A world without them. #1 (Un Mundo Sin Ellos)

Capítulo 44

-Deja de poner esa cara.

-¿Qué cara? -pregunté en tono sarcástico mientras miraba con odio a la persona frente a mi.

-Fiorella, compórtate que es una cena familiar. -intervino Estefanía, traté de hacerle una mala cara pero noté que ella aguantaba la risa mientras servía jugo de maracuyá a mi vaso de cristal, toda esta extraña situación la divertía y ¿a quién no? era una excelente ocasión para molestarme.

-Claro, familia. -respondí tratando de calmarme, Alberto estaba jugando con su servilleta con la intención de hacer un extraño tipo de origami que aprendimos en una feria china, estiré mi mano y sacudí su cabello, era una especie de terapia para la euforia, mi hermanito entrecerró los ojos con ternura y me sonrió, pero mi padre tosió ferozmente para que la amargura vuelva a invadir mi ser, solo quería que le prestase atención y lo único que estaba logrando es que quisiera lanzarle mi preciado jugo, le dirigí una mirada furiosa por el mal momento que estaba pasando gracias a él.

-No estés molesta, tratemos de llevarnos bien. -la estúpida estiró su mano para hacer las paces pero yo la alejé con velocidad por miedo a que me infectara con su putería, ella me respondió con una ridícula sonrisa, jamas pensé que alguien me iba a caer tan mal.

-Cuidado me contagias. -hablé con una expresión de asco en mi rostro, la novia de mi progenitor me miró molesta por hacerle ese comentario a su hija, Estefanía escupió un poco del agua que estaba tomando y mi padre masajeó sus sienes implorando paciencia, tal vez mi actitud era muy inmadura pero ¿cómo querían que me portara ante la presencia de la nueva zorra de papá y su hija semi mexicana que estaba haciendo mi vida de cuadritos incluso expulsada del colegio?

Fernanda debería ser homenajeada en los premios de la Academia de los Oscar, porque a pesar de mi trato ella no se inmutaba, su sonrisa boba no desaparecía de su rostro y eso me irritaba aún más, ojalá tuviera el valor de saltar sobre la mesa y coger su rostro para molerlo a golpes pero debía de mantener la compostura, como toda una dama que soy.

Para calmar la tensión, mi papá llamó al mesero e hizo los pedidos para nuestro primer almuerzo con la nueva compañera que escogió por amor, rodeé los ojos con exasperación por la manera en que se miraban.

-Que coincidencias de la vida, mi hija y la tuya estudian en el mismo colegio. -comenzó a decir la señora cuyos senos llegaban hasta el borde de la mesa y tenía un labial de color muy intenso, meneó sus hombros hacia mi padre haciendo que sus sandías bailen de un lado al otro causando que me mareara, era una mujer con exceso de maquillaje que no servía para nada pues sus arrugas eran notorias, parecía una Barbie luego de 4 cirugías fallidas, le guiñaba el ojo a mi padre y le sonreía coquetamente desde que llegamos, me causaba vómito este panorama y no lo encontraba apropiado para Alberto, era demasiado espectáculo para un niño de 10 años; comprendí que los hombres no abandonan a una mujer por algo mejor sino por algo más fácil.

No soportaba pasar un hermoso Miércoles por la tarde en un restaurante junto con Fernanda Escobar y la amante de mi padre, esto sin dudas era el peor que los castigos de parte de mamá, tolerar a la molesta tipa y conocer el descaro de la secretaria eran inaudito.- Fiorella, ¿en qué curso estás?

-En segundo de bachillerato. -respondí sin dirigirle la mirada, saqué el celular de mi bolso y empecé a revisar Facebook para que note que no deseo cruzar ni dos palabras con ella.

-¿Y tu Albertito? -preguntó con voz chillona pretendiendo ser tierna, miré de reojo y ella tenía la mirada puesta sobre mi hermanito.

-Estoy en... quinto año de básica. -contestó de manera tímida sin levantar la vista hacia ella, me parecía muy extraña la actitud de Alberto porque él siempre resulta ser amistoso con todos, al contrario de mi.