XXIX

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Tomó con cuidado a la niña, y la llevó hacia el interior de su casa, para acostarla en su cuna. Ya eran cerca de las once de la noche, y tanto madre como hija, dormían temprano.

Nathan las siguió por detrás, cerrando la puerta, esperando a Alenka en la sala.

—Descansa hermosa —sonrió acariciándole el cabello, antes de depositar un suave beso en su frente, y arroparla.

Al final, Ani había estado muy tranquila en la noche, se había portado más bien de lo que hubiese imaginado. Sólo se había puesto a llorar cuando Alenka se negó a darle el pecho, ya que estaban en público.

—¿Eres tú? —le inquirió curioso, al ver una foto sobre un estante, de una niña de aproximadamente tres años.

—Sí, esa soy yo en la playa —sonrió.

—Ver ésta foto, más me hace creer que Anika se parece a ti.

—Tú sólo quieres encontrarle parecidos a mi —sonrió divertida—. Pero ella se parece mucho a la familia de su padre.

—¿Segura? Yo la veo muy parecida a ti.

—Porque no conoces a su familia. La abuela de Ani era una humana artificial, y he visto las fotos de sus hijos, y te puedo asegurar, que tuvo niños preciosos. Todos tienen esa mirada características de ellos, ojos grandes y azules, y con rasgos finos en su rostro... Por eso Ani parece una muñeca —sonrió tiernamente, al ver un retrato de su hija.

—Pero tu mamá también es una humana artificial.

—Sí, pero ella es de tercera generación, donde nacían más parecidos a los humanos. Los de primera generación fueron mujeres, hechas con un aspecto más aniñado, y los ojos grandes eran típicos en ella.

La observó curioso, dejando la foto de ella cuando era una niña.

—¿Por qué ocultas tanto su identidad? Hace un mes nos conocemos, y nunca has querido decir cuál es el nombre del padre de tu hija.

—Es alguien muy influyente en este medio, y... Prefiero que mi hija esté alejada de eso. Cuánto menos sepan quién es su padre, mejor.

—¿Crees que podrías tener problemas por nombrarlo?

—No, pero es mejor así.

—Entiendo, no seguiré preguntándote por él entonces —sonrió—. Y si mal no recuerdo, me dijiste que dormías temprano, será mejor que vuelva a mi casa.

—Sí —suspiró—. Mañana debo levantarme temprano y llevar a Ani con su papá.

—Gracias por aceptar cenar conmigo, hacía mucho no la pasaba bien —sonrió, caminando ambos hacia la puerta—. Descansa, Ale.

—Tú igual —sonrió despidiéndose de él.

***

—¿Pero que pasó? ¿Por qué no tuviste sexo con él? —le preguntó desconcertada su amiga.

—Porque... No me sentía segura —pronunció en un tono bajo—. Sólo nos conocemos hace un mes, y no quisiera que ocurriera lo mismo que con Noah. No necesito otro bebé, con Ani es suficiente.

—A ver, lo que ocurrió con Noah es un caso excepcional, aún no entiendo cómo pudo fallar, y que tú resultaras embarazada. No por eso, significa que volverá a ocurrirte lo mismo si tienes sexo con un hombre.

—Es que tal vez es muy rápido para involucrarme con alguien que sólo conozco hace un mes.

—Sólo iban a tener sexo, Alenka —le dijo rodando los ojos—. No le estabas proponiendo matrimonio. Y hace mucho no estás con un hombre, te hace falta un poco de... Acción.

—Lo único que necesito son vacaciones con mi hija, que si todo sale bien, será el próximo mes.

—¿Decidiste irte?

—Sí, creo que será un buen momento para ambas.

—¿Y pensaste en la idea de que Noah quiera hacer lo mismo? Es decir, si tú tienes derecho de llevártela a otro país, por días, quizás él también quiera hacer lo mismo luego.

Alenka miró a su amiga, y luego a su hija. No, ella no podría estar lejos de su bebé.

***

El sol pronto se ocultaría y ella estaba con su hija en el jardín delantero. La joven madre estaba leyendo un libro, disfrutando de un café caliente, mientras la bebé tomaba su biberón.

Escuchó un auto acercándose, y dejó la lectura del libro, para comprobar que se trataba de su vecino. Al parecer, el muchacho regresaba de su trabajo.

—Hola Ale, hola bebé —sonrió saludo a Anika, quién lo estaba saludando con su manito libre.

—Hola, hoy regresaste tarde.

—Sí, tenía unos pendientes, y además, tenía que comprar cosas —le dijo bajando varias bolsas de su auto—. No tenía ya que comer —sonrió divertido.

—Suele pasar, yo por eso compro las cosas una vez al mes, asegurándome de anotar todo lo que me hace falta.

—Tendré que empezar a hacer lo mismo. Hablamos luego, tengo mucho que acomodar —le dijo antes de entrar a su casa.

—Okay —murmuró extrañada la castaña.

***

Y ese hablamos luego, no llegó más. Alenka ya se había acostumbrado a que Nathan regresara del trabajo, y pasara la tarde con ella. Pero claro, él no tenía obligación de hacerlo, no eran nada.

Pero, no por eso se sentía menos afligida. Él era su compañía, le gustaba pasar tiempo con Nate. La vida como mamá también la saturaba, y necesitaba hablar con alguien.

Se acostó en la cama, y miró su celular que descansaba en la mesa de noche. Anika se había quedado dormida media hora antes, y aún era temprano para que ella también se fuera a dormir. Eran tal vez las nueve de la noche.

Escuchó que algo chocaba contra su ventana, y salió rápidamente de la cama. Miró extrañada el vidrio, y de nuevo se escuchó algo sonar contra él.

Corrió las cortinas y observó sorprendida al muchacho que estaba en el balcón de la casa de al lado, sonriéndole.

—No sabía si estabas durmiendo o no —le dijo cuando ella abrió la ventana—. Me pareció muy temprano, pero las luces estaban apagadas.

—Sí, es que Ani se fue a dormir hace un rato.

—¿Quieres? —le dijo enseñándole una copa de helado.

Sonrió y negó con la cabeza ¿Cómo planeaba dársela?

—Claro, pero no creo que tú o yo llegué hasta el otro para tomarla.

—Buen punto, daré la vuelta —sonrió antes de desaparecer de su habitación.

Y así era Nathan, calidez para su corazón.

...

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