XXII

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Había vuelto pasada las doce de la noche, y ya para las siete de la mañana estaba despierta. Noah pronto le traería a Anika de regreso, y quería tenerle el desayuno listo a la niña.

Luego de eso, ambas irían a su trabajo. Aunque su jefe le había dicho que no asistiera al día siguiente, la castaña se había negado a faltar a su trabajo.

Tenía una hora para prepararse ella y luego a la niña, e irse ambas.

Noah no tardó en llegar, siempre solía ser puntual con los horarios de ir a buscarla o regresarla. Sabía que Alenka podía tomar para mal un retraso.

—¿Quieres llamar a tú mamá? —sonrió acercando a la niña a la cámara de vigilancia que estaba por encima del portón.

—Mamá —sonrió la pequeña, mirando aquel aparato con una lucecita roja.

La imagen de su madre pronto apareció en la pantalla, y al ver a su bebé, sonrió ampliamente.

—Ma, mamá, mamá —balbuceó inquieta la pequeña al reconocer a su madre, moviendo sus piernitas.

Noah sonrió, bajándola para sostenerla contra su pecho y esperar a que la muchacha apareciera.

—¡Hermosa! —exclamó al estar frente a ella, tomándola en brazos y abrazándola—. Cómo te extrañé bebé, demasiado —pronunció en un tono bajo, besándola.

—Ella también, ésta mañana cuando la desperté, sólo te llamaba.

—Sí, no está acostumbrada a pasar tantas horas sin mi —le dijo sin mirarlo.

—¿Debes irte a trabajar?

—Sí, gracias por traerla a tiempo. ¿Quieres despedirte de ella? Debo irme pronto.

Noah tomó a la bebé una vez más, y observó a Alenka.

—¿Crees que en algún momento podamos hablar? Sin la presencia de nuestros abogados.

—Noah, de lo único que tenemos que hablar tú y yo, es sobre nuestra hija, y de eso se encargan nuestros abogados. Me tengo que ir.

—Ani pronto cumplirá su primer año, quiero que tenga un buen recuerdo de ambos.

—Puede festejarlo primero contigo, y luego conmigo, o al revés. Da igual.

—Quiero que estemos ambos en su primer año.

—Parece que aún no entiendes que no se trata de lo que tú quieres, sino lo que ambos queremos y sea mejor para la niña.

—¿Por qué debes ser tan complicada? ¿Por qué no podemos solucionar nuestros problemas como los adultos que somos? Si tan sólo habláramos, no haría falta tanta burocracia.

—Adiós Noah, llego tarde a mi trabajo —le dijo tomando a la bebé, antes de entrar a su casa.

***

—¿Y bien? ¿Ya tienes los resultados? ¿Cómo es el procedimiento? —preguntó con una gran sonrisa.

Tendría un bebé de Noah como fuera.

—Es la primera vez en mi carrera que veo un caso igual, a menos que él se haya realizado una intervención.

—¿Qué quieres decir con eso? —preguntó confundida.

—Un hombre fértil, tiene un promedio de quince millones de espermatozoides por mililitro de semen. Cantidades más bajas, se consideran con problemas de fertilidad.

—¿Noah tiene eso?

—La muestra que nos trajiste, no tiene nada, ni un espermatozoide.

—¿Q-Qué? Pero no puede ser posible ¿Murieron? Seguí los pasos que me dijiste para conservarlo.

—No Malena, no murieron porque jamás existieron. Allí no habían espermatozoides, estaban todos los componentes del esperma, menos los espermatozoides. Lo que me lleva a pensar, es que él se ha realizado una vasectomía.

—No, no puede ser posible, algo habrán hecho mal. Él tiene una hija con esa mujer ¡Ustedes se equivocaron! Comencé mi relación con él al poco tiempo de que estuviera con ella.

—O tal vez esa niña tampoco sea de él —le dijo con simpleza—. ¿Se realizó algún análisis de ADN para comprobarlo?

—No, no que yo sepa... Entonces esa perra mentirosa si quiere el dinero de Noah ¡Esa niña no es de él!

***

—Es hermosa, en serio, verla dan ganas de tener una —sonrió divertida la amiga de Alenka.

—Pues quédate con las ganas no más —le dijo en un tono cansado la joven madre—. Cuidar de un bebé no es para nada fácil. Renuncias a sus tiempos, a las horas de sueño, a salir cuando se te dé la gana... Renuncias a muchas cosas cuando eres mamá.

—¿Y qué acaso el padre no renuncia a nada?

—Supongo que sí, pero no es el mismo cuidado —le dijo observando a su hija dormir.

—¿Las cosas siguen mal entre ustedes?

—Nosotros no hablamos ya, todo lo que tengamos que decirnos, es por medio de nuestros abogados. No quiero tener ningún tipo de relación con él.

—¿No crees que quizás exageras las cosas?

—No, si él hubiese sido otro tipo de hombre, nuestra relación como padres sería otra.

—Hmm ¿Sabes qué? Creo que te hace falta sexo —rio divertida, al ver la expresión molesta de Alenka—. ¿Cuándo fue la última vez que estuviste con un hombre?

—¿Qué parte de que renuncie a mis tiempos no entendiste?

—¡¿O sea que tú último hombre fue Noah?!

—Sí —murmuró desviando la mirada—. Y no quiero saber nada más de estar con otro. Me llevo una experiencia horrible de él.

—¿Tan malo fue en la cama?

—Que te llamen como su mujer muerta ¿Te parece poco?

***

—De acuerdo, llámeme cuando tenga novedades. Qué tenga buen día —se despidió, colgando la llamada al ver que entraba Malena a su oficina—. ¿Ocurra algo?

—¿Cómo sabes que esa niña es tu hija?

Frunció el ceño confundido, sin comprender a que se refería.

—No me mires así Noah, hablo de la hija de Alenka ¿Cómo sabes que es tu hija? ¿Te hiciste alguna prueba de paternidad? ¿O simplemente creíste en su palabra?

—Sé que es mi hija porque estuve con Alenka ¿Por qué estamos discutiendo esto? —le preguntó con calma.

—Porque tú no puedes tener hijos —pronunció con rabia, dejando los resultados del análisis en frente de él.

Noah tomó la hoja y leyó lo que allí decía, mirando luego molesto a Malena.

—¿De dónde sacaste esto?

—¿Te importa más de donde saqué los resultados que el hecho de que esa niña no sea tu hija? ¡Reacción Noah! ¡Esa mujer sólo quiere tu dinero!

—Anika es mi hija, estos resultados son falsos.

—No puedo creer que seas tan ciego ¡Eres estéril!

—No soy estéril, simplemente no quería tener hijos contigo.

Lo miró aturdida al escuchar aquello.

—¿Entonces... Si te hiciste una vasectomía?

—No, no necesito realizarme una vasectomía para decidir si quiero tener hijos o no. Yo controlo cada parte de mi cuerpo, lo que se crea o no. Anika es mi hija, cuando estuve con su madre... No estuve al pendiente de los espermatozoides.

Sus ojos se cubrieron de lágrimas, de rabia.

—¿Así que yo soy el problema? ¿No quieres tener hijos conmigo, Noah?

...

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