XV

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—Ay, esa una bebita muy linda —exclamó la joven secretaria, observando la foto que había posteado su madre.

Vio que su jefe entraba en el piso, y tomó rápidamente unas carpetas, poniéndose de pie para acercarse a él y dárselas.

—Buenos días, Noah —sonrió radiante.

—Buenos días, Leah —sonrió—. Qué bueno es verte tan alegre ¿Hay buenas noticias? —le inquirió tomando las carpetas.

—No realmente, es sólo que estaba viendo una de las fotos que Ale subió de su bebé. Es una preciosidad, parece una muñeca.

—¿Tú sabías que ella había tenido una hija? —le inquirió curioso.

—Sí, hace unos meses me enteré ¿Quieres verla? Parece una muñequita.

—Claro —sonrió acercándose a ella hacia el ordenador del escritorio de la castaña.

—Mira, ésta es la última foto que ha posteado ¿No te parece un encanto? —le dijo girando la pantalla para que pudiera verla.

Observó a la bebé, y sintió que el mundo se detenía en ese momento. Sin motivo alguno, sus ojos se cristalizaron. Era imposible, pero esa pequeña se parecía a Stephan.

No importaba el tiempo que hubiese pasado, jamás olvidaría la carita de su hijo, o los grandes ojos azules que poseía cuando era un bebé del mismo tiempo.

—¿Noah? —le preguntó preocupada Leah, al ver la reacción del moreno, lo aturdido que se veía.

El muchacho movió el cursor y observó el nombre de la cuenta, antes de dirigirse directo a su oficina.

—No atenderé a nadie —le dijo cerrando la puerta.

Dejó todo sobre una silla y encendió el ordenador. No le llevó más que unos segundos abrir la cuenta de Leah en su computadora, ya que como lo sospechaba, la cuenta de Alenka era privada y no cualquiera podía ver sus fotos.

Se fue directo al perfil de la joven madre, y las lágrimas no tardaron en mojar sus mejillas. Se lo había ocultado, todo ese tiempo le había negado conocer a su hija.

Porque no era estúpido, esa pequeña se parecía a Stephan, y tenía el tiempo para haber resultado de la corta relación que ellos habían tenido.

Sin contar con un hecho genéticamente innegable, los anillos en los iris. Al igual que con su madre, los científicos identificaban a los humanos artificiales por unos finos anillos de un color más oscuro en sus iris.

Un patrón que ellos mismos habían creado para que todos los descendientes lo tuvieran, y esa niña los tenía.

***

Escuchó que tocaban la puerta de la casa de sus padres, y la miró curiosa. ¿Se habrían olvidado las llaves?

—Un segundo.

Tomó a Anika en brazos y fue a abrirla. Nadie más que sus padres podrían llegar hasta esa parte de la casa, ya que era de máxima seguridad.

Pero su rostro palideció rápidamente al ver quién estaba del otro lado de la puerta.

—¿Hasta cuándo pensabas ocultármelo? ¿Crees que tú tienes algún derecho especial sobre ella? —bramó furioso, asustándola aún más.

¿Cómo había entrado? ¿Cómo había saboteado los sistemas de seguridad de la casa?

—¡Habla Alenka! Tuviste una hija mía ¡Y ni siquiera pensabas decírmelo!

—Tú y yo no éramos nada, y cuando intenté hablar contigo, me ignoraste —pronunció en un tono quebrado.

—Son excusas, si hubieses querido realmente contáctarte conmigo, lo hubieras hecho —le dijo sintiéndose realmente indignado.

—Vete Noah, tú ahora tienes una nueva mujer, planean tener hijos juntos, vete. Olvídate de nosotras.

—Es mi hija, y como tal, reclamaré mis derechos como padre, te guste o no.

—No.

—No quiero hablar con mis abogados, no es necesario llevar esto a mayores —le dijo en un tono más calmo, pero su expresión seguía siendo la misma molesta—. Hagamos las cosas bien, como debieron ser.

—No, Anika es mía —lloró amargamente—. Vete Noah, vete, olvídate de nosotras, no te daré a mi hija ¡Haz tu vida con tu nueva mujer!

Las facciones del muchacho se endurecieron y se acercó peligrosamente a ella, aterrándola. Él podría quitársela fácilmente si lo deseaba, era mucho más grande y fuerte.

—Quiero verla.

—N-No —lloró negando con la cabeza, caminando hacia atrás.

—Sólo quiero cargarla, Alenka, dámela.

—Por favor vete, sólo vete —le pidió suplicante—. Vete Noah, sigue con tu vida.

Extendió su manos hacia ella, dándole una última oportunidad para que le diera a la niña, y con todo el dolor que se cargaba su alma, se la entregó, llorando angustiada.

Él se la sacaría, pediría la custodia compartida, y ya no podría tener a su bebé en todo momento. Sabía que había sido una mala idea volver, que tendría que haber vuelto a su casa apenas se lo había cruzado.

Noah la acomodó en su brazos, y observó a la niña, sonriendo emocionado. Sus ojos se cubrieron de lágrimas, y tocó con cuidado su cabello, con la punta de sus dedos.

—No sólo te pareces a tu hermano, me recuerdas a mi madre —le habló a la niña en un tono bajo, quebrado—. Eres una pequeñita muy hermosa, Anika. No te imaginas la dicha que me das con saber que existes, con poder cargarte.

Se sentó en el suelo, apoyándose contra la pared, y colocó a la niña sobre sus muslos, sonriendo al ver como lo miraba con sus hermosos ojos azules.

—La vida me está dando una segunda oportunidad contigo —sonrió al ver como la niña lo tomaba de los pulgares—. Eres preciosa, pequeña.

Miró a Alenka, que no dejaba de llorar, y supo que aquella era la única mejor opción para ambos.

—Tendrás que vivir conmigo si quieres verla todos los días. Porque yo no voy a renunciar a ella ahora que sé que existe, y sé que tú tampoco querrás hacerlo.

—¿Por qué haces esto? Noah tú tienes una nueva mujer, forma tu familia con ella. Por favor.

—Porque ella es mi hija —pronunció serio—. Es lo único realmente mío que tengo en este mundo. Y tú pensabas negarme su existencia. O aceptas la oferta que te hice, o vete acostumbrando a la idea de que me la llevaré cuando me vaya. No voy a renunciar a mi hija, te guste o no, ella es mía también.

...

Pidan y se les dará, dijo diosito ¡Pero ya es suficiente! Jajaja más capítulos mañana 😘❤️❤️

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