Capítulo 52

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Roberta
Desperté a causa de unos besos en mi rostro y unas caricias en mi espalda, sonreí de inmediato y abrí lentamente mis ojos.

Diego: buenos días mi amor- dijo y me besó.

Roberta: buenos días amor- sonreí.

Diego: ¿Cómo te sientes?- me dijo preocupado.

Roberta: cansada, con sueño, pero inmensamente feliz- sonreí y él me besó de nuevo- desde ahora amo despertar así, en tus brazos, con tus besos, feliz- sonrió.

Diego: entonces desde ahora trataré de que siempre despierte así princesa.

Roberta: ¿princesa?- dije divertida.

Diego: si, porque reina ya es para mayores y tú apenas eres un bebé-me sonrió.

Roberta: a un bebé no le haces las maravillosas cosas que me hiciste anoche- dije y lo besé.

Diego: ¿osea que te gustó lo que te hice ayer?- dijo cerca de mis labios, me sonrojé.

Roberta: me encantó.

Diego: ¿cómo para hacerlo diario?

Roberta: como para hacerlo tres veces por día- Diego soltó una carcajada.

Diego: será un placer, aunque son pocas veces por día... - dijo besando mi cuello y mordiéndolo levemente.

Roberta: eres un caliente- le dije con la respiración agitada.

Diego: sólo contigo mi amor- dijo y subió sobre mí besándome, de pronto se detuvo- ¿te sientes bien para hacerlo de nuevo?

Roberta: claro, una y mil veces.

Diego: ¡vaya! ¿Dónde quedó la tímida chica de anoche?- dijo alegre.

Roberta: la envié a casa- dije bromeando y lo besé.

Comenzó a besar mis labios bajo hacia mis senos y los besó, yo acariciaba su cabello y gemía sin poder evitarlo.

Esa mañana lo hicimos en la cama, antes de la ducha, en la ducha, Diego era magnifico, me lamento esperar tanto pero valió la pena.

Cuando salí de la ducha busqué algo en la maleta que Diego me había traído, había cosas que obviamente fueron idea de Mía, vestidos muy cortos, ropa interior muy pequeña, que tal vez esa si utilice aunque sea un momentito. Al fondo de la maleta encontré una pequeña bolsita negra de tela, la abrí y encontré una notita que decía.

Cuñadita como no quiero sobrinitos aún te mando esto.
-M-

En el fondo de la bolsita había una larga tira de condones, lo cual me hizo pensar que ni ayer ni hoy utilizamos protección y me espanté.

Encontré unas pastillas en la misma bolsita con una nota pegada atrás.

Como supuse que lo iban a olvidar te mando la opción B. para la próxima se cuidan. Suerte.
-M-

Leí el reverso de las pastillas y eran para el día después.

Roberta: ay amiga ¡te amo!- susurré y tomé la pastilla. Guardé lo demás en la bolsa de nuevo.

Diego salió del baño y me abrazó por detrás.

Diego: ¿por qué no te has cambiado pequeña? ¿Debo tomarlo como insinuación?- dijo enterrando su cabeza en mi cuello y besó mi hombro.

Roberta: no te cansas verdad- le dije riendo- lamento desilusionarte, pero sólo buscaba ropa cuando encontré esto.- dije entregándole la bolsa.

Diego comenzó a leer la primera nota y pude ver como su cara se transformó de alegre a asustado, me volteo a ver con los ojos muy abiertos.

Diego: mierda, es cierto.- dijo sacando la tira de condones.

Roberta: sigue buscando- le dije y le señalé con la mirada la bolsa.

Sacó las pastillas y comenzó a leer, su rostro se relajó.

Diego: falta una ¿ya la tomaste?- me vio aun algo asustado.

Roberta: si, pero para la próxima tenemos que cuidarnos amor.- le dije viéndolo a los ojos, no le podía reclamar nada, yo también lo olvidé.

Diego: si amor, perdóname pero lo olvidé por completo.- dijo apenado mientras se tocaba el cabello aún mojado.

Roberta: no te preocupes amor, además no fuiste el único yo también lo olvidé, es responsabilidad de los dos.- el sólo me sonrió y me abrazó.

Pasamos una maravillosa semana en aquella casa, pasábamos la mañana en la piscina, por la tarde comíamos, veíamos una película o simplemente platicábamos abrazados frente a la chimenea.

Las noches eran bastante movidas, hacíamos en amor casi todos los días por las noches, por el día, a la hora que sea, en la cama, en la ducha, en la piscina, en el salón, en cada rincón de la casa.

Después de esa semana estábamos camino a casa y en el camino comenzamos a recordar a nuestra familia y mi novio sugirió cambiar de rumbo, lo que yo acepté encantada. Moría por ver a mis padres, a mi mejor amiga y a todos mis amigos.

Roberta: ¿sabes que es lo malo de volver a casa?- dije algo triste.

Diego: ¿Qué es?- dijo con la vista fija en la carretera.

Roberta: que no podremos dormir juntos.

Diego: pero por lo menos estaremos cerca. Podré observarte por la ventana- dice levantando sus cejas y me observa pícaramente.

Roberta: acosador- dije riendo- seguramente tenías un telescopio para observarme mientras me cambiaba ¿verdad cochino?- dije fingiendo indignación con una mano en el pecho. Él soltó una carcajada.

Diego: claro que no, no soy tan pervertido como tú.

Roberta: yo no soy pervertida- me observó acusadoramente y regresó su vista al frente- bueno tal vez un poco, pero es tu culpa.

Diego: ¿por qué mi culpa?, tú ya eras así o crees que no notaba como me observabas cuando no llevaba camisa. Amor no sabes fingir ni poquito.

Roberta: ¿y te vestías o semi vestías así a propósito verdad?- dije viéndolo con los ojos entrecerrados.

Diego: por supuesto, me encanta ponerte nerviosa y cuando no llevaba camisa te sonrojabas y te veías muy adorable.- me guiñó un ojo y me sonrió.

Roberta: pues yo nunca había visto a un hombre así, por lo menos no en mi casa era normal que me apenara.

Diego: amor sabes que eso no es pretexto, aun ayer te quedaste muda cuando salí en traje de baño.

Roberta: ese no era traje de baño, era un bóxer Diego- dije riendo.

Diego: bueno pero ya me habías visto en bóxer y sin ellos- dijo guiñándome un ojo, yo me sonrojé y aparté mi mirada hacia la ventanilla. Diego comenzó a reírse- ay amor, amo cuando te pones así- dijo tomando mi mano y dándole un beso.

Roberta: déjame- dije haciendo puchero- ¿aún falta mucho?

Diego: más o menos como hora y media. Si quieres duerme un poco te despierto cuando lleguemos- dijo y soltó mi mano para dirigir la suya a la palanca de velocidades.

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Presentimiento ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora