Pusimos el pestillo e inmediatamente después de asegurarnos que estaba bien cerrado comencé a besarlo y a tocarlo
Lo tome de la cintura, le apreté el culo. Bray lo tenía firme, no por nada era modelo, tenía el cuerpo estilizado y era flexible, yo ya sabía donde tocarlo.
Metí mi mano bajo sus calzoncillos para poder acariciar con un dedo su agujero.
- ¡ah¡- lo sentí suspirar, lo pasaba con maestría, él estaba cada vez más cachondo, y se restregaba contra mi pecho mientras jadeaba en mi oído, yo empecé a decirle palabras obscenas sabía que le encantaba, le decía que le iba hacer hace.
Me comí su boca, mientras hacia que lamiera mis dedos hasta dejarlos bien húmedos logre meter uno en sus esfinger.
- ¡ah! - jadeo con fuerza
Yo sabía como mover mi dedo, a esa alturas era un experto, atenderlo bien ya que le sacaba dinero según él no me pagaba por eso pero yo siempre buscaba la manera de sacarle para la gasolina y un par de cosas mas, yo lo tenía manipulado con sexo, es que yo no me prostituía con hombres ellos tendían hacer demandantes cuando pagaban a Bray lo había conocido y seducido en un bar clandestino hace unas semanas, el joven era una belleza así que no me cuesta trabajo aunque su personalidad es un poco pesada y nunca lo tomaría a largo plazo, además que yo detestaba los compromisos, lo que paso con Yukari y lo demás en mi vida me había dejado el corazón muerto.
Lamí todo su cuello y lo volví a besar. Cuando quiso darse cuenta lo había despojado de su ropa y de la apretada camiseta que llevaba debajo.
De pronto me agache y desabroche sus pantalones en un abrir y cerrar de ojos, liberé su polla de aquel horrible cautiverio, tomándome mi tiempo para lamerla, dejando un par de húmedos besos sobre la cabeza.
Lo masturbo despacio mientras le chupo, lo tenía loco me esmeraba para crearle adicción.
Pero todo aquello era demasiado excitante, y su cara lo reflejaba me indicaba que probablemente se dejaría hacer cualquier cosa por mí. Y no estaba equivocado.
Mis dedos siguieron jugando en su culo y sabía que aquello le gustaba. También era lo que él quería, y me lo dejaba muy claro al no oponer ningún tipo de resistencia ante mis actos.
Era un puto milagro que nadie hubiese querido entrar durante aquellos veinte o veinte cinco minutos que llevábamos encerrados.
Cuando miré a Bray me lo seguí follando con un par de dedos, preparándolo para recibir mi polla.
Sus pezones estaban duros como canicas, me acerque para morderlo, y lo hice gemir alto.
Me tomó de sorpresa y me sentó en uno de los inodoros, me sacó el miembro y lo chupo como si la vida se le fuera en eso, pero estaba desesperado, entonces la sacó de mi boca y simplemente se agachó hasta tomar asiento sobre mi polla.
Normalmente yo tomó el control pero esa noche él estaba descontrolado, clavo las uñas en mi abdomen y comenzó a jadear. Mientras resbalaba una que otra vez por mi miembro, aceleré el ritmo de las penetraciones, y a moverme torturando su próstata me besó y yo no dudé en corresponderle, lo tome de la cintura mientras lo levantaba y lo estrellaba contra una de las paredes y lo sometía a un vaivén que lo hacía sacudirse.
- cómo coges hijo de puta... - me dijo mientras yo separaba más sus piernas para tomar impulso y así llegar a destrozar su próstata.
Lo hice acabar dando un grito que de seguro se escucho en todas partes lo bueno es que el lugar era de ambiente.
Yo me vine dentro de él, no tenía que cuidarme con condones.
Salí a sentarme en la barra de la discoteca y pedir un trago, se que él se quedo limpiándose, era una lugar gay, recibí un par de teléfonos, yo usaba camisas sin mangas para que se notaran mis brazos trabajados, tampoco eran muy anchas quería que se notara mi cuerpo, era lo que estaba tratando de vender, también era difícil hacerme publicidad en eso, vivía en un barrio de clase baja, las escasas mujeres que conseguía no pagaban tanto, así que carameleaba a Bray para sacarle cosas, ¿qué mas iba hacer? ¿conseguir un trabajo decente? Si claro.
Veo que mi acompañante se acerca a mi, es un joven muy hermoso, pero vacío y superficial, para vacío estaba yo.
- ¡mira eso! - me dice haciéndome ver a un tipo no muy agraciado físicamente que entró - deberían tener mas cuidado con quien dejan entrar - remata con autosuficiencia, yo blanqueo los ojos, lo escogí a él no por que fuera guapo eso había sido fortuito era por que hablaba español y yo apenas estaba aprendiendo inglés, a propósito de eso Glenda también me enseñaba, era profesora, ¿como le habría ido con el tipejo de la cafetería?
Llegue a mi apartamento en la madrugada y dormí hasta tarde, era raro que Glenda no hubiera llegado por mi en la mañana, era una mujer solitaria que vivía solo con gato, ella me había regalado una televisión solo para venir en las tardes a verla conmigo, creo que yo tenía culpa de que se hubiera confundido la dejaba en ocasiones dormir conmigo, para tener el desayuno caliente en la mañana, tal vez estaba molesta por lo que le dije, pero sabía que no la desalentaría, ya había descubierto que se llevaba mi ropa interior para hacerme oraciones raras para que me enamore de ella, nada sobrenatural funciona conmigo, como algo de lo que tengo en la nevera, pero empieza atardecer y ella aun no viene, Bray solo podía verme de vez en cuando él tenía una doble vida como la mayoría de los homosexuales de esta época, así que me la pasaba haciendo ejercicio aunque no lo necesitaba mucho así que conforme pasaron los días y Glenda no apareció ni contestaba el teléfono, la fui a buscar a su casa pero todo estaba oscuro, como si no hubiera nadie me asome y me dio un mal presentimiento, parecía que no habían estado en ella por días, vi al gato de Glenda caminar por unos tejados, lo llame y lo lleve a casa, era una persa de colores llamada Erika era un animal joven de un año, estaba un poco sucia, así que la limpie y le puse comida, no me caía bien su dueña pero tenía que admitir que era una distracción y ahora tenía mucho tedio, en Japón, era parte de las movidas de la mafia, que si bien no tenía amigos mas bien conocidos, pasaba noches apostando o haciendo algún trabajo, encargándome de algún soplón o sacándole información a un infeliz por medio de tortura.
Me acerqué un poco a casa de la madre de Glenda, vi a la señora salir, era una anciana que se parecía mucho a su hija, la vi cruzar la calle y me acerque tal vez se había enfermado y estaba con la señora.
- disculpe - la llame suavemente, vi que la señora puso cara de horror.
- ¡no me haga nada! - exclama agarrando su bolso, suspire, supongo que se me notaba en la cara lo que era, creyó que la asaltaría.
- no señora, quiero preguntar por su hija
- no se de ella, esta desaparecida ya la policía la busca - dijo mirándome con desconfianza, genial, la anciana detallaba mi cabello hasta casi las caderas, mi ojos rojos pintados con lo a su ver parecía sombra negra, y mi cara de pocos amigos, sabía que parecía salido de un concierto de metálica y de seguro ya se pintaba a su hija siendo sacrificada en un altar al Diablo por mi.
- yo voy mucho a la cafetería a la que ella va y no la he visto en estos días - le dije retirandome, ahora tendría que averiguar por esa estúpida, si la vieja le decía a la policía de un tipo raro pregunto por su hija y le daba la descripción la policía no tardaría en averiguar que nos veíamos seguidos, bastaba con que fueran a esa cafetería a la que ella iba mucho le dieran mi descripción y sabrían comíamos ahí seguido, es mas, que el día que desapareció estuvimos juntos, tal vez mi semen aun estaría dentro de Glenda, última vez que me preocupo por alguien.
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Detrás de tu rostro
ParanormalAkira Ayamo esta establecido en Inglaterra, ve pasar su vida inmortal aburrido hasta que conoce a un hombre que fisicamente es insignificante pero que oculta un secreto y una personalidad muy distinta. "Todo hombre es como la Luna: con una cara oscu...