Capitulo 37

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CAPITULO 37

Dante Ranieri

Dos años atrás, 2017

Lo primero que llamó mi atención fue su aura de chica rota.

Ella estaba llorando desconsoladamente cuando la miré por primera vez. Estaba sentada mirando hacia la nada, su mirada estaba perdida y me era imposible verificar que estaba mirando exactamente. Sus ojos se movían por todo el alrededor de la cafetería del pueblo. Llevaba puesto un vestido azul floreado, ella no parecía ser el tipo de chica que usaba vestidos pero le quedaba bien. Estaba arrugado y me atrevía a decir que machado por algo de un color medio marrón en algunos lugares. Parecía incluso sangre.

Estaba sentada sola en una mesa al fondo. Parecía perdida en sus pensamientos, ni siquiera se había dado cuenta que estaba llamado la atención de varios curiosos, me incluía. Su apesto, sus lágrimas y su soledad; llamaban bastante la atención.

Su cabello castaño estaba recogido en un perfecto moño. El color negro en sus mejillas confirmaba que llevaba maquillaje. Sentí pena por la pajilla del batido que se estaba tomando. La movía de un lado a otro como si su único deseo fuese acabar con ella. Estaba furiosa y dolida.

Miré la hora en mi reloj y me di cuenta que Dominic llevaba diez minutos de retraso. Odiaba la impuntualidad. Pero no me quejaba, estaba teniendo más tiempo para mirarla. Para leerla muchísimo mejor.

No podía apartar mis ojos de ella. Parecía perdida. Y por un momento me vi caminando hacia ella y tomando asiento a su lado. Me aguanté las ganas. No era ese tipo de chico. Era el tipo de chico cliché que esperaba tener la atención de alguien para ―como decía mi hermano―atacar.

Mi celular sonó haciéndome apartar la mirada de ella. Al ver que se trataba de Dominic respondí de inmediato. Necesitaba saber porque demonios estaba tardando.

―Diez minutos tarde.

Escuché su risa y luego la de alguien más. Ahora entendía, estaba con Zoe, la chica que lo traía loco. Parecía un estúpido, lo veía y solo veía corazones flotando a su alrededor.

―Lo siento, llegaré unos minutos más tarde.

No dije nada simplemente colgué. ¿Para qué me molestaba en decirle algo?, él estaba en esa etapa de enamoramiento en la que veías mal todo lo que se te decía en contra de tu amada. Cualquier cosa que le dijera se la tomaría a mal y terminaríamos discutiendo. Lo conocía.

Aparté el celular de mi oreja y le pedí un café a la chica de cabello rojo que estaba atendiendo. Su mirada era curiosa mientras me mirara. Una sonrisa se formó en sus labios cuando me pilló mirándola. Era caliente, no se podía negar. Quizá era un año mayor que yo. Dios, pero como me encantaban las mayores.

Estaba de visita en aquel lugar, lo pueblos nunca fueron mis favoritos, siempre prefería la cuidad pero, mi papá estaba haciendo unos negocios aquí y mi mamá insistió en que debíamos venir con él como la familia unida que éramos. Eso era una gran mentira, no éramos una familia unida, éramos todo, menos eso.

― ¿Algo más? ―la chica preguntó mientras ponía de forma cuidadosa el café frente a mí. Colocó un mechón de cabello rojo detrás de su oreja y sonrió nuevamente. Sabía lo que estaba haciendo, estaba coqueteando conmigo. Y se veía demasiado caliente haciéndolo. De acuerdo, lo admitía, tenía una leve debilidad con las pelirrojas.

― ¿Cómo te llamas? ―pregunté a cambio, sus ojos brillaron mientras se apoyaba de forma sexy en la barra de pedidos. Sus pechos resaltando en ese caliente uniforme. Virgen, debía ser un crimen.

IRRESISTIBLE ©️✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora