1. Conociendo a Joaquín Marcos

1.6K 92 63
                                    

Recuerden que esta historia es una secuela. Este personaje fue introducido en Por mi cuenta || Aristemo. Es relevante para la trama, así que sugiero leer la primera parte de la historia antes de meterse a esta :)

"Afortunadamente, Temo es mucho más que una cara bonita"

Cuando Joaquín Marconi despertó ese martes, sus brazos buscaron instintivamente un cuerpo, como había sido costumbre desde hacía ya un año. Se encontró a sí mismo con un espacio vacío en el que fuese su cuarto de infancia en casa de sus padres. Cuando los recuerdos de los últimos días comenzaron a volver a él, también lo hizo la aversión que sentía por ese lugar. Sin embargo, también recordó que, por el momento, era el único espacio en el que podía quedarse.

Pensó en la notable diferencia que había si comparaba su situación actual con la de hace algunos meses, o mejor aún, algunos años. En Oaxaca, su familia se dedicaba al negocio de la orfebrería: desde su mamá, hasta su hermano mayor Renato, cada uno de los Marconi era un destacado y reconocido orfebre. En la industria, el apellido Marconi era un símbolo de elegancia, originalidad y buen gusto, pero, sobre todo, de belleza.

Si el único requisito para ser un Marconi hubiese sido la belleza, el chico hubiese logrado cumplir con el perfil sin ningún problema. Sin embargo, para su familia el atractivo era solo un complemento menor que debía ser respaldado con una reputación propia en el negocio familiar y con un noviazgo de ensueño como el que Renato tenía. Así, hace dos años cuando externó su deseo de convertirse en actor, su familia no estuvo nada contenta.

— ¿De qué vas a vivir? ¿Crees que las cuentas se pagan con sonrisas y verse lindo ante las cámaras? — su papá vociferaba.

— Papá, la actuación también es un empleo. Solo tengo que demostrar que soy bueno — Joaquín respondió, con los ojos llorosos.

— Nosotros nos matamos todos los días por llevar en alto el apellido de la familia, por el negocio, por el legado y tú con tus fantasías estúpidas — su mamá le dirigió una mirada cargada de reproche.

— ¡Es mi vida mamá! ¡No voy a vivir bajo sus expectativas!

— Entonces no vas a vivir aquí en lo absoluto — su papá dijo, en una voz apenas audible. — No tiene caso que sigas aquí, enlodando nuestro apellido.

No necesitó escuchar más. El chico tomó algunas pertenencias y el poco dinero que tenía ahorrado y salió de casa. La caminata por las calles fue dura. Fue hasta un parque y se sentó en una banca mientras miraba cómo los adolescentes jugaban con sus familias. Se sonreían, correteaban entre ellos... eran felices. Veía a los padres tomar a sus hijos de las manos, comprarles helados, besar sus frentes era una tortura demasiado grande para él, así que hizo lo que casi cualquier persona hubiese hecho ante una situación así de dolorosa: intentó huir.

Dejó la banca en la que se encontraba, mientras caminaba cabizbajo por el resto del lugar ¿Dónde iba a dormir? ¿Qué iba a ser de su vida cuando se le agotara el poco dinero que tenía? Sus ojos comenzaron a humedecerse. No se percató del chico que avanzaba en su dirección y que inevitablemente acabaría cambiando su vida.

— ¡Fíjate! — Joaquín gritó, a pesar de ser consciente de que el accidente era su culpa.

— ¡Mira quien...! — El chico ya no terminó la frase — ¿Estás bien? ¿Te lastimaste?

Joaquín no había podido evitar sorprenderse por el chico que tenía frente a él.

— M-me llamo Mario — El chico balbuceaba, mientras extendía la mano.

— Perdón. Fue mi culpa — Joaquín se disculpó.

— No. Debería estar al pendiente de los chicos lindos para no atropellarlos como contigo — el mayor ganaba confianza.

El menor no pudo explicarse por qué, pero este chico le inspiró la confianza suficiente para sincerarse. Ese día, conoció al chico que había salvado su vida.

Nada de sus recuerdos tenía algún significado para él ahora. Él ya no era el chico inocente que alguna vez fue. A su mente vino un recuerdo muy particular. Después de año y medio de fracasos, había decidido volver a Mario. Ya no era Joaquín Marconi, sino Joaquín Marcos. En un afán de dejar de lado su pasado, había ocultado su apellido y utilizaba Joaquín Marcos como su nombre de pila. Joaquín Marcos tenía demasiada confianza, y ¿por qué no tenerla dada su belleza? Seguro Mario correría hacia él. Creyó que después de dejarlo, el chico estaría destrozado esperando a su regreso. No pudo equivocarse más.

— ¿Quién es Diego Ortega? — lloraba con furia.

— El chico que quiero — Mario respondió con tranquilidad.

— Ese soy yo, y lo sabes.

— Te quise mucho, pero sané gracias a dos personas.

— ¿Y quiénes te hicieron el "milagrito", amor? — Joaquín enfatizaba las comillas con sus dedos.

— Cuauhtémoc López, mi mejor amigo. Y Diego Ortega... el chico al que ahora amo.

— ¡Jajajajaja! Ahora cuéntame una de vaqueros. Es más, te apuesto a que, si te beso, aun te derrites.

— Perderías tu tiempo.

Joaquín no esperó nada y se abalanzó sobre él para robarle un beso, mientras el chico al que había contratado los fotografiaba desde su escondite.

— ¿Convencido? — Mario se limpió el beso del menor.

— No mucho, pero te concedo el beneficio de la duda. Supongo que no hay problema si me quedo esta noche contigo. Sabes que no tengo un lugar para hospedarme.

— Quédate, pero lárgate mañana.

Intentó seducir sin éxito al mayor. Mientras este cocinaba, Joaquín se paseaba con ropa ligera, exponía sus glúteos, sin poder atraer siquiera una mirada del mayor. Sonó el timbre y temía que fuese Diego, reclamando la pequeña broma que había hecho, al viralizar por internet una foto de él y Mario besándose. Cuando escuchó la voz que hablaba, sintió un escalofrío. Era la suya propia: su propio timbre de voz, pero con un acento extraño ligeramente diferente al suyo. Decidió continuar con la farsa.

— ¿Quién es, amor? — Se abalanzó y lo besó.

Mario no reaccionó. Joaquín se sorprendió, pero pensó que era seguramente porque Diego ya le había reclamado en una llamada incómoda que escuchó ayer, y aunque luego aclararan las cosas, sabía que "el caballero" nunca lo trataría mal delante de nadie. Esa no era la verdadera sorpresa. Ante él, vio a su doble. Mario lo presentó y así supo quién era Cuauhtémoc López. A pesar del impacto que causó en él el chico, el verdadero enigma era el acompañante del castaño.

Mario se llevó a Cuauhtémoc a su estudio, y ellos quedaron solos en la sala. Joaquín examinó a Aristóteles mientras lo barría con la mirada. Se decidió a romper el hielo.

— Se ve que a pesar de ser un piojoso, tienes buen gusto Aristóteles — el chico se acercaba de manera sugestiva al rizado.

— ¿Perdón? — Aristóteles lo miró sorprendido por su atrevimiento.

— Sí, que todos los hombres buscan personas bellas como tu novio y yo, a pesar de lo corrientito que te ves. Aunque no estás de mal ver... — Joaquín pasó sus manos por la entrepierna de Aristóteles.

Aristóteles quitó con brusquedad el brazo del chico.

— Afortunadamente, Temo es muchísimo más que una cara bonita... a diferencia de ti.

— ¿Y en la cama... es tan mustio como su cara? — Joaquín tentaba a su suerte, divertido.

— ¿Qué si es vulgar como tú? No lo creo.

— Yo no soy vulgar... sé divertirme. Y puedo enseñarte si gustas...

Cuauhtémoc López hizo su aparición interrumpiendo la escena. Tal vez... solo tal vez... Oaxaca acababa de darle un Plan B a Joaquín Marcos.

Este capítulo es algo lento, pero llena algunos huecos que quedaron de este personaje en la otra historia. Van a empezar a odiar a alguien tal vez... o al menos a entenderlo.

"Por nosotros" || AristemoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora