Tara. 4

36 11 19
                                    

Sus hermanos pronto alistaron todo para marcharse. Vay cargaba a Zara en su espalda y entre Tara e Isi se repartieron el resto de cosas. Iban realmente cargados y Tara no se hacía a la idea de viajar por el peligroso bosque con tanto bulto pesado.

Cuando se disponían a partir, Vaylor silbo y los pequeños perritos llegaron corriendo muy alegres.

-Chicos, sé que les pedimos demasiado pero necesitamos volver con el maestro Kay- Les dijo a modo de petición.

-Si nos hacen este favor, estaremos en deuda con ustedes- agregó Isi.

Tara no entendía como los tiernos cachorros podrían ser de utilidad, pero no esperaba lo que pasaría.

Los pequeños animales asintieron levemente y sus ojos se volvieron de un color celeste muy intenso, antes de empezar a emitir una tranquila llama de magia pura. Su pelo se volvio etéreo y de un intenso color azul que parecía contener el cielo nocturno. Los pequeños perritos perdieron su tierna apariencia para crecer tanto como un lobo adulto. La poco funcional anatomía de los animalitos se cambió por la de depredadores perfectos,  diseñados para correr, saltar, morder y matar.

Tara no podia creer estar contemplando a tan hermosas y feroces criaturas. Su majestuosidad era tal que opacaba a la de los elfos o cualquier otra cosa que hubiese visto. Sintio el deseo de arrodillarse pero  cuando se disponía a hacerlo Isi la detuvo.

-No es prudente someterse ante estas jóvenes bestias astrales, no están listas para algo como eso- Le comento mirándola de reojo.

La chica asintió y observó como Vay se acercaba a una de las magníficas bestias. Con un movimiento bastante lento posó la mano en su magnífico pelaje antes de que ambos desaparecieran.

Tara abrió los ojos como platos, más aun cuando su hermana comenzó a acercarse a la otra. Con un gesto le indico que la siguiera, pero aquello era más fácil decirlo que hacerlo. A cada paso que daba sentía como todos sus instintos le indicaban que debía huir, que acercarse no era prudente, que aquella bestia era en extremo peligrosa.

Al notar lo difícil que se le hacía a su hermana, Isi opto por una salida más sencilla. La tomó de la mano y solo ella continuo hasta tocar a la bestia.

Tara sintió como todo su cuerpo se revolvía, sus músculos se apretaron de forma violenta. Cayó al suelo completamente adolorida y sin aliento, pero ya no se encontraba en el bosque. Frente a ella Luminolo se encontraba en posición de combate con el arco ya tensado.

-Por los doce, esa no es forma de presentarse en un campamento!- exclamó el nervioso hombre  sin bajar su arco –Donde está tu hermano?- Le preguntó a Isi ignorando por completo a Tara.

-Debe haberle pedido a Gogo que lo llevara con el maestro Kay- Le respondió la chica como si ya se conocieran.

-Y tú a que vienes por aquí?- preguntó con cierto grado de hostilidad.

-Tengo que agradecerte por el regalo que le hiciste a mi hermana- Lo increpó con frialdad.

En un parpadeo Lumi disparó contra Isi, la cual movió ambas manos como si sostuviera una espada y el proyectil del arquero se hizo pedazos. Tara podría jurar que la pareció ver un pequeño destello azulado, similar a una espada, que duro lo mismo que tardo la flecha en destrozarse.

-Realmente son unos monstruos, la chica sigue viva y todo indica que dominaste una nueva técnica- dijo el viejo Lumi tras un silbido de admiración, ante lo           que había hecho la chica.

-También a ella trataste de matarla, viejo demente- respondió Isi con desprecio.

-Necesitaba confirmar mi teoría, ya no podría estar más seguro de que estoy en lo correcto- contestó tensando nuevamente el arco, esta vez preparando una flecha mágica.

Proyecto MikarkoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora