Capítulo 53

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Roberta
Diego me despertó cuando llegamos a nuestra pequeña ciudad, algunas cosas habían cambiado un poco, lo que me sorprendió ya que sólo estuvimos fuera poco tiempo.

A lo lejos pude observar mi casa y sólo en ese momento me dí cuenta de cuánto la había extrañado.

Mi novio estacionó el auto frente a nuestras casas, bajó y me abrió la puerta como todo un caballero.

Bajamos las pequeñas maletas que llevamos a la casa de campo, no nos preocupamos por la ropa ya que aquí aun teníamos mucha. Queríamos que fuera una sorpresa, pero mi amada amiga estaba saliendo de su casa en ese momento arruinando la sorpresa.

Mía: si mamá - dijo mientras cerraba la puerta de su casa- sólo estaré en...- se giró y nos observó, nosotros solo sonreímos, estábamos sobre la acera, tomados de la mano.

Ella pegó un grito enorme que seguramente se escuchó en todo el vecindario, Diego y yo brincamos del susto.

Mía corrió hacia nosotros y nos abrazó provocando que casi perdiéramos el equilibrio y de no ser porque Diego nos sostuvo estaríamos en el piso ahora.

Mía: no lo puedo creer, los extrañé mucho- dijo emocionada mientras abrazaba a su hermano.

Diego: nosotros a ti ¿verdad amor?

Mía: uy amor- dijo separándose de Diego y mirándome burlona mientras se acercaba para abrazarme.

Roberta: déjanos... -dije divertida y la abracé fuerte- te extrañé mucho amiga, Lupita te manda saludos. Dijo que intentaría venir.

Mabel: ¿Qué pasa hija?- dijo saliendo de la casa de Diego, nos vio- ¡niños volvieron!- corrió a abrazar a Diego.

Mabel era igual o poco más efusiva que Mía, de ahí mi amiga sacó la alegría desbordante.

Diego era más parecido a su papá demasiado serio, pero cuando lo conocías bien era muy alegre y bromista, a veces demasiado.

Mabel me abrazó y llamó a su esposo.

Martín: ¿Qué pasa?-salió y nos vio.

Diego: Hola papá- dijo y ambos cortaron distancias hasta abrazarse, Diego era muy apegado a su papá por lo que él y Mía me han contado- te extrañé.

Martín: hijo que alegría tenerte de regreso campeón-después de unos minutos me abrazó también.

Minutos después aun estábamos en la entrada, tan felices que no nos preocupábamos por entrar a la casa.

A lo lejos pude observar el auto de mis padres y me emocioné muchísimo, realmente los extrañé, observé a mi mamá por la ventanilla y me miró impactada, se estacionaron delante del auto de Diego.

Apenas el auto paró mi mamá corrió a abrazarme.

Alma: mi cielo te extrañe muchísimo.

Roberta: yo también mamá- dije mientras la abrazaba fuerte.

Mi papá bajó del auto y mi mamá se separó de mí para abrazar a Diego, yo abrace a mi papá.

Franco: te extrañé mucho mi amor- dijo y besó mi frente.

Roberta: yo a ti- segundos después se separó de mí y se acercó a Diego y lo abrazó.

Éramos como una familia, siempre lo fuimos, nuestros padres son mejores amigos y nosotros nos llevamos bien desde pequeños, a excepción claro de la temporada en la que creí odiar al "insoportable" de Diego.

Alma: ¿Qué les parece si comemos todos en el jardín para celebrar que los chicos regresaron?

Todos aceptamos encantados entramos a mi casa para preparar lo que necesitábamos, Diego fue a su casa a ducharse.

Bajé después de casi una hora en mi habitación, acomodando y ordenando lo que había traído y lo que me llevaría de regreso para asegurarme de no olvidar nads.

Mabel y mi madre estaban en la cocina mientras Martín y mi padre estaban afuera encendiendo la parrilla, mi amiga jaló de mi mano y casi me arrastró de nuevo hasta mi cuarto.

Mía: quiero saberlo todo.

Roberta: ¿sobre qué?- dijo fingiendo que no sabía de qué hablaba.

Mía: no te hagas la tonta cuñadita- dijo remarcando la última palabra y me observó fijamente.

Yo sólo reí, no tenía de otra, comencé a platicarle cómo fueron los últimos meses, a más detalle, ya que siempre estábamos en contacto, pero nada es lo mismo que hablar cara a cara con mi amiga.

Le conté todo lo ocurrido hasta la anterior semana en la casa, claro omití varios detalles de ésa semana, solo le conté lo que una mejor amiga-cuñada debe saber.

Hora y media después nos llamaron a comer. Bajamos al jardín y ya todos estaban ahí. La mesa era de las típicas de día de campo, muy largas y con asientos en los lados, nuestros padres estaban sentados en un lado de la mesa, del otro lado estaba Diego con una camisa abierta estampada a cuadros azul con rojo sobre una playera negra y el cabello perfectamente desordenado.

Me sonrió tiernamente y yo le devolví la sonrisa, sólo escuche la burla de mi amiga que venía atrás de mí y caminé hacia la mesa para sentarme junto a él mientras mi amiga tomaba el otro lado.

Mabel: chicas solo las esperábamos a ustedes- dijo sonriendo.

Mía: perdón nos estábamos actualizando

Comenzamos a comer como una gran familia, entre risas, anécdotas e historias. Todos estábamos muy felices.

Después de comer, servimos helado de fresa y vainilla, mis favoritos.

Estábamos comiendo helado cuando Diego tomó mi mano, lo miré y me sonrió, sabía que era momento de decirle a nuestros padres que éramos novios, sabía que no se opondrían, pero me preocupaba que no les gustara que viviéramos juntos y seamos novios.

Diego: queremos decirles algo- dijo y todos prestaron atención, mi amiga nos observaba alegre mientras comía su helado- es algo importante para mí y de verdad espero contar con su apoyo, de los cuatro- dijo observando a sus padres y a los míos.

Martín: ¿Qué pasa hijo?- preguntó algo curioso pero pude notar su preocupación.

Diego: la verdad es que fue algo que no planeamos, simplemente se dio... - dijo nervioso jugando con una cuchara con su mano libre, nuestros padres lo observaban fijamente y mi amiga sólo sonreía, podía sentir el nerviosismo de mi novio por lo que decidí apoyarlo.

Roberta: durante el tiempo que pasamos juntos en casa nos dimos cuenta que sentíamos algo especial por el otro y hace un tiempo las cosas cambiaron y...

Diego: ¡Roberta y yo somos novios!- dijo de golpe sorprendiendo a todos incluso a mí. Nuestros padres nos observaban impactados pero no decían nada.

Alma: ¿es en serio?- susurró seriamente.

Roberta: si mamá tenemos poco más de un mes... juntos.

Alma: ¡qué alegría felicidades!- dijo y nos felicitó, todos hicieron lo mismo, incluso mi papá se puso feliz, cosa que me sorprendió.

Martín: se los dije, perdieron- les dijo a Mabel y a mis padres- les dije que un mes y gané, me deben una cena.

Ya todos estábamos de pie, mis padres y Mabel protestaron.

Diego y yo sólo nos observábamos muy confundidos y mi amiga parecía igual de confundida que nosotros.

Diego: ¿tengo una pequeña duda?- dijo hablando alto y levantando la mano como en la escuela, todos lo observaron- ¿Qué está pasando?- nuestros padres se observaron y rieron levemente.

Mabel: hay bebé, la verdad siempre supimos que terminarían juntos, pero no sabíamos cuándo, así que apostamos, tu padre dijo que un mes, yo aposté por medio año, Almita por 8 meses y Martín dijo que más de un año, tu padre acaba de ganar- dijo tan naturalmente que nos sorprendió aún más.

Nuestra cara debe ser un cuento porque mi amiga sólo se reía mientras nos observaba. Realmente no nos esperábamos eso y estábamos muy confundidos.

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Presentimiento ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora