9. Impotencia y caos

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"Siento que debería estar ahí"

Pancho López estaba en casa cuando recibió una llamada del Colegio de Gastronomía. Su hijo, Cuauhtémoc López, se encontraba herido de gravedad. Cuatro chicos que aun no habían sido identificados le habían propinado una salvaje golpiza que, para las autoridades estudiantiles no tenía ninguna explicación. Las respuestas de Pancho oscilaban entre la desesperación y el enojo.

- ¡¿Cómo pasa eso ahí, en su escuela?! ¿Qué clase de delincuentes admiten ahí? - el volumen subía, sin que él pudiese controlarlo.

- Señor López, no tenemos ni idea de cómo pasó algo de esta magnitud - el rector en persona hablaba.

- ¡Pos más vale que tenga idea pronto, o voy a denunciar a quién resulte responsable! ¡Que vaya al tambo quien tenga que ir!

Pancho López colgó el teléfono, y llamó de inmediato a Aristóteles.

- ¡¿Cómo?! ¡Eso era lo que Temo me ocultaba! ¡Voy para allá, Pancho! - Aristóteles no se quedó a ninguna clase y fue directamente a casa de su suegro.

Cuando llegó, en la casa López Córcega estaban Susana Córcega de López, Francisco López, su abuela Imelda, sus papás y sus primos Julieta y Robert. La mirada de todos era de consternación.

- ¿Cómo está Temo, Pancho? - Los ojos de Aristóteles estaban irritados y enrojecidos.

- Está grave, Aristóteles ¡Esos barbajanes me lo mal mataron! - Pancho López cerró los puños como medida para contener su furia! -¡Tengo que ir a la Ciudad de México!

- ¡Yo voy contigo!

Susana Córcega, que se había mantenido al margen de la conversación mientras tomaba el hombro de su esposo, intervino con temor por lo que estaba a punto de hacer.

- Aristóteles, sé lo que significa Cuauhtémoc para ti, pero ... no puedes ir a Ciudad de México con Pancho.

- ¡¿Por qué, tía?! - El chico no salía de su asombro, pues Susana Córcega había sido una de las principales promotoras de su relación.

- Eres el modelo de una campaña muy importante Aristóteles, y es en dos días. Eso significa que hoy y mañana estaremos preparando la sesión y luego haremos ajustes. Si incumples, hay una penalización de contrato muy importante. Me gustaría liberarte, pero eso ya no depende de mí - tocó el hombro del chico.

- ¿No hay nada que podamos hacer? - el rizado mostraba ansiedad en su voz.

- No, Aristóteles. Desafortunadamente no.

- ... pero no te preocupes Aristófanes. Voy a llamarte "apenitititas" lleguemos - Pancho intentó, sin éxito, tranquilizar a su yerno.

Aristóteles salió del recibidor al área de la piscina y se sentó en el mismo camastro que él y Temo habían ocupado en su despedida de Oaxaca.

- Mi amor... quisiera estar contigo - las lágrimas cayeron de su rostro mientras humedecían aquella pulsera azul - pero no puedo dejar que mi mamá cargue con otro problema más, cuando acabamos de salir de los jugos.

- Aristófanes... Temo no te va a dejar de querer por cuidar a tu familia m'ijo - Pancho palmeó el hombro de su yerno - pos porque ese chamaco está hasta las manitas por ti.

- Yo... quisiera estar ahí, Pancho - Aristóteles dijo, cabizbajo.

- Es que ya lo estás, m'ijo. El Temochas piensa en ti antes de dormir, cuando despierta, cuando le echa los kilos pa' que te sientas bien orgulloso de él. Pero te prometo algo: si para cuando termine lo de las fotos con Susanita Temo no sale aún del hospital, yo te pago el viaje a la ciudad.

"Por nosotros" || AristemoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora