"Por nosotros" || Aristemo

66. Corazones que sanan

Estamos en los últimos cinco capítulos de esta historia. No puedo creer que esté sucediendo. Gracias a todas las personas que apoyaron esto desde "Por mi cuenta" y que se dieron la oportunidad de conocer la visión que tenía de esta pareja. Tengo 28 años y me emociono como si tuviese 15 cuando escribo, espero que ustedes también cuando lean.

ESCUCHEN LA CANCIÓN O NO LES ESCRIBO OTRO CAPÍTULO :) Jajaja 

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"No todos tienen la oportunidad de una segunda oportunidad"

— ¿Quién es, Tahi? — Temo gritó desde la habitación, mientras Aristóteles no salía de su asombro.

— ¿P – por que no lo ves por ... ti mismo? — La duda en el tono del rizado puso alerta a Temo quien, con más curiosidad que ganas, se dirigió a la puerta.

Cuauhtémoc López no salía de su asombro. Hace poco más de un año se había encontrado con alguien emocionalmente inestable, lastimado por el deseo de sus padres de que "fuese normal", pero la persona que estaba frente a ellos no aparentaba haber pasado por tantas circunstancias desfavorables. Claro que las apariencias engañan, pero si el chico se veía mejor eso podía considerarse una ganancia ¿no?

— ¿Q – qué se t-te ofrece? — Aristóteles estaba a la defensiva. No dejaría que el chico lastimara a su novio si esa era su intención.

— Yo... vine a despedirme — Ben movió los brazos, lo que hizo que Temo tomara una postura defensiva de inmediato — Les traje un par de llaveros.

— N – no entiendo — Cuauhtémoc López tomó el llavero entre sus dedos, notando que era un bello monito café; el de Aristóteles era una llama. Ambos tenían en el cuello un tejido que parecía un collar de colores.

— Pues... llevo un par de meses viviendo en Oaxaca, lejos de mis padres. Llegué a una fundación llamada "Nueva Vida" que me ofreció terapia psicológica, un trabajo y la posibilidad de tomar un curso de regularización para aplicar a la universidad. Sigo en terapia, y uno de los pasos es afrontar a la gente a la que uno ha lastimado por su falta de aceptación y pedir disculpas.

"Nueva Vida" era la fundación a la que, hace poco más de un año, Imelda Sierra había donado lo que debía ser la herencia económica de Aristemo.

Era como si la mujer les guiñara el ojo a través de la vida, como si quisiera decirles que, incluso aunque ellos no supieran, estaban transformando las posibilidades de muchas personas de maneras extrañas e inexplicables.

— ¿Y por qué no Yolo y Zack? Ellos han sido los más afectados con todo lo que hiciste — Aristóteles no olvidaría tan fácil que el chico había intentado dañar la relación de sus amigos.

— Ellos fueron los primeros a los que visité. Ya saben que no pasó nada entre Zack y yo. Esa era la culpa más grande con la que cargaba y ahora, aunque no me siento liberado de ella, ya no es una plancha de metal que me cae encima. — Ben bajó la mirada, avergonzado, como si los tuviese enfrente o estuviese reviviendo los enfrentamientos con Yolotl — Ellos... me pidieron algo de tiempo para perdonarme. Pero bueno... Roma no se hizo en un día ¿Verdad?

— ¿Eres sincero, Ben? — Temo estaba aún analizando cuál sería la actitud que tomaría ante la inesperada disculpa de su compañero de clase — Si lo eres, puedo intentar perdonarte.

— La verdad... es que no lo sé, Cuauhtémoc. Puedo decirte que la "terapia" que me hicieron tomar... me hizo tocar fondo. Hay noches en las que tengo pesadillas y recuerdo muchas de las cosas que pasé. Otras en las que no sueño nada y no sé si prefiero dejar de soñar o al menos tener sueños malos. Lo que sé es que de verdad quiero que mi vida sane, sentir que vale la pena seguir respirando y que no voy vagando por el mundo sin ningún rumbo. Yo...