Extra veinticinco
—¡Dios! ¿Qué tanto estarás haciendo Iris? ¡Solo la tenías que distraer!— Mencionó la del cabello morado, dentro de un estado frío de desesperación.
Sadie y Stefany se sentaron cómodamente en uno de los sofás de la sala, para esperar el primer movimiento de Iris, según ellas, así no se verían sospechosas y nadie las culparía cuando su pequeño crimen saliera a la luz.
—¡Ooh la la! ¿Estás viendo mismo que yo?— Preguntó Sadie y después pasó uno de sus brazos sobre los hombros de su amiga. —¡Mira esto, no te lo puedes perder!
—¿Qué cosa?— Stefany siguió a la hipnotizada mirada de la pelirroja. Sadie moviendo sus cejas de arriba a abajo, la terminó conduciendo hasta el centro de la cocina. En la casa de Debbie, había un muro pequeño que distinguía a la cocina de la sala, entonces todo se alcanzaba a ver desde ambas partes.
En medio de la cocina había una pareja de chicas que seguramente estaban preparando algún bocadillo. Pero en sus manos no estaba la situación interesante, sino en las maravillas del semejante hombre que las estaba ayudando. Un individuo de unos 27 años, de músculos pronunciados, piel aperlada, cabello castaño, ojos verdes y unos cuántos atributos más.
—Con hombres así yo ya me habría casado más de diez veces— Exclamó babeando —¡Ay no Stefany! ¡Ya te descubrí de infiel!— Sadie la regañó y le dio un golpecito en el hombro, sin importar que ella estaba más alborotada que la pelimorada.
—¡Por favor! Tener novio no es lo mismo que estar ciega— Respondió Stefany, salió del encanto y después se enfocó en su actividad anterior .
—¿Cuál será su nombre? ¿Cómo aparecerá en Instagram? ¿Vivirá cerca de aquí?— La pelirroja hacía pregunta trás pregunta, cómo si Fanny supiera las respuestas.
De tanto escuchar terminó contagiandose. Ambas estaban con las hormonas de cabeza, al pendiente de todo lo que hacía ese muchacho, sus bíceps se estimulaban con cada cosa que hacía y ni hablar de su redondo trasero. Entre las conversaciones de las chicas de la cocina, alcanzaron a escuchar su nombre: Bill.
—¡Bill! ¡Se llama Bill!— Exclamó la pelirroja
—¡Ya cállate Sadie! ¡Nos puede estar escuchando!— Susurró Fanny
—¡Qué nos escuche! ¡No me importa!
—¡Oh Diablos! ¡Ya viene hacia nosotras!— Stefany se recargó avergonzada en el respaldo de la sala, Sadie por su parte sonrió con naturaleza.
Bill caminó por la sala, hasta llegar a un extremo de las escaleras y se detuvo para saludar
—¡Hola hermosas damiselas!... Me llamó Bill, espero que esten cómodas, si necesitan algo no duden en buscarme— Sonrío
—Sí, seguro... — Respondió Sadie
—¡Gracias!— Agregó Stefany
—¡Ahhh! ¡No puede ser! ¡Me miró! ¡Lo miré! ¡Nos miramos!... ¡Nos vamos a casar!— Dramatizó cuando Bill ya había subido las escaleras
—¡Por favor Sadie!... Solo fue cortés— Fanny le restó importancia
—Está bien, como tú digas amargada.
[...]
Después de mil horas llegó la notificación de Iris. Entraron cuidadosamente a la habitación de Débora, al menos ésta chica tenía un gusto más sofisticado, la recámara no estaba tan desagradable, paredes blancas, muebles de madera, luces navideñas, plantas artificiales, muchas fotografías, artefactos de acrílico y etc. Se dirigieron al clóset y metieron las narices entre los ganchillos de ropa, hasta que encontraron algo protegido con una funda negra.