Apetito

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- ¿enserio le temes al rojo?

- no le temo, tengo un alta sensibilidad a él, lo odio, es como si chillará en mis oídos.

- ¿era algo de Dante?

- siempre lo tuve, cuando llegue era horrible, había rojo por todos lados.

- ¿rojo?

- lava, es curioso, la tierra tenía una temperatura muy alta, siempre pensé que jamás habría vida en el planeta, es por eso que no deberían descartar los planetas que parezcan inhóspitos.

- ¡¿qué tan viejo eres?! - le preguntó y él solo ríe, y me hala del brazo

- vamos a tomar cerveza verde - me dice.

De ese día en adelante tengo que saltarme varios años, hasta 1985.

- ¿por que? Y te estas saltando un par de años - se enojo un poco

- Diego es mas de lo mismo, Dante me dijo algunas cosas de su niñez, pero nada del otro mundo, que tuvo una nana, como eran esos tiempos, mire más detalles de su personalidad, por ejemplo, sus niveles de enojo.

- ¿sus niveles de enojo?

- Diego si te cuento cada cosa que hice, no voy a terminar nunca, estoy resumiendo, por eso salto meses o semanas, voy resumirte lo que paso en esos años.

Si Dante se enojaba contigo lo mejor era que te lo dijera, de pendiendo de cuan molesto estaba se media el peligro, si metías la pata y sabías que había sido en grande era una mala señal que fuera amable, mientras mas agradable era significaba que peor te iba a ir, si era algo simple solo te gritaba y te daba una patada, también me di cuenta que algo tramaba, las muertes habían sido estratégicas, hacía todo premeditado, todo lo pensaba como en un gran juego de ajedrez, por ejemplo descubrí que una de las personas que mate tenía tierras en territorios boscosos y no quería vender, el tramaba algo pero nunca supe exactamente que, también me enteré de que hacía trata de blancas, en la mafia también se hacía eso, pero los lugares que el tenía eran raros, eran subterráneos, además de que no entraban clientes, jamás me dejo entrar, el resto de cosas fueron iguales, el me pagaba por matar y yo invertía, ya me había mudado a una mejor casa, era una rutina, nos habíamos acercado mucho, cualquier idea que tenía de cogermelo se había ido, lo cierto es que hasta entonces nunca había tenido un amigo, Hayate había sido su maestro, en la mafia no habían amigos y aunque sabía que Dante podía ser peligroso estaba alerta.

- ¿no me consideras tu amigo? - me reclamo Diego

- es diferente, me gustaba tener un amigo con quien podía ser completamente sincero, es como la discusión de la espuma.

- ¡los niños se la comen!

- pues si eres tan idiota como para comértela mereces morir, es como cuando te dicen que asesinaron a una chica por citarse con un desconocido, la gente le tiene pena, y yo solo pienso, "que tonta" me agradaba estar con alguien que no fuera políticamente correcto.

- ¿y que paso en el 85? - me pregunto Diego

- varías cosas.

Él ya había cogido de ir mucho a mi casa, un día llegue y encontré que habían rascaderos en mi casa y una cama para gatos, también había juguetes.

- ¿como entraste? - le pregunto mientras veo como Andy ronronea de gusto en sus brazos, teníamos algo especial con ese animal, era como nuestro hijo en común.

- tengo una llave

- eso es violar mi intimidad - le digo mirando las latas de comida

- no tiene un buen entorno, tu no le compras cosas que necesite - se queja, saque una caja de donas de la nevera.

Detrás de tu rostroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora