31. Prueba de fuego

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Dedicado a todos los lectores que le han dado a esta historia una oportunidad. En verdad, gracias por tanto. Me hace muy feliz compartir un poquito de lo que quiero y me apasiona esta historia con ustedes.

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"Ve por lo que es tuyo"

El despertador sonó a las 8 de la mañana y despertó a ambos chicos. El sueño había sido largo y tranquilizador, pero el día que les esperaba era muchísimo más retador que cualquier otro. Aristóteles tomó su celular para confirmar su asistencia al compromiso de la noche, así como a Cuauhtémoc López como su acompañante. Hicieron el amor de nuevo.

— Para la buena suerte — Aristóteles dijo — antes de besarlo.

Temo se dejó llevar por el momento. No era un chico muy sexual, pero definitivamente, el tener su novio junto a él hizo la diferencia.

Se ducharon juntos. El agua tibia hizo maravillas en la piel de Aristóteles, pero lo que realmente lo llevó al cielo fue el tacto del castaño. Con el jabón, talló cada rincón de su piel como si temiera romperlo.

— Sabes que emocionalmente estamos casados ¿Verdad? — Aristóteles abrazó a Temo dentro de la ducha.

— ¿No lo estábamos ya desde nuestro viaje a la playa?

Aristóteles devolvió el favor a Temo; terminaron de bañarse y se secaron entre sí.

— Ya quiero que vivamos juntos, Temo. Sé que somos unos pubertos, y que las cosas no siempre van a ser calmadas, pero por más momentos así estoy dispuesto a luchar contra lo que sea.

— Al menos no eres de los que acaparan las sábanas Ari. Eso me da mucha tranquilidad.

— ¿Y quién le dijo que íbamos a dormir juntos, señorito López? Mi suegro me va a dar la confianza de vivir con usted y obviamente voy a cuidar su honra hasta el matrimonio.

— Pues entonces ve a Huatulco por ella, porque por si no recuerdas, Aristocles, te la entregué ahí.

Aristóteles estuvo a punto de atragantarse ante la respuesta de su novio.

— ¡Era broma, amor! La verdad es que, aunque me encanta hacer el amor contigo, lo que más disfruto es abrazarte de cucharita. Se me sale el macho que llevo dentro y comienzo a disfrutar el sentir que eres solo mío.

— Ahora sí, don "No puedo corresponderte"

— ¡Cuauhtémoc López! Vamos a cambiarle a esas líneas. Puedo corresponderte. Soy gay. Estoy bajo el efecto Temo López, me tienes más amarrado que calcetín a la pata de la mesa en día de lluvia y quiero pasar el resto de mi corta o larga existencia a tu lado.

— ¡Wow! A eso le llamo un avance radical.

Se dieron un pequeño beso. Aristóteles abrió los ojos repentinamente

— ¡No tengo nada qué ponerme para hoy!

Temo ya sabía que ese momento llegaría. Sacó la alcancía que Aristóteles le había regalado y la rompió, dejando ver una gran cantidad de billetes.

— Pues podemos ir de compras. Tengo algunos ahorros y una tarjeta de crédito para emergencias... ¡y esto califica como una!

— Temo...

— No, no no. Antes de que empieces con que no quieres que gaste dinero en ti, velo como un préstamo.

— Solo te iba a decir que tienes abierto el cierre de tu pantalón ¡Vamos!

"Por nosotros" || AristemoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora