Capítulo 35

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Roberta
Abrí los ojos cuando la claridad de la luz que entraba por la ventana me molestó, tomé mi celular para revisar la hora, nueve y cuarto de la mañana, demasiado temprano para un domingo.

Me cubrí de nuevo con la manta y me giré para tratar de dormir de nuevo pero a lo lejos escuché que alguien silbaba una melodía particular y muy alegre por la mañana, nadie puede estar tan feliz a esta hora aparte de Diego.

Abrí los ojos de golpe al recordar lo que había pasado ayer y por un segundo me aterró la idea de que todo haya sido un simple sueño o un juego de mi cabeza, me levanté y me vestí con algo cómodo pero lindo, si es que lo que recordaba era real mi novio ahora estaba afuera y quería verme linda para él.

Salí en silencio y caminé hasta la cocina desde donde provenía la melodía, me paré en el marco de la puerta y lo miré por un momento, él estaba frente a la estufa de donde provenía un delicioso aroma. Se giró y me miró sonriendo antes de limpiarse las manos y caminar hasta mi sitio.

Besó mi mejilla y me abrazó por la cintura.

Diego: buenos días mi amor...- dijo antes de besarme, las típicas mariposas aparecieron en mi estómago de nuevo, era real, Diego Bustamante es mi novio.

Roberta: buen día...- sonreí aún un poco nerviosa.

Diego: ¿te sientes bien?... ¿por qué esa cara?- bajé la cabeza apenada.

Roberta: por un momento creí que lo de ayer había sido un sueño y que tú y yo seguíamos tan mal como antes- él sonrió y acarició mi mejilla.

Diego: yo también creí que era un sueño hasta que el desorden de la sala me confirmó lo contrario...- reí y lo besé de nuevo hasta que el delicioso aroma que sentía cambió ligeramente.

Roberta: Diego... el desayuno... se quema...- dije entre besos y él maldijo antes de separarse de mí y correr hasta la estufa, me senté en las altas sillas que había frente al desayunador y no pude evitar reír al ver cómo trataba de salvar al menos un par de tostadas.

Diego: bueno no están quemadas, sólo un poquito pasadas de cocción, pero aún así no saben mal- me entregó un plato.

Roberta: bien... a ver qué tal- tomé un poco e hice una mueca mientras lo masticaba, él frunció el ceño preocupado y no pude continuar más- estoy jugando... están deliciosos amor- besé sus labios y él sonrió.

Diego: entonces... ¿hablaste con Mía?- negué.

Roberta: quiero esperar un poco más antes de hacerlo a menos que ya le hayas dicho algo- negó.

Diego: ayer llamó antes de dormir y te juro que me moría por contarle pero creí que tú deberías hacerlo, a fin de cuentas que estemos juntos ha sido gracias a ti.

Roberta: ¿gracias a mí?...- lo miré sonriendo.

Diego: pues si tu diste el primer paso y aunque me cueste admitirlo y no es por machismo u esas cosas pero yo no me hubiera atrevido a hacerlo.

Roberta: ¿por qué?- él suspiró.

Diego: no lo sé... normalmente yo soy el que da el primer paso, te juro que no me cuesta nada acercarme a una chica y hacer que salga conmigo o algo así, pero contigo es diferente... sentía que cada paso que daba era en un campo minado y que perdería todo el avance con una simple palabra.

Roberta: bueno creo que yo tampoco ayudé mucho a eso... te reclamaba cosas sin sentido y creía en todos antes que en ti porque me aterraba pasar por la misma historia que con Simón.

Diego: Mía me contó lo que pasó con él...- lo miré- no te molestes con ella te juro que tratío de no decírmelo pero sé cómo persuadir a mi hermana- sonreí al igual que él.

Presentimiento ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora