Juegos de guerra XI

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Febrero llegó rápidamente, en el colegio de magia y hechicería había una tranquilidad que irritaba, especialmente para los caballeros de Hogwarts, quienes habían continuado preparándose, solo tres acontecimientos habían roto la rutina, el primero es que Harry había liderado en un estrecho partido a su equipo en una victoria contra Hufflepuff por la copa de quidditch, el segundo fue la preparación de un musical muggle por parte de los profesores Flitwick y Weasley, finalmente el tercero fue un desmayo que sufrió David en una clase de pociones, siendo llevado rápidamente a la enfermería.

Las clases habían acabado por el día y el tejón de Hufflepuff estaba acostado, Madame Pomfrey le había dado varias pociones pero ninguna le hacia efecto, lo único que si tenía eran unas ganas tremendas de comer carne de cabra asada.

"Irónico...el año pasado hice que Malfoy y los demás Slytherin no tuvieran magia, además de que ninguna poción les sirviera, ahora parece que el destino quiere retribuírmelo, ¿habré actuado mal?, en su momento me pareció lo más adecuado".-pensó para sus adentros.

Tanto Sofía como Rose se habían quedado lo más que pudieron, aunque también se añadió Ginny al dueto, lo cual llamo la atención al castaño, más cuando llegó la hora de cerrar las chicas se tuvieron que ir, la luz de luna ingresaba por la solitaria enfermería, Madame Pomfrey ya dormía en una habitación cercana a su oficina, el reloj del asistente de estudios muggles empezó a brillar, lo cual denotaba que Harry había cumplido con su misión, la puerta de la sala se abrió para rápidamente cerrarse, el niño-que-vivió se quitó la capa de invisibilidad para dejarlo al descubierto a él y a una versión un poco más adulta del enfermo, junto a una mujer de pelo negro amarrado a una coleta que le caía por uno de los hombros, conocía a esa mujer, era la madre que obtuvo a los cuatro años, Elizabeth Anderson, la mujer se apresuró a abrazarlo, luego procedió a tomar su rostro con sus manos y revisarlo cuidadosamente.

-Ya estoy mejor Eli, solamente fue un poco de agotamiento.-dijo tratando de calmarla.

-No sabes lo preocupada que estaba por ti hijo, Sirius se comunicó conmigo, me dijo que Harry le aviso de tu desmayo, hicimos lo posible por venir a la brevedad, Harry ideó un buen plan para que yo llegara sin ser detectada.

-Gracias por tu ayuda Harry.-dijo el tejón haciendo un gesto con la cabeza.

-De nada, supuse que tenía que saber tu familia, use el espejo con el que suelo hablar con mi padrino para enviar el mensaje, luego fue solo ir a buscarlos a Hogsmeade, lamentablemente tu accidente llegó a oídos de Umbrigde, por suerte la logré convencer de que poner aurores en la puerta podría ser tomado como una provocación.

-Lamento que nos demoráramos tanto, pero...-dijo llevándose la mano al vientre.

-Digamos que tenemos que tomar algunas precauciones extra al viajar largas distancias.-dijo Daniel.

-Lo se, mi sobrinito parece haber crecido mucho desde navidad.-dijo acariciando la barriga de su cuñada.

-Ni te imaginas, me vienen muchos antojos, el pobre de Daniel a tenido que ir hasta tres veces en un día por pizza de piña, pero lo importante ahora es, ¿que fue lo que te paso?.

-Estaba en clases de pociones, todo bien, estaba preparando una poción cuando me empece a sentir muy mareado, sentí que los parpados me pesaban y luego todo se volvió negro mientras escuchaba a Cedric gritar mi nombre y el profesor Slughorn asustándose.

-Ya veo, se que la enfermera te revisó pero quisiera hacer un análisis nuevamente.

-Hazlo.-dijo tranquilamente el muchacho.

Mientras la medi-maga sacaba su varita y analizaba a su cuñado, Daniel y Harry hacían guardia esperando no encontrarse con ningún imprevisto.

-En verdad se parecen.-dijo Harry a Daniel.

Harry Potter y su conquista del mundo mágicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora