Capitulo 19

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CAPITULO 19

La muerte.

Según Google la muerte era: un efecto terminal que resulta de la extinción del proceso homeostático en un ser vivo; y con ello el fin de la vida.​

El fin de la vida. El abandono a los seres queridos. El no volver a ver sonreír a esa persona nunca más. El extrañarla como el demonio.

La cosa era así: siempre desde mis ocho años había sido una niña diferente. A mí no me gustaba jugar con Barbies. A mí no me gustaba peinar mi cabello. Por alguna extraña razón a mis ocho años todos me aislaron. Me veían como la niña rara que no jugaba con nadie porque pasaba por una extraña situación de locura. Nadie sabía de mi enfermedad en el colegio, o al menos eso era lo que aseguraba mamá. Cuando cumplí los nueve, tenía muchísimas ojeras y ya no hablaba con nadie. Un día, mientras masticaba una hamburguesa una niña cortó mi cabello. Así de simple, lo cortó con una tijera.

La razón: la niña quería tener alguna reacción de mi parte. Quería verme aunque fuese enojada. No lo consiguió. Me valió muchísimo aquello. A la niña de ojos verdes si le importó que mi cabello largo quedara por encima de mis hombros. Dos días después tratando de arreglar lo que había hecho me obligó a ir con su mamá que era estilista en ese tiempo. Su mamá lo cortó mejor y le dio muchísimos cuidados, mi cabello fue creciendo. Para ese entonces pasaba muchísimo tiempo en casa de la niña. Poco a poco nos fuimos haciendo amigas aunque a su mamá nunca le agradé.

Así comenzó nuestra amistad.

Así de una manera tan poco convencional comenzó la amistad entre Zoe y yo.

En la realidad me encontraba llorando. Tenía las manos juntas y los ojos rojos. Había decidido tomar el consejo de Evans y visitar la tumba de Zoe. Ahora, estaba viendo claramente las consecuencias. No podía siquiera dejar de llorar.

Pase mi mano derecha por su lápida y limpié un poco de polvo allí. No había mentido cuando mencioné que no me gustaba en lo absoluto venir al cementerio. Era mi lugar menos favorito del mundo.

―Lo siento ― mi voz salió baja, afectada. Seguía con la mano en la lápida así que, limpié otro poco de polvo, me quedé nuevamente mirándola, segundos después cuando me creí capaz de hablar nuevamente, agregué: ―De verdad siento no venir muy a menudo. No te olvidé, lo juro. Tampoco olvidé lo que te prometí.

Unos tulipanes descansaban en el lugar que se suponía iban las flores. Sonreí sin nada de gracia, más que nada porque Zoe odiaba esas flores. Realmente Zoe odiaba todas las flores. Era el tipo de chica que decía que las flores se secaban, que ni siquiera olían bien.

Cuando pequeños sollozos dejaron mis labios entendí porque aún era tan difícil para mí hablar de ella. Cuán difícil para mí  era escuchar su nombre. Era recordar su muerte. Zoe siempre había estado ahí y ahora no tenerla me destrozaba.

―Cuanto te extraño ―seguí hablando. Me gustaba creer que de alguna forma ella me escuchaba ―No tienes idea de cuando lo hago.

A mi mente de inmediato llegó un recuerdo desgarrador:

― ¡¿Dónde está?!

Una Ellie triste había gritado. Mis pies dolían y ardían pero eso no superaba ni en una cuarta parte el dolor que estaba experimentado.

En aquel momento no lo creí. No podía ser verdad, Zoe no podía estar muerta.

Todos me miraban con pena, los ignoré y a paso rápido caminé hacia donde se encontraba llorando descontroladamente la mamá de Zoe, sus ojos vidriosos me miraron. Aún en aquella situación en sus ojos estaba reflejado el desagrado. Nunca en realidad, entendí porque su odio hacia mí. Aun así, unas lágrimas salieron de sus ojos, sin poder evitarlo lágrimas de dolor salieron también de mis ojos. No podía ser verdad, aquello no podía ser verdad.

IRRESISTIBLE ©️✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora