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—Ale ¿Dónde estuviste? Te estuvimos llamando por horas, y tenías tú celular apagado.

—Estaba ocupada —pronunció mirando a su amiga por la pantalla de su celular.

—¿Ocupada? Eso me suena a que estabas con un tipo —le dijo en un tono travieso—. ¿Quién era? ¿El director de área administrativa? ¿El de sistemas? ¿El de economía?

—No, no es nadie que conozcas. Christine, estoy algo cansada ¿Te parece si hablamos mañana?

—¿Cansada? ¡Pero si recién son las doce!

—Debo despertarme temprano, bye bye —sonrió cortándole.

No hacía falta que Noah le dijera que no hablara. Pero lo que más le preocupaba en ese momento, eran los periodistas de chimento que los habían fotografiado en la entrada del club.

***

"—No, aléjate de ella, papá. Mami es mía —se quejó un pequeño moreno de ojos azules, empujando a su padre para que no besara a su progenitora.

—¿Y por qué sólo tuya? ¿No puede ser nuestra?

—No, es sólo mía —le dijo abrazándose al cuello de ella, quién ya lo había tomado en brazos.

Nina sonrió cálidamente y besó las mejillas de su hijo.

—Como te amo mi príncipe hermoso, por supuesto que mamá es sólo tuya."

Observó aquel holograma, proyectado desde sus memorias en el centro de la sala, y no puedo evitar derramar varias lágrimas.

Se acercó a ellos con pasos temblorosos, y acarició suavemente con las puntas de sus dedos sus cabellos, sus mejillas.

—Les fallé, no hice lo correcto, pero les juro que los amé como a nada en este mundo. No se imaginan cuanto los extraño, lo que daría por volver a verlos y abrazarlos.

Las noches eran una tortura para Noah, y había comprobado que no importaba que no estuviera en su casa familiar, el recuerdo de Nina y Stephan regresaba una y otra vez siempre.

***

—Maldita, maldita alarma —se quejó bajando de su auto, dando un fuerte portazo, mientras se dirigía al edificio, haciendo sonar sus tacos.

Al entrar, se dirigió rápidamente al ascensor, ya estaba llegando casi cuarenta minutos tarde a su trabajo.

—Espera, deténlo por favor —le pidió a la muchacha que estaba adentro

E ignorándola, dejó que las puertas se cerraran a pocos centímetros.

—Desgraciada —gruñó dirigiéndose a las escaleras.

¿Por qué diablos la había ignorado? A veces los trabajadores de allí, podían ser muy pedantes. Por trabajar en el edificio central de la empresa, se creían más que otros, incluso que sus mismos compañeros.

No hizo más que entrar en el segundo piso, que las personas dejaron de hablar entre ellas por unos segundos, para luego comenzar a murmurar.

—Hola, buen día —saludó amable la rubia, pasando entre ellos.

Pero lo único que recibió por respuesta, fueron miradas despectivas, y otros que simplemente la ignoraron, extrañando aún más Alenka. ¿Qué demonios estaba pasando?

Tomó el ascensor para subir al décimo piso, dónde estaba su despacho, y se encontró con un muchacho, quien marcó el piso ocho.

—Hola —sonrió ella.

Él la miró de arriba abajo y luego pronunció un hola, en un tono seco.

—Disculpa ¿Ha habido algún problema? Porque la verdad que hoy todos se cargan un humor de mierda en este lugar —expresó ya cabreada.

—Tal vez sea por el hecho que algunos consiguen sus puestos por meterse en la cama de los superiores, y no por mérito propio.

—¿Qué? —preguntó desconcertada.

Pero el muchacho no dijo más nada, bajó en su piso, dejando más confundida a Alenka.

La rubia llegó al piso diez, y al bajar, tomó su celular, encontrándose con decenas de mensajes de su amiga, y de los grupos donde se encontraba.

Mientras se dirigía a su despacho, abrió el chat. Y a medida que iba leyendo, sintió su estómago revuelto.

"¡¿Estuviste con Noah?! ¡Qué zorra! ¡¿Por qué no me contaste nada?! Estás en todos los noticieros." Decía el primer mensaje de su amiga.

"Oye ¿Qué hiciste para llevártelo a la cama? Así conseguiste tu maldito puesto de jefa de la junta ¿verdad? Y yo que pensé que Noah era un hombre de verdad y de bien." Decía el mensaje de un número desconocido.

"Zorra" "Puta" "No eres más que una puta arrastrada" "Ojalá el director te expulse, es obvio que tú no mereces ese puesto." Más mensajes de números desconocidos expresaban.

Respiró profundo varias veces, y dejó su celular sobre el escritorio, sintiéndose mareada. Ya le comenzaba a faltar el aire, y no sabía si le había bajado la presión por no cenar en la noche anterior, y no haber desayunado en la mañana, o por los nervios del momento.

Sabía que la prensa amarillista haría de las suyas por haberlos visto, ¡Pero ella no había hecho nada malo! Ya la tildaban de puta por haber salido con él.

Y lo peor de todo, es que se habían metido con su puesto de trabajo. Era verdad que era muy extrovertida, que le gustaba bromear y hasta coquetear con los hombres, pero jamás había usado aquello para conseguir algo a cambio.

Apretó sus dientes con rabia, y dejó todas sus cosas sobre el escritorio, antes de tomar su celular y salir de su despacho, dirigiéndose al de Noah.

Sólo un minuto le llevó llegar al piso del moreno. Y al intentar abrir la puerta de su oficina, se encontró con que estaba cerrada.

—No puede ser —murmuró.

—Buenos días Alenka, Noah no ha llegado aún —pronunció la secretaria de él—. ¿Puedo ayudarte en algo?

—¿Te ha dicho a que hora vendrá? Necesito hablar urgente con él.

—No me ha dicho nada, pero supongo que no tardará mucho en llegar. Él jamás falta un día, a menos que deba viajar.

—Debo hablar con él —pronunció molesta.

—¿Es por las noticias?

—¿Tú también crees lo mismo, Leah?

—No, no te conozco a ti, apenas hemos hablado un par de veces, pero también hablaron de mi cuando Noah me dio el puesto. Claro, no tuvo tanta repercusión como tu caso, pero fue muy molesto y humillante.

—Son todos unos malditos hipócritas.

—No te preocupes, Noah arreglará esto —sonrió la muchacha—. Él no dejará que ensucien tu nombre por un malentendido.

—¿Sí? Pues ya se está tardando en actuar, y el hecho de que no haya venido hoy, tampoco me ayuda mucho.

...

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