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Era más de media noche cuando tara regreso a la tienda de Magie. Para su sorpresa, los chicos se encontraban ya dormidos. La robusta mujer le informo de que los baños ya estaban cerrados, por lo que tendría que acostarse apestando a desechos de paloma y halcón, pero no sin antes, que Magie le curara las heridas que las aves le habían hecho en los dedos.

Así fue como los chicos rellenaron aún más su apretada rutina diaria. Cada mañana se despertaban temprano para repartir los desayunos, luego cada uno se iba donde sus nuevos maestros. Magie les empacaba el desayuno para que lo compartieran con ellos. Después de una rápida revisión de sus tareas mañaneras, debían partir al punto de entrenamiento con su maestro Aaron; solían llegar cansados a mas no poder, pero nadie se atrevía a negarse a los requerimientos de su maestro, por lo que hacían lo posible para poder cumplir con la rutina diaria, solo para volver al campamento lo más rápido posible, ir directo a buscar la cena que compartían con sus otros maestros y desempeñarse en las labores que estos les asignaban.

Casi no tenían tiempo libre y el agotamiento era extremo, pero de alguna manera lograron salir adelante. Con el correr de las semanas comenzaron a llegar más temprano al sitio de entrenamiento. Luego Guillem fue el primero en poder terminar su rutina diaria, a la semana los 3 volvían al campamento antes del anochecer. Sus cuerpos y mentes comenzaban a funcionar a un ritmo diferente, más rápido y eficiente. Lograban llegar a tiempo para ayudar a Magie con el reparto de las cenas y aun les quedaban algunas horas para aprender de sus tutores personales.

Ferran descubrió que Magie usaba una extraña planta como aliño. Una raíz muy escasa que también era utilizada en gran cantidad de pociones tanto curativas, como regenerativas.

Guillem se percató de que el cuchillo favorito de la robusta mujer, estaba hecho de acero negro y la empuñadura tenía un elegante tallado de intrincadas formas florales.

Tara tardó 3 semanas pero se ganó la confianza de Hoky, el halcón más joven, y con esto también la de Mica, el jorobado gruñón que jamás se quitaba la máscara de madera.

En el campamento, la mayoría de los chicos de su edad solo tenían miradas de rencor y resentimiento con el trio de hermanos, pero como Guillem se preocupaba de acompañarlos donde sus tutores y luego ir a buscarlos. Nadie se atrevió a hacerles nada.

Durante su instrucción personal, Ferran aprendió sobre plantas silvestres, la elaboración de cataplasmas curativas y uno que otro veneno. La anciana Chaza lo educo con paciencia infinita y este poco a poco se fue templando. A los 3 meses la anciana le cedió un morral de cuero lleno de pequeños compartimientos donde guardar sus hallazgos.

Guillem pulió la destreza de sus manos y dedos. Si bien comenzó como una clase de sutura, Magie se encargó de enseñarle todo tipo de habilidades que requerían paciencia y precisión, desde tejer un botón hasta engarzar una pequeña roca en un anillo; como premio por sus avances la cocinera le cedió una valiosísima navaja que, aunque pequeña, tenía la hoja de acero negro. Lo cual garantizaba su durabilidad y filo.

Tara aprendió los tejes y manejes de toda la palomera y la halconera. Aprendió a lidiar con aquellas criaturas y logró ganarse la confianza de las aves más hurañas del torreón. Mica la instruyó para que pudiera leer el estado anímico de las aves solo con mirarlas. Le enseño como generar un vínculo con ellas y despertar su lealtad, además de los protocolos a la hora de enviar mensajes y usar a los halcones como depredadores.

Después de una larga jornada de entrenamiento con Aarón, este los reunió bajo un gran árbol donde tenía colgada su hamaca.

—Veo que los tres ya están mucho más parejos, su condición física es decente y manejan las armas con cierta habilidad. Normalmente este sería el momento en que comenzamos con el verdadero entrenamiento para definir su posición dentro de un equipo de asalto, pero salvo Guillem, quien es un ejecutor nato, no tengo idea de que rol podrían desempeñar ustedes dos— les confesó el maestro bastante contrariado.

Los chicos se miraron, no sabían que responder. Pensaban que todo iba viento en popa, sus progresos eran notorios y avanzaban a pasos agigantados comparados con el resto de chicos de su edad.

—Envíe a Tara con un mago para que le enseñen magia, yo seré un espadachín— dijo Ferran lleno de confianza, ignorando la fría mirada que Tara les dedicaba cada que decidían por ella.

—Estaba pensando en hacer lo contrario— Le respondió Aarón —Aunque ya no es tan fácil provocarte durante la cena, aun no confío en que puedas mantener la cabeza fría con un enemigo delante. Además los elfos tienden a subestimar a las humanas incluso más que al resto de nosotros— Le explicó.

— ¡No puede hablar enserio! Si tara se encuentra en primera línea ¡ninguno de nosotros podrá desempeñarse como debe! — esgrimió Guillem nervioso ante la idea de exponer tanto a la chica.

— ¡Oigan! Si el maestro Aarón determina que seré más efectiva espada ¡pues entonces seré una espada! — dijo a gritos la chica que ya estaba harta de que hablaran como si no estuviese allí.

—Descuida Tar, no es como si me importase mucho lo que piensen estos subnormales— Le respondió el maestro sin alterarse, aunque los chicos no se lo tomaron muy bien.

Los hermanos siguieron argumentando el por qué no era correcto que Tara estuviese al frente, a lo que la chica respondía que era perfectamente capaz de cuidarse sola. Solo después de varios minutos Aarón pareció tomar una decisión.

—Vayan al campamento, mañana comenzaremos con la siguiente parte de su adiestramiento— Los despidió sin prestarles mucha atención pues tenía mil cosas en la cabeza.

El trio volvió al pueblo, pero durante todo el camino los chicos intentaron convencer a Tara de que desistiera de su afán por estar en primera línea, aunque sin mucho éxito.

Repartieron las cenas como todos los días y luego cada uno partió con su tutor.

Ferran volvió temprano y pretendía esperar a que sus hermanos regresaran antes de irse a dormir, pero el baño caliente lo relajo tanto que se le hizo imposible. Aquella fue una noche bastante dura. Las pesadillas lo acosaron toda la noche y a la mañana siguiente despertó solo en el camastro.

Confundido, se levantó tan rápido como pudo, pensando que se le había hecho tarde. Magie lo esperaba sentada a la mesa y con una expresión bastante nerviosa.

—No te molestes en preguntar por ellos— Le dijo con cierta impotencia en la voz —Aarón solo necesita un reemplazo para su grupo de asalto— sentenció.



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