Capítulo 45

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Diego
Abrí los ojos cuando la claridad me molestó, afortunadamente al fin era sábado y no tenía que despertar tan temprano para ir a la escuela, me levanté para ir al baño y cepillé mis dientes antes de volver a mi cuarto.

Regresé a la cama y estaba a punto de dormir de nuevo cuando escuché ruidos en la cocina, parecía que alguien estaba preparando algo hasta que minutos después todo se quedó en silencio de nuevo.

A lo lejos escuché música y segundos después la puerta de mi habitación se abrió levemente. Escuché que alguien entraba pero tenía tanta pereza que decidí ignorarlo.

Roberta: buenos días mi amor…- susurró en mi oído y sonreí de inmediato.

Diego: hola…- dije girándome para mirarla de frente.

Roberta: feliz cumpleaños mi niño…- susurró acostándose a mi lado y acariciando mi mejilla.

Diego: muchas gracias…- besé sus labios muy despacio. Ella se apartó un poco ruborizada y me miró unos segundos para después bajar la mirada. Sonreí y mi vista se centró en la bandeja que había sobre mi mesa de noche- ¿me trajiste el desayuno?- ella sonrió y se levantó de la cama, yo me incorporé en la cama.

Roberta: bueno no esperes mucho, ya sabes que la cocina y yo aún no nos llevamos muy bien, pero hice lo mejor que pude- dijo entregándome la bandeja en donde había un plato repleto de waffles cubiertos con miel y un poco de fruta, junto a él había jugo de naranja y una taza de café con leche.

Diego: me encanta… muchas gracias- dije sonriendo.

Roberta: ¿a qué hora te dejó dormir Anny?- dijo sentándose junto a mí.

Diego: creo que eran como las tres de la mañana…- tomé un poco del waffle y lo llevé hasta su boca, ella sonrió y comenzó a masticar.

Roberta: vaya, ésta vez fue poco tiempo, normalmente son cuatro o cinco horas.

Diego: bueno la verdad estuve despierto hasta las tres, pero honestamente no sé a qué hora terminó la llamada o a qué hora se dio cuenta que ya estaba dormido- dije riendo.

Roberta: pobrecita… no quiero ser tú cuando llame de nuevo.

Diego: sé lidiar con ella… la mayor parte del tiempo- dije haciendo una mueca.

Roberta: bueno niño lindo ¿Qué planes tiene para hoy?- dijo bebiendo café.

Diego: pues la verdad no lo sé… tengo algunas invitaciones de varias chicas y pues ya sabes unas por el norte, otras por el sur y la verdad no sé qué vaya a ser de mí al terminar el día.

Roberta: vaya… y ¿a qué hora será turno de tu novia?- dijo sonriendo.

Diego: no sé supongo que puedo cancelarle a alguien y darle unos minutos a esa niña caprichosa.

Roberta: pues avísame entonces cuando sea mi turno…

Diego: ¿Qué te parece a partir de ahora?- dije acercándome a ella.

Roberta: ¿y a qué hora dejará de ser mi turno?

Diego: indefinidamente mi amor…- besé sus labios.

Roberta: ¿y las demás?

Diego: obviamente no tengo a nadie más, tú eres la única en mi vida, en mi corazón y en mi vida…- ella sonrió y la besé de nuevo- y respondiendo a tu pregunta no tengo planes para hoy, pero cualquier cosa es buena mientras sea contigo.

Roberta: me encanta estar contigo en las mañanas… eres el doble de cursi que lo que eres el resto del día.

Diego: y tu rompes el momento…

Roberta: lo siento… pero aún no me acostumbro a esto… es decir tu y yo juntos, ya sabes… parece un sueño- sonreí de inmediato y aparté la bandeja con el plato y los vasos vacíos, ella me miraba sonriendo y cuando regresé a mi sitio la tomé de la cintura y la hice girar en mi cama dejando su cuerpo debajo del mío y pegando mi frente a la suya.

Diego: no te preocupes… tienes mucho tiempo para acostumbrarte a esto…

Roberta: ¿de verdad?... ¿cuánto?- dijo sin perder la bonita sonrisa de sus labios.

Diego: más o menos toda una vida…- dije sonriendo antes de comenzar a besarla.


Roberta
Pasamos prácticamente todo el día en casa y sólo salimos un par de horas para comer en un bonito lugar que Matías me había recomendado para Diego, aunque claramente mi novio no se enteró quien me hizo llegar ese dato, de otro modo se hubiera negado totalmente a ir.

En el restaurante le dí su primera sorpresa, era una especie de caja llena de dulces y una camiseta de su equipo de fútbol favorito, estaba tan emocionado que prácticamente me llenó de besos sin importarle donde estuviéramos, las personas solo sonreían negando ante su eufórico amor.

Cuando llegamos a casa Giovanni nos esperaba afuera del edificio acompañado de casi todo el equipo de soccer.

Presentimiento ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora