Estaba echado en el sofá, pensando en Diego, ya le habría llegado el certificado de divorcio, solo era una formalidad pero Dante lo quiso para poder casarme.
Hizo la boda en tiempo récord, por todos sus contactos, ahora mas de un mes después no podía dejar de mirar el vientre de Dante, debe tener tres meses, por alguna razón pensaba que no era real el embarazo, hasta que no lo viera no estaría feliz.
- calmate, están aquí te lo juro - me dijo tomando una de las revistas del consultorio del doctor, me dijo que no era necesario pero no lo deje en paz hasta que lo traje, un momento... ¿están aquí?
- ¿como que están aquí? ¿son mas de uno? - le pregunte tocándole el vientre
- pues ahora son dos... - respondió cruzándose de piernas de manera elegante.
- ¿ahora son dos?
- eran tres pero... - me dijo haciendo que me estremezca - ese sangrado al comienzo de la gestación... ya había salido, no pude hacer nada.
- mierda - me queje dejándome caer - ¿por que no me lo dijiste?
- eres un poco sensible en ese aspecto - me dijo dando un suspiro y volviendo a la revista.
Se me paso un poco el mal trago cuando lo vi en la ecografía, estaban formados, sus corazóncitos latían fuerte, por un momento llegue a pensar que no siguieran ahí.
Aun cuando ya no era tan poco común el embarazo masculino nos miro raro el doctor.
- ¿ya se sabe que va hacer? - preguntó no perdiendo detalles de mis nuevos bebés
- no, aun es pronto - me dice el doctor
- son varones - es la respuesta siempre que me da mi avispa, tengo una sensación parecida a la decepción, quería una niña, pero si estaban sanos era lo único que importaba.
Cuando salimos me interpuse quería conducir, él me mira arqueando una ceja.
- no creo que debas conducir - le digo sabiendo que le encanta correr en el auto.
- ¿y eso por que? - me pregunta cruzándose de brazos de esa manera modosa que tiene.
- creo que debes sentarte en la parte de atrás con el cinturón, creo que de ahora en adelante debería llevarte a los lugares - le digo cerrando de nuevo la puerta que intenta abrir.
- escuchame una cosa greñudo - me dice puyandome con el dedo - si quieres cuidarme esta bien, me parece que es apenas tu responsabilidad, pero si intentas darme órdenes o controlar las cosas que hago mientras duermes te llenare el pito de miel y convertiré la sabana en hormiguero.
Entramos al auto y comienza a conducir como si fuera a ganar la fórmula uno, eso era lo que temía, la personalidad que se había montado, tenía el cabello en un estilo juvenil, usaba ropa informal y su auto era el modelo mas veloz con el de un junior malcriado, su forma de comportarse tampoco me gustaba, por que no había seguido con lo del empresario serio o con otra, ahora se comportaba con los demás era chispeante, eso acompañado de la manera de vestirse, los pantalones ajustados y la chaqueta de cuero marrón hacia que resaltara sus preciosos ojos verdes.
- ve con mas cuidado - le suplico viendo que no lleva ni cinturón.
- ¿qué te acabó de decir? Además para que quieres un auto como este si lo vas a usar como una anciana, como... tú - me dijo ignorándome
- si vas tu tengo que ir lento - le digo suspirando cuando llegamos y por fin bajamos de auto de la muerte, lo veo revisar la nevera y luego tomar el teléfono, no hay despensa, no tiene una sirvienta de planta, y él no esta pendiente, ya que ahora era un hijo de papi inútil, odiaba que hiciera eso.
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Detrás de tu rostro
ParanormalAkira Ayamo esta establecido en Inglaterra, ve pasar su vida inmortal aburrido hasta que conoce a un hombre que fisicamente es insignificante pero que oculta un secreto y una personalidad muy distinta. "Todo hombre es como la Luna: con una cara oscu...