Guillem. 10

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Nada más levantarse Guill se dio cuenta que no estaba entre amigos. El arquero lo miraba fijamente, como esperando cualquier excusa para meterle una flecha entre las cejas. El tarcano por su parte observaba fascinado la degradación del cuerpo del elfo. Los restos de Veraz, como los de todos los elfos al morir, rápidamente comenzaba a deshacerse en un polvo brillante que la brisa dispersaba en todas direcciones.

Trevor, con actitud relajada, observaba los arboles como si pudiese ver mucho más allá de lo que permitía el follaje.

-El grupo de Máximo necesitará ayuda- comentó Trevor tras un momento.

-Yo no iré- respondió enseguida el arquero con la voz rasposa y oxidada.

-Nos ya no podemos conjurar hielo- dijo el tarcano con una extraña voz múltiple, sonaba como si un hombre y una mujer hablasen al unísono.

-Podríamos enviar a nuestro camarada- sugirió el joven mirando a Guill de reojo –Pero no confío en él- soltó como si no fuese gran cosa.

-Bienvenido a mi mundo- bromeó el arquero con hostilidad.

Guill no dijo nada. Se quedó mirando a Consuelo ahí tirada, inconsciente. Le había fallado, pero a la vez seguía viva. Solo debía procurar su seguridad durante su captura, aun si para ello tenía que seguir colaborando con los rebeldes.

-Mientras mi señora este bien, no les daré ningún problema- declaró entonces el joven agachándose para cargarla.

-Alto ahí mocoso- amenazó enseguida el arquero –Trevor, desvístela-

Guill enseguida se giró con afán de levantarse, pero una flecha ya le apuntaba al pecho a menos de un palmo de distancia.

-Vamos mocoso, hazlo! Dame un motivo para liquidarte!- Lo invitó el salvaje hombre.

-Tranquilo Lumi, como dijo, no hará ninguna estupidez mientras la elfa este bien- comentó Trevor agachándose y quitándole el cabello de la cara a Consuelo, parecía disfrutar el contemplarla.

-Las elfas no visten armaduras, ni portan armas ocultas- Se apresuró a decir Guill para evitar que la menoscabasen –Ella me lo confío durante nuestras prácticas-

-La ingenuidad del joven Pradoverde solo es comparable con la de sus hermanas, iremos con Maximo- informó Blair, el tarcano, antes de retirarse.

-Alto! Donde esta Tara! Que le hicieron a mi hermana!- reaccionó Guill con violencia solo para ser sujetado del cuello por Trevor.

-Dijiste que te comportarías – Le recordó Trevor tras ejercer algo de presión en su agarre mientras Guill levantaba ambas manos en señal de sumisión al verse derrotado.

-No se puede confiar en estos agentes de los elfos! Se lo advertí a Kay!- espetó Luminolo tensando aún más el arco –Debemos encargarnos de él ahora que podemos!-

-Todavía puede sernos útil, cuando deje de serlo podrás hacer lo que quieras con el- determinó Trevor soltando a Guill.

Tras una tosca tos al recuperar el aire, Guill volvió a erguirse. Tenía montones de preguntas pero no era el momento. Por ahora solo debía procurar la seguridad de Consuelo. Además, según el análisis de Aarón, que Tara no estuviese allí significaba que estaba segura.

Luminolo, el arquero, parecía enormemente ofuscado, pero no rebatió las palabras del joven Trevor. Solo se concentró aún más en vigilar a Guill, con la flecha siempre lista para disparar en cualquier momento.

-Como sea, concuerdo con Lumi en eso de desvestir a la elfa, no quiero sorpresas- convino Trevor –Y para que no creas que solo lo hacemos para verle los  pechos, tú serás quien lo haga- Le ordenó a Guill.

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