Capítulo 4:
El estacionamiento del colegio estaba repleto de alumnos. Chicos despidiéndose de sus familiares o asegurando sus vehículos, pero todos estaban apresurados por entrar a clases. El director del plantel se encontraba en la reja dando la bienvenida, como si estuvieran ingresando a un lugar mágico, de esos que salen en los cuentos de hadas, algo muy ridículo como pensaba la mayoría.
—Ya te puedes ir, no será bueno si llegas tarde— Mencionó el pelinegro
Finn había estacionado el auto en el único espacio libre, a mitad del campo, en dónde la vista era perfecta desde todos los ángulos. Se escuchó el crujido que indicaba que la puerta ya no tenía seguro, por último se estiró y se recargo cómodamente en el respaldo del asiento.
—¿No te quieres asegurar de que entre a clases?— Stefany lo desafió una vez más, ella creía no tenía nada nuevo que perder, no recibió una respuesta, Finn solo se bajó del auto en silencio —¿Qué rayos haces?
—¿Quieres que te lleve hasta tu salón? ¿No es así?— El rizado señaló el edificio con su mano
—¡Por supuesto que no! ¡Ya vete de aquí!
—¡Yo no estoy para tus jueguitos Stefany! ¡Ahora Camina!— Él estaba dispuesto a llevarla hasta la puerta de su aula de clases.
—¡No lo haré!— Y en realidad no lo hizo. Él chico la tomó de las presillas de sus jeans y la giró, obligándola a caminar a su lado
Era de esperarse, llamaron la atención de varios, incluyendo a los amigos de Fanny; éstos aún no entraban al colegio por estar esperándola, pero al ver con quién se acercaba, y por las miradas de pocos amigos que su acompañante les daba, entendieron que era mejor esperarla dentro del salón de clase.
—"¿Qué hace un chico como él con ella?" "De seguro lo amenazó" "¿Cuánto le habrá pagado para que salga con ella?"— Murmuraba la mayoría de los presentes que los veían. No tuvieron que competir para ganarse la portada de los noticieros escolares.
—¡Fanny! ¡Que alegría el tenerte aquí con nosotros!— Exclamó el director con real sarcasmo, y con apetito de chisme —¿Ustedes están saliendo?— Preguntó curioso
—¡NOO!— Dijeron o más bien, gritaron al unísono
—No es así señor, soy Finn Wolfhard, Charlie e Isabela tuvieron que irse por un tiempo de Los Ángeles...
—¿Usted es el chico al que dejaron como encargado de su hija?— Interrumpió el director.
—Sí, por el momento soy "el tutor" de Stefany— Por lo menos pensó en algo menos humillante que: "Soy el niñero"
—¡Oh genial! De ser así, lo invito a pasar a dirección unos minutos, hablaremos un poco sobre el rendimiento de la niña— Adelantó. Las últimas 5 palabras retumbaban como eco en la conciencia de Stefany, estaba frita, y si la mente matará, Leonardo, el director, ya estaría metros bajo tierra.
[...]
—Durante el transcurso que va de ésta semana— Leonardo volvió a mirar la carpeta —Insultó a dos maestros, casi golpea al personal de intendencia, se le ha visto fumar cosa que está estrictamente prohibida, y por milésima vez ocasionó problemas con alumnos y alumnas de primer año y de todos los demás años.
Ambos se encontraban sentados frente al escritorio en la oficina de dirección; él escuchando las anécdotas del señor canoso, ella con la cabeza agachada, por dentro riéndose, recordando todo lo que había hecho y lo divertido que fue hacerlo. El director se levantó del asiento y salió de la oficina dejándolos solos.