20. El mejor regalo

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Dedicado a @Porlalectura por el amor que ha demostrado por la primera parte de esta historia, por lo mucho que ha enriquecido al autor, pero sobre todo porque creo que es una persona que realmente ama la historia de Aristemo.

Por cierto, les recomiendo leer "En Otra Vida". Es un fanfic Aristemo en un universo alterno. Creo que les va a gustar. Ya he visto que varios de ustedes lo leen, pero para los que no, ahí está la opción. También les dejo esta belleza de canción :)
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"Sin importar que pase mañana, estar contigo es lo mejor de mi vida"

A pesar de que, en teoría, Doña Imelda organizó un almuerzo, la familia Córcega y los López habían prolongado su estancia en casa de la señora todo el día. Ella era la más encantada, revoloteando entre los invitados y atendiéndolos más animosamente que si fuesen a pagarle por ello.

Otro grupo que estaba sumamente animado era el de los niños. Hacía mucho tiempo que no había una reunión de Unidos. En parte, era porque Cuauhtémoc López hace mucho no era ya un chiquillo, sino que tenía responsabilidades y un novio que demandaban su tiempo. Luego, vino la universidad y cualquier expectativa de reunir al grupo completo en un buen tiempo se había desvanecido.

El castaño no había parado de sonreír en todo el día. Si había algo que la ciudad no podía proveerle, era el calor de hogar; fue una sensación sumamente bienvenida el tener a doña Imelda abrazándolo, o a Audifaz Córcega presumiendo que su hijo, al igual que él, había tenido un excelente ojo para el amor. Eso hizo a Temo sonrojarse, y a todos los demás sonreír.

Lo más disfrutable de todo ese intercambio era que, después de varios días, podía sujetar de nuevo la mano de su novio. Se dio cuenta de lo significativo que el tacto de Aristóteles era realmente para él; era de nuevo el chico valiente y lleno de expectativas que se había ido a la ciudad a perseguir sus sueños y a construir un pedacito del proyecto de vida que esperaba completar con el chico de los rizos: la persona con la que había aprendido que el corazón nunca se equivoca.

Uno a uno, los invitados se fueron despidiendo. Eventualmente, solo quedaron los López, los Córcega Castañeda y Doña Imelda. Cuauhtémoc y Aristóteles vieron su oportunidad. Se acercaron a sus padres a pedir permiso para subir un rato a la azotea; ese lugar representaba un refugio en el edifico Córcega para ellos y guardaba muchos recuerdos que ambos querían traer al presente.

— ¡Ay, déjelos Pancho! — intervino doña Imelda — estoy seguro de que mis nietos se van a portar bien.

Temo y Aristóteles sonrieron y se sonrojaron ¡Vaya que Doña Imelda estaba en plan progresista! Después de que Pancho López los despidió con su característico "¡Chiflando y aplaudiendo!", los chicos salieron de casa de la mujer tomados de las manos. Se tomaron el tiempo para subir por las escaleras: uno a uno los recuerdos comenzaron a llegar. Temo recordaba aquella vez en la que Aristóteles lo tenía abrazado del hombro, mientras compartía una fotografía del equipo de básquet en sus redes sociales. Temo había recibido una videollamada de Diego. Recordó la expresión de Aristóteles en ese momento.

— No me tienes que pedir permiso ¡Ni que fuera tu novio!

No pudo evitar sonreír.

— ¿En qué piensas, Temocles? — Aristóteles lo atrajo hacia sí mismo, con un abrazo.

— En lo afortunado que me siento, Ari — le dedicó una sonrisa, justo antes de esconder su rostro en los brazos de su novio.

— Yo también me siento así. Me haces muy feliz, Cuauhtémoc — Aristóteles fortaleció el abrazo hacia el menor.

"Por nosotros" || AristemoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora