Capitulo 31

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CAPITULO 31

Cuatro días.

Habían pasado cuatro días desde lo que pasó en mi casa. Cuatro días en los que no había podido hablar con Kania ―la chica pelirroja de la cafetería― porque al parecer la tierra se la tragó. No, no lo decía en broma, de hecho, eso fue lo primero qué pasó por mi cabeza cuando la busqué más de dos veces en la cafetería y había otro chico en su lugar.

Busqué todas las opciones posibles para comunicarme con ella; pero nada. Su celular no timbraba, no estaba en su casa, su mamá se negó rotundamente a decirme algo con relación a ella. Aunque por sus ojos rojos e hinchados podía deducir muy fácilmente que algo le había sucedido a Kania. El no saber nada de ella era algo que me molestaba en demasía. Aunque a ciencia cierta también me preocupaba un poco su paradero.
Estaba frustrada y muy molesta. Demasiado diría yo. Quizá por eso y por no mirar hacia el frente me encontraba en una situación un tanto vergonzosa. Aunque era más bien una especie de cliché.

Todos ustedes que han estado leyendo esta historia, tienen muy en claro que lo mío siempre era meterme en problemas. Nunca aprendía la lección, yo sabía dónde decía «peligro», más sin embargo, por una razón u otra siempre terminaba allí, metida hasta el fondo. Al parecer lo que yo tenía era un buen imán que solo atraía problemas.

Suspiré agobiada cuando me digné a levantar la cabeza. El rostro del chico que tenía delante estaba contraído en enojo, furia. Por primera vez en muchísimo tiempo estaba delante de alguien que me miraba con alguna expresión en su rostro. Estaba rodeada constantemente de personas con una máscara de neutralidad en el rostro, pero aquel chico parecía tener todo lo que quería gritarme plasmado en el rostro.

Su cabello negro estaba oculto tras un gorro gris de lana. Debía admitir que, ver a un chico con ese tipo de gorritos me parecía adorable. No podía ver sus ojos porque también estaban ocultos tras unos lentes negros de sol. Era alto, incluso muchísimo más que Jayden y eso ya era mucho que decir. Podía ver claramente como sus cejas se fruncían, sus labios estaban apretados y daba la impresión de que en cualquier momento él acabaría conmigo. O peor aún, me tiraría por algún puente y me dejaría morir bajo el agua. De acuerdo, quizá, estaba siendo un poquito dramática.

Lo entendía, más que nada porque si a mí me hubiesen tirado un batido de chocolate en mi sudadera blanca en aquel momento no estaría de pie allí mirando a la causante de ello como si nada, yo estaría sobre esa persona acabando con su cara. En más de ocasión mencioné que la violencia es el último recurso, era una hipócrita en cuanto a eso. A lo primero que recurría en momentos así era a la violencia. Tenía alrededor de cinco minutos paralizada mirándolo fijamente. Esperando alguna especie de reacción por su parte, después de dos minutos allí me di cuenta que me había quedado paralizada porque su rostro a medio descubierto me parecía conocido, sus facciones me recordaban a alguien. Segundos más tarde ―y dejándome aún más pasmada allí― descubrí entonces que el chico que tenía delante, era el mismo que había visto cuando estaba succionando la boca de Carter. Ese que se nos había quedado viendo fuera de la cafetería como algún enfermo.

― ¿Puedes dejarme pasar por favor―él habló al fin frunciendo el ceño. Respiró hondo como si se estuviera controlando. Se movió hacia un lado, con la intención de cruzar por mi lado, no estaba en las mías dejarlo pasar, yo quería saber porque él nos estaba mirando aquel día. Así que, me moví en su misma dirección, su rostro de contrajo en confusión. Levantó la mano, y las colocó sobre los lentes, estaba segura que se los iba a quitar, y me emocioné, pero entonces sentí como me miró fijamente por unos segundos que parecieron eternos y bajó su mano lentamente. Aquello fue como si de repente él tuviese todo claro en su  mente. Estaba segura que en aquel momento me reconoció.

IRRESISTIBLE ©️✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora