42. Adultos con emociones

912 92 95
                                    

Dedicado a @DMA797 y a @SandraMartinez653 por leer, votar y llevar esta historia cerquita de sus corazones.

Hoy toca volver un poquito al pasado, porque recordar es volver a vivir.  Eso también quise expresarlo con la canción :)

_________________________

"A veces, las palabras bonitas no son suficientes"

Cuauhtémoc López abrió los ojos para darse cuenta de que el sol no había salido. Dejó la cama con mucho cuidado, buscando pisar bien; sin embargo, ya casi no sentía dolor. Se dirigió a la cocina y, alistó todo para preparar aquellos hot cakes que su novio le había pedido. Se sentía contento, pero a la vez tenía miedo. Seguía pensando en las palabras de Diego.

En el fondo, sabía que tenía miedo a enfrentarse a la realidad. El pequeño Temo estaba forjando su carácter, pero había cosas que se le estaban saliendo de control. Lo notó cuando comenzó a frustrarse porque el primero de sus hot cakes no le salió perfectamente redondo. Estuvo a punto de tirarlo, pero luego lo llevó a su plato.

— Supongo que no todo es perfecto — Cuauhtémoc López vio los otros hot cakes en la sartén, mientras una pequeña sonrisa se le escapaba.

— Tú lo eres — Escuchó una voz a su espalda — Lo eres para mí.

Aristóteles había despertado y llevaba unos minutos observando a su novio mientras cocinaba.

— Ari... quería sorprenderte. Solo que mis hot cakes me salieron feitos — Temo soltó una risita ¿Gustas café?

— ¿Qué tal si ya que tú preparaste el desayuno yo preparo un chocolatito? — Aristóteles se dirigió al dispensador de agua, de donde tomó algo de agua tibia para las bebidas.

Cuando terminaron la tarea, fueron a la mesa. El chocolate de Aristóteles había quedado ligeramente dulce y los hot cakes de Temo, algo ovalados. Vieron su desayuno y rieron.

— Está perfecto — Temo dijo, mientras ponía la miel de abeja al centro de la mesa.

— Bueno, Temo ¿Quieres desayunar o hablar primero?

— Desayunamos, o se nos enfría el chocolate — El castaño sirvió un par de tazas para ambos.

Temo se pasó viendo la cara de Aristóteles, quien devoraba ávidamente todo lo que había en su plato, y bañaba sus hot cakes en miel de maple. Aristóteles notó que Temo no le quitaba la vista de encima.

— ¿Te gusta lo que ves? — Ari dijo, mientras sonreía con los dientes llenos de comida.

— Eres un menso, pero sí... me gusta lo que veo — Temo sacó la lengua, café por el chocolate. Aristóteles escupió parte de su chocolate cuando vio el gesto de Temo. Ambos rieron frente a la mesa.

— Hace mucho no sonreías así, Temo — Aristóteles dijo, mientras acariciaba la barbilla de su novio — Me gustas, Cuauhtémoc.

Esa era la línea que Temo tomó como entrada para iniciar la conversación seria.

— Hace mucho que llevaba la presión de ser perfecto. Es solo que... los errores cuestan caro. Al principio, la gente creía que las oportunidades me llegaban por Papancho, o porque mis maestros y maestras querían algo conmigo... era muy subestimado.

— Temo, eso lo entiendo. Lo que me cuesta trabajo entender es que te estés convirtiendo en una persona inflexible, dura. Me asusta hacer algo que te moleste, voluntaria o involuntariamente, y que me mandes a dormir al sofá o que me eches de tu casa. Me da miedo que... que no funcionemos.

"Por nosotros" || AristemoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora