¿Y la niña?

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Podía ver sus ojos verdes oscurecidos por la ira, su mano se hundió mas en mi y sentí como le rompía órganos vitales, no me defendí, estaba agotado emocionalmente, le amaba y él no iba a corresponderme, me sentía tan frustrado que lo dejaría matarme, es por eso que no de donde salió lo que salió.

Sin que yo le hubiera ordenado nada al anillo este alumbró y me cubrió de una luz roja intensa, después un estallido de energía que mando a Dante en un golpe que se oyó doloroso hasta la pared, te juro que no sabía que pasaba, la energía se metió dentro de mi y empezó a reparar los daños, pero Dante se me volvió arrojar encima haciendo que la energía roja lo volviera a mandar contra la pared, la avispa levantó una mano y la mesa del comedor se volvió una criatura con tentáculos, que me envolvieron el cuello para tratar de asfixiarme.

- ¿qué piensas que vas hacerme? no puedes hacer mucho contra mi, puedo volver a este cabrón en espuma si así lo quiero - le sentenció Dante hablándole a alguien que de seguro no era yo, el poder rojo lo atacó pero Dante soltó una nube de humo que parecía toxica, volvió la habitación cavernosa, estaba manipulando el entorno, es evidente que quería envenenarme, y trato de meterse por mi nariz, era gas cianuro, lo sabía por su olor a almendras, es altamente letal, pude admirar su poder, me había dicho que podía cambiar la biología de las cosas, no sabía que tanto, había alterado las moléculas del oxígeno en la habitación para convertirlas en otra cosa, ¿qué límite tenía? ¿por que no convertía de un chasquido de dedos las cosas como quería? Mi respuesta llegó mientras lo rojo trataba de cubrirme del gas y de atacarlo a él, mientras Dante usaba mas poder su piel comenzaba a partirse como si fuera un muñeco de porcelana, entonces lo limitaba su caparazón humana, se iba a partir en pedazos usar tanto poder, no sabia contra quien luchaba realmente pero era fuerte, lo que sea que estaba dentro de la avispa seguiría vivo pero él no, y eso no lo podía permitir.

- perdoname, no quise delatarte con tu hijo - dije tociendo - es solo que te amo, y me lastimaste por que cuando no me creiste, se que no me correspondes pero... - él me miro con indolencia - ¡soy un mono estúpido de acuerdo! No puedo evitar los sentimientos, por favor para - me ardían los pulmones - no quiero que te desbarates - le ruego mirándolo con los ojos húmedos.

- vale, tu ganas - dijo Dante dejándose caer en el suelo y volviendo a llenar la habitación de oxigeno, poco a poco todo se fue normalizando, él se restauro y yo me cure de mis heridas, todo dejo brillar y yo me quede tendido en el suelo mirando el techo, después de media hora se acerco gateando hasta mi, no me atrevía a moverme, pude ver su rostro de nuevo tenía esos bonitos ojos verdes que tanto me gustaban.

- mira - me ordeno mostrándome el celular, había varios mensajes de Altaïr estaba vez ya tenía la foto, le decía en pocas palabras que lo menos que podía hacer después de haberlo negado era soltarle dinero, y usaba muchos chantajes emocionales era evidente que ahora le iba a tocar volver a ponerse la mano en el bolsillo de nuevo, e irónicamente le decía "querido papito", eso me lo mostraba para hacerme ver para que estaba tan molesto.

- lo siento, si hubiera sabido que estaba escuchando no hubiera hablado - le digo mirando lo foto - pero esta precioso el adefesio - le digo incorporándome

- que no te ocurra ninguna jugada - me advierte que no me acerque a su hijo - no se te ocurra tocarlo.

- claro que no, me interesa el papa - le digo haciendo que me mire con los ojos entre cerrados.

- lamento que te sientas así, pero sabes que no puedo corresponderte - me dijo sin perder su pose de inalcanzable, claro que yo la tenia después del sexo con alguien que no me importaba.

Tenía muchas preguntas que hacerle, no me molestaba que hubiera intentado matarme, él me veía como una mascota y yo como algo parecido, como el que tiene una serpiente venenosa o un escorpión o cualquier otro fanático de animales peligrosos, sabia que me mordería si lo fastidiaba demasiado, en eso llegó la niña.

Detrás de tu rostroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora