al no encontrarme trató de sentarse en la cama, pero el dolor lo hizo acostarse de inmediato.

Roberta: no te muevas mi amor- coloqué una mano sobre su pecho y me acosté de nuevo con él.

Diego: no te vayas amor- tomó mi mano.

Roberta: tranquilo, sólo fui por una manta- besé su frente y volvimos a dormir unas horas más.

Desperté y observé la hora, apenas eran las ocho de la mañana, así que aun teníamos mucho tiempo. Me recosté de nuevo y observé a mi Diego.

Estaba dormido boca arriba con la cabeza levemente recostada hacia mi lado, su hermoso rostro estaba mallugado, su labio tenía una leve herida y su pómulo comenzaba a ponerse morado y algo inflamado.

Aun así no deja de ser el hermoso chico del que me enamoré. Besé sus labios y él comenzó a despertar.

Roberta: buen día mi amor- acaricié su mejilla y besé cuidadosamente sus labios

Diego: buenos días- dijo sonriendo- ¿Qué hora es?

Roberta: aún es temprano, las ocho... - observé sus heridas- ¿aun te duele?

Diego: no, sólo fue algo exterior. Pero ¿tu estas bien? ¿Te hizo daño?- preguntó preocupado.

Roberta: no, yo estoy bien, gracias a un niño peleonero.

Diego: ni lo digas, perdóname por descuidarte- sólo sonreí y lo besé- supongo que me perdonas- acarició mi mejilla y yo asentí sonriendo para después recibir otro beso de mi novio.

La puerta se abrió de golpe y nos separamos un poco asustados.

Mía: basta basta, dejen de comerse, que me antojan estar con alguien- entró haciendo pucheros y se acercó a la cama.

Roberta: ay ajá, pero si acabas de comer, te escuché- la miré acusadoramente y ella me miró sorprendida.

Diego: ¿de qué hablas?- preguntó confundido.

Mía: nada hermano, tu novia está algo loca... - me observó fijamente yo sólo reí.

Roberta: bueno yo ya me voy, tengo que prepararme para el viaje ¿a qué hora viene tu novio?

Mía: al medio día.

Roberta: ok, me daré una ducha y regreso contigo vale- dije mirando a mi novio.

Diego: ok- dijo sonriendo.

Mía: claro que no, te das una ducha y te quedas en tu casa, yo quiero pasar tiempo con mi hermanito antes de que te lo lleves de nuevo- dijo abrazando a Diego.

Roberta: no, ya pasaste tiempo con él, aparte tiene que descansar- dije tratando de apartarla de él.

Mía: justo por eso, si ustedes se quedan solos lo último que hará será descansar- mis mejillas se sonrojaron un poco y Diego rió- nosotros veremos películas o algo.

Roberta: está bien, regreso al medio día entonces... -dije haciendo puchero.

Diego: ok amor- le di un corto beso antes de que mi amiga me sacara a empujones de su habitación, antes de cerrar la puerta le saqué la lengua y me fui a casa.

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Presentimiento ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora