IRRESISTIBLE ©️✔️

Capitulo 12

CAPITULO 12

Tarde exactamente dos minutos en reaccionar.

El chico italiano, bajó completamente las escaleras. Tenía puesto unos lentes de sol, ni siquiera sabía porque los llevaba puestos, estaba lloviendo. Pude alcanzar a ver unos mechones de su cabello por fuera de la capucha que llevaba, efectivamente era gris. Miró a mi mamá y la saludó con un asentamiento de cabeza, ni siquiera giró su cabeza en mi dirección y mucho menos me saludó.

Ni siquiera parecía del tipo solitario y misterioso de las historias cliché, parecía más bien el tipo, arrogante y estúpido que se acostaba con todas las chicas. A simple vista se veía que se creía la gran mierda por ser aparentemente bonito.

Lo miré por unos segundos, ya no estaba embobada ni muchos menos, en aquel momento me sentí como la mierda, como un perrito de la calle al que ignoran por no tener pelos y ser feo.

―Está en el gimnasio. Mantén la compostura.

La mamá del chico habló con firmeza, aun así, no perdió ni un segundo la finura. Era una mujer elegante, bonita y adinerada. El idiota italiano hizo un gesto con la mano restándole importancia a sus palabras y luego, desapareció por un pasillo.

Lo seguí con la mirada. En mi mente la Ellie curiosa junto sus manos y la frotó como diciéndome: tenemos una nueva víctima para curiosear. Su actitud aparte de ser la de un idiota, era la de un chico seguro e interesante. Aquella noche, realmente prometía ser interesante y aunque me ordené como dijo la mamá del italiano: mantener la compostura. Mi curiosidad fue mucho más grande.

Mamá dijo algo sobre el hijo de la señora Ranieri siendo alguien imponente, le creí y la apoyaba en aquello, a simple vista se veía su seguridad y es que, hasta vistiendo unos simples vaqueros negros y una sudadera oscura se veía bien. Seguía con la mirada fija en las escaleras. Curiosa. Como si el tiempo pudiese echarse hacia atrás y el chico italiano pudiese volver a bajar por las escaleras. De acuerdo, lo admitía, el chico era guapo, se veía bien, tenía bastante clase.

El señor Ranieri de disculpó con mi mamá y salió de la sala. Yo estaba todavía allí, asimilando que aquel chico siquiera me había visto y lo peor era que, aquellas dos mujeres que no paraban de hablar sobre telas finas no parecieron darse cuenta de aquello. La sonrisa del rostro de mi mamá no desaparecía, en cierto momento me sentí feliz por ella, era la primera vez en años que la veía relajada hablando con una mujer aparentemente de su edad.

Miré hacia todos los lados, no sabía con exactitud que buscaba. De pronto me sentí agotada y quise dormir, quise darme un baño con agua caliente y acurrucarme toda la noche entre las cobijas. La mamá del chico italiano rompió todos mis deseos cuando abrió la boca para decir:

―Cenamos a las nueve, preciosa. Todos.

Recalcó aquella última palabra como diciéndome: que ni se te ocurra faltar. Estaba más que claro que todos ellos eran una familia unida. Cuando entendí lo que había dicho asentí con la cabeza, ella me sonrió y luego volvió a hablar con mamá.

La misma chica que nos había abierto la puerta, se acercó a mí unos segundos después. Tenía unos lindos rizos castaños envueltos en una especie de moño. Su rostro era ovalado y tenía ciertos rasgos finos. Sin duda la chica era demasiado bonita, de no ser por su uniforme hubiese pensando que pertenecía incluso a la familia.

―La llevó a su habitación, señorita.

Ella prácticamente me quitó la mochila de los hombros. Comenzó a caminar hacia las escaleras, la miré extrañada, se sentía extraño ser llamada de aquel modo. Estaba quieta mientras ella subía las escaleras, un tiempo después reaccioné, y la seguí. Ella se detuvo delante de una hermosa puerta blanca, sacó una especie de tarjeta de su bolsillo y la pasó por algo que tenía la puerta. La puerta se abrió y ella me tendió la tarjeta. Cuando avancé hacia la habitación casi se me cayó la baba allí mismo. Aquello era impresionante, realmente lo era, también era gigante y extremadamente lujoso, ni siquiera sabía que algo como eso podía existir.