67. El principio del final

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Estaba escribiendo este capítulo cuando me llegó un comentario que me animó muchísimo. 

@shelovestheskyy gracias por seguir mis historias y por tener en tan alta estima mi "trabajo" (lo escribo entre comillas porque escribir es lo que hago cuando no quiero trabajar).  Te he visto recomendarme en Twitter y créeme que eso no tiene precio para mí. 

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"Solo quiero gustarte"

Amapola Castañeda y Audifaz Córcega terminaban de preparar los últimos preparativos para su unión civil y la reafirmación de sus votos matrimoniales. Arquímedes, que ya era un niño un poco más grande, revoloteaba con emoción alrededor de ellos.

— ¡Ma! ¡Yo quiero ser tu paje!

— Ay, Arqui, no sé si hay pajes en estas ceremonias, pero te prometo que si sí, tu vas a ser el candidato número uno.

— ¡Ya sé! ¡Mejor les lanzo arroz a la cara! ¡Voy a decirle a tía Blanca que lo cocine!

— ¡Arquímedes Córcega! ¡Ni se te ocurra lanzar arroz cocido! — Amapola gritó, mientras su hijo salía corriendo a buscar a Doña Blanca. Uno de los cambios importantes es que habían vuelto al edificio Córcega, pues aunque a Amapola le gustaba su independencia, la muerte de doña Imelda demostró que doña Blanca necesitaba un poco más de apoyo que los demás. Lidiar con la muerte de la que fuera su mejor amiga y con la reclusión de su esposo en un sanatorio mental no había sido nada fácil para ella.

— ¡Déjalo, Polita! Cuando Blanca sepa para qué quiere el arroz, seguro no se lo va a cocinar.

— ¿Sabes, esposito? No sé si esté bien que hagamos lo de la boda civil. Siento que mi "cuñis" y Tulio aún siguen de duelo y no quisiera herirlos.

— Mujer, créeme que esa era mi principal preocupación. Ya hablé con ambos, e incluso con Robert. Ya ves que últimamente él y Julieta se han apegado más a Blanca por apoyarla y porque ella quiere mucho a sus nietos. Incluso le está enseñando inglés a Dave...

— Ay, pues espero que esta unión sea lo que haga a la familia salir de la depresión. Linda se distrae en el trabajo; creo que Frida ha sido la más madura de todos. No sabes cómo extraño a doña Imelda.

— Pues por eso mismo tenemos que hacer lo que ella esperaba: que viviéramos nuestra vida, que tomáramos nuestras propias decisiones y que no dejemos pasar el tiempo como si fuese algo conocido. Ya ves que a ella...

— Audifaz, tu mamá vivió una vida plena y tuvo tiempo de disfrutar a su familia ¡Ya ves que hasta dejó organizados sus negocios! Era una mujer muy ruda, si lo quieres ver así, pero una persona de esas que ya no hay.

— Bueno... pues hay que avisarle a los chamacos que hay bodorrio en un mes. Pensaba hacerlo hoy, pero Aristóteles debe estarle festejando el cumpleaños a Temo y no quisiera interrumpirlos.

Justo cuando menos se lo esperaba, su esposa le robó un beso. Fue uno rápido y tierno, pero emocional, sentimental. Amapola Castañeda estaba genuinamente enamorada de su esposo y tan era así que se sentía una adolescente.

— Estoy muy orgullosa de ti. Te has convertido en el padre que mis hijos se merecen, y en el esposo que siempre soñé que serías — Abrazó a aquel hombre que no podía sino sonreír.

— Todo gran hombre tiene una gran compañía a su lado — Sorprendentemente, Audifaz había aprendido a hablar de manera incluyente. Quería inspirar la suficiente confianza a los miembros de su familia y lo había logrado.

"Por nosotros" || AristemoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora