III

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—Buenos días Noah, aquí está tu informe de ésta mañana —le dijo entregándole una carpeta—. Éste es del centro del Oeste, éste de aquí es de su empresa en el norte, y estos de aquí son los informes de las empresas que se encuentran en el continente del sur.

En total, el muchacho debía tener unas seis carpetas. Si algo conservaba en el tiempo de su padre, era el leer los archivos en papel.

—Gracias Leah.

—No hay de qué. Por cierto, aquí está su café también —sonrió dándole un vaso negro de etiqueta dorada—. Que tenga buen día, y cualquier cosa me llama.

—Gracias una vez más —sonrió suavemente, tomando todo e ingresando en su oficina.

Dejó las carpetas sobre su escritorio, y no hizo más que el intento de darle un sorbo a su café, que la puerta de su oficina se abrió una vez más.

—Noah, al fin llegas, no te imaginas el lío que es ese maldito auditorio —le dijo una rubia entrando, quitándole el café de las manos—. Discusiones por aquí, discusiones por allá. Qué unos proponen unas cosas, otros saltan a atacarlos como animales salvajes —pronunció antes de una profunda respiración y darle un trago al café—. Es un caos, a veces siento que trabajo en una jungla.

—Olvidé que hoy era la reunión, lo siento Alenka.

—Está bien, descuida —le dijo despreocupada, haciendo un ademán con su mano, y sentándose en uno de los cómodos sillones de la oficina—. ¿Cómo estás tú? ¿Cómo te sientes?

—Bien, o eso quiero creer.

—Es un avance. Te invito a cenar, ésta noche —sonrió, tomándolo por sorpresa.

—¿Qué? Pero-

—A las ocho ¿Te parece? Estaré lista para esa hora —sonrió, entregándole el café—. No me falles.

La rubia se fue de su oficina, y el moreno suspiró. Alenka era una muchacha muy agradable, quizás demasiado extrovertida, pero se había propuesto dejar su pasado atrás.

Era momento de continuar con su vida.

***

Tarareó una melodía mientras se pintaba los labios, terminando su maquillaje. Se soltó el cabello, dejándolo caer hacia su espalda y hombros, ondeado.

Tomó su celular y observó la hora, eran las ocho en punto. Sonrió ampliamente, y tomó su cartera, lista para salir de su casa. Al cerrar la puerta, observó un lujo auto negro estacionado.

Sí había venido, ésta vez, si había aceptado su "cita".

Alenka llevaba trabajando con Noah desde los veintiuno, actualmente tenía veintiséis años, y llevaba meses intentando salir con él.

Entendía que su jefe no la estuviera pasando bien, que aún continuara de luto, luego de décadas, que le costaba salir adelante. Pero ya era hora de encontrar una nueva mujer.

—Wou, que guapo estás —sonrió depositando un suave beso sobre la comisura de sus labios.

—Gracias, tú también te ves muy bonita —le dijo en un tono incómodo, abriéndole la puerta del auto.

—Los años pasan, y tú sigues con tan buenos modales —sonrió divertida—. Algo muy difícil de encontrar.

—Tú naciste en una época muy diferente a la mía.

—En eso tienes razón, has pasado por mucho. Qué fantástico debe ser poder haber vivido tantos años, conocer muchos lugares y personas.

Con la vista en la carretera, conduciendo, negó con la cabeza.

—No lo es, las personas que amas mueren, los amigos también. Y comienzas a quedarte solo, pensando que la mejor opción es aislarte, para no conocer a nadie y evitar sufrir una nueva pérdida.

—Entonces tal vez, sólo deberías tratar de una forma más íntima con unidades sintéticas, de ese modo, te evitas la incertidumbre de que ocurrirá luego. Ellos no mueren.

—Es por eso que tenemos una buena relación con Adam —le dijo sonriendo suavemente.

—Adam —suspiró la mujer—. En serio es un dolor de cabeza ese tipo, me sorprende que Laura siga con él. O quizás sólo a nosotros le gusta joder.

—Él tiene una personalidad muy... Peculiar —sonrió—. Es cuestión de saberlo tratar.

—¿Y por qué mejor no aprende él cómo tratarnos? Es más fácil que uno se acostumbre, a que todos tus empleados intente hacerlo.

—Tienes razón, hablaré con él.

—Gracias —sonrió divertida—. Oye no ¿Por qué te detienes aquí?

—¿No querías ir a cenar? —preguntó curioso.

—Sí, pero no aquí —le dijo frunciendo el ceño—. Vayamos a un club primero.

—Ale, no frecuento lugares con mucha gente.

—Entiendo que en el exterior no quieras hacerlo, pero éste es tu pueblo, Noah.

—Sí, pero-

—Vamos, será divertido —sonrió apoyando una de sus manos en los muslos de él.

Intentó ignorar aquello, y puso en marcha el auto una vez más, conduciendo hasta un club muy concurrido de la ciudad.

Y no hizo más que poner un pie afuera, que las personas rápidamente comenzaron a murmurar, algunas a acercarse a él para pedirle una foto, otras sólo para saludarlo.

—Okay, okay, es Noah Cocks, pero no está aquí para esto hoy —expresó la rubia, corriéndolos—. Vino a divertirse, no a que lo incomoden con sus flashes y preguntas.

—Noah, soy reportero de "A!" ¿Podrías responder unas preguntas? ¿Es ella tu nueva acompañante? ¿Es verdad qué-?

—Por favor, no estoy aquí para esto, responderé todas las preguntas que tengan —pronunció con calma—. Pero no en éste momento, enviénmelas a mis despacho.

Los tipos de seguridad del club, al notar que se trataba de Noah, fueron rápidamente a ayudarlo, alejando a las personas para que él y Alenka pudieran pasar.

—No habíamos notado que era usted, señor Cocks, de lo contrario habríamos actuado antes.

—Está bien, no es su culpa, muchas gracias por ayudarnos.

—¿Por qué ha salido sin sus escoltas?

—Porque iba a ser una cena íntima, pero... Terminamos cambiando de plan.

—Hola —saludó la rubia levantando la mano—. Sé que por mi estatura soy fácilmente ignorada, pero ésta vez me puse tacones.

—Lo lamento mucho señorita —se disculpó el alto tipo, por no haberla notado.

—Ya no importa, subiremos a la sección VIP —sonrió divertida tomando a Noah de la mano, y subiendo ambos las escaleras—. Siempre quise venir aquí.

—No hay mucho aquí, sólo que puedes ver todo desde un panorama muy diferente.

—No es sólo eso —le dijo llegando hasta unos lujosos sillones—. Aquí también te puedo tener sólo para mi, sin que toda esa gente metiche, intente acosarte —sonrió.

...

Creo, creo... Que tendré que cambiar de categoría 👀❤️

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