50. Papeles que se invierten

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"¿Qué sigue ahora para nosotros?"

Un par de semanas habían pasado. La reunión familiar fue lo que todos los chicos necesitaban para recuperar su estabilidad. Yolotl Rey se sentía renovada, viva. Su relación con Zack comenzaba a tomar de nuevo su curso, la escuela iba excelente y sus amigos la respaldaban más que nunca. Recordaba la plática que tuvo con su papá justo antes de irse.

— Hija, aunque me digas que estás bien, yo sé que no es así. Me doy cuenta porque tienes los ojitos un poco tristes. Dime que pasa ¿Es por Zack? — Ernesto Rey acarició el rostro de su hija, mientras buscaba su mirada.

— Pa... encontré a mamá.

El rostro del hombre parecía haber quedado pálido, como si sus peores temores se hicieran realidad. Había tenido muchos problemas con su hija en el pasado por el afán de esta última de aferrarse a los recuerdos.

— ¿Dónde está? ¿Hablaste con ella? ¿Qué te dijo? — El hombre esperaba lo peor — Solo dime que estás bien, hija.

— Creo que... sí lo estoy, papá. Pero llegué a una conclusión. No voy a buscar un encuentro con ella.

De todas las posibles respuestas que pudo haber recibido, esa era la que menos se hubiese esperado.

— Hija, pero llevas muchísimo tiempo inquieta, buscando a tu mamá ¿Por qué ahora que la encuentras decides no hacer nada por hablar con ella? — El hombre se veía notablemente confundido.

— Porque no voy a aferrarme a personas que no me eligieron cuando tuvieron la oportunidad. Así como en su momento ella eligió no saber de mí, yo elijo no saber de ella. Le deseo mucho éxito, pero mi vida es tan ajena a ella y tan cercana a ti y a los duendes... que creo que lo más sano es dejarla ir. Ella ya tomó sus decisiones y ahora yo estoy tomando las mías. Voy a dejar de aferrarme al pasado y voy a enfocarme en mi presente. En ese estás tú, mis hermanos, mi novio y mi familia... toda la gente con la que estuve ayer.

— Estoy muy orgulloso de ti. Y nunca voy a dejar de reconocer la increíble persona en la que te estás convirtiendo.

Esas habían sido las últimas palabras con las que Ernesto Rey se había despedido de su hija, y las que más huella habían dejado en ella. Porque si algo motivaba a Yolotl Rey a seguir, era que su familia se sintiera orgullosa.

Ben no se lo había tomado con la misma filosofía. Esperaba que Zack le llamara para reclamarle la ruptura, dejándole saber que su cizaña había funcionado, esperando por consolar a aquel chico que aún no sabía a ciencia cierta lo que había pasado, esperando por volver a probar esa piel que lo había dejado hambriento, deseando más.

Lo cierto es que, aunque Zack no lo recordara bien, él le había dejado una marca en el cuello. Volvió a ese día.

— Ya tengo que irme. No sé qué hora es, pero ya tengo que irme — Zack había bebido de más, y se tambaleaba buscando la salida.

— No puedes irte así a ningún lado ¿No ves el estado en que te encuentras? Vas a perderte, te van a asaltar. Siéntate un momento.

Solo quedaban él y una mesera, pues era ya demasiado tarde. Cerró la puerta del bar para que nadie pudiese entrar, lo que extrañó a la chica un poco.

— Es guapo ¿Verdad, Karla? — Zack dijo, señalando a su amigo.

— Sí. Debo reconocer que es bastante atractivo ¿Lo conoces, Ben?

— Sí... es un viejo... conocido de Oaxaca. Al parecer tuvo problemas con su novia y vino aquí a buscar el olvido que necesitaba ¿Por qué no le das tantito amor para que se relaje?

"Por nosotros" || AristemoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora