59. Bacalar: Siete Colores

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Dedicado a @AguusCajal9 por el interés que ha demostrado en esta historia. No la he dado por perdida, pero lamento decirles que no puedo seguir narrando los viajes porque no tengo tanto tiempo para investigar a conciencia de los lugares como quisiera; en cambio, voy a compensárselos con más detalle en el final de las tramas de los personajes. 

Estamos a 11 capítulos de terminar y me siento nostálgico porque recuerdo que todo empezó en "Por mi cuenta", con el apoyo de SPHappy y Asdf5676 en una historia con pocos lectores e interacción. Perdonen si no cumplí sus expectativas con estos viajes, pero prometo que los capítulos especiales van a intentar compensar un poco el daño.  Me hubiese gustado describir mejor Bacalar y llegar a describirles Michoacán, pero ¡Hey! Aún nos queda la luna de miel y una que otra aventurilla por ahí.  ESCUCHEN LA CANCIÓN POR FAVOR :)

Los amo y mil gracias. Ahh... hay un personaje ahí que va dedicado a alguien. Espero que ese "alguien" lo note :) 

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"A veces, te veo a mi lado y no me lo creo"

Dejar Mérida había sido una de las cosas más complicadas por hacer, sobre todo porque realmente se la habían pasado bien en Yucatán y, en el fondo, porque sabían que mientras más avanzara el viaje el fin estaría más cerca. Para Aristóteles, viajar con Temo había sido de gran ayuda para conocerlo de forma más íntima; en el viaje, Temo podía ser sólo Temo y Aristóteles podía ser él mismo. No es que hubiesen perdido su autenticidad, pero debemos reconocer que en la vida cotidiana los roles a veces nos roban un poco de nuestra esencia. Eso es lo que Temo y Aristóteles estaban recuperando y se sentían afortunados de hacerlo juntos, de construir experiencias y sobre todo de regalarse esos recuerdos que seguramente durarían toda la vida.

Harían un par de días en Bacalar, luego irían a Michoacán y terminarían su escala en Oaxaca, en donde Aristóteles había afinado la sorpresa que daría a Temo, claro, con ayuda de Linda y de su madre. En su cápsula del tiempo habían guardado un pequeño abanico que se habían comprado en un mercadito; su intención había sido guardar las pulseras, pero después de lo que pasó con Ben optaron por otro recuerdo.

— Tahi... estoy preocupado por Ben — Temo dijo, mientras Aristóteles se recostaba en su pecho; ambos estaban en el autobús — Sé que nos hizo daño, pero... nadie se merece un final así.

— Y yo. No es santo de mi devoción, pero es un ejemplo de lo que sucede cuando la gente intenta forzar las cosas. Eso solo huele a represión. — Aristóteles intentaba fallidamente disimular su enojo ¿Hasta dónde podría un padre presionar a su hijo para cumplir su santa voluntad?

— Oye... ¿Quién sería el chavo que se acercó a ayudarlo? Se ve que se conocen; no creo que así de la nada llegara y decidiera calmarlo.

—No lo sé, pero... creo que estará bien. El chavo me da buena espina y, al menos, ya no está en ese horrible lugar. Lo que necesita es sanar. Además, no se hubiese ido con nosotros ni creo que su amigo lo hubiese dejado. Es como si fuese su guardián...

Y era cierto. Porque Mateo Estrada, en el poco tiempo que estuvieron encerrados en el campamento de conversión, se había vuelto amigo de Ben. Escaparon juntos una noche silenciosa y acabaron ahí, en Progreso, intentando ganarse la vida en los puestecillos a la orilla de la playa. Cualquier cosa era mejor que la "conversión".

Aristóteles y Temo apreciaban el paisaje que recorrían. El castaño no había sido demasiado claro cuando su novio le preguntó a qué irían a Bacalar y tampoco pensaba serlo hasta que llegaran al lugar indicado. Lo que sí le dijo es que se había esmerado mucho en elegir el lugar en el que iban a hospedarse, para poder hacer muchas cosas y sobre todo, porque después de esa parada el viaje estaría prácticamente por concluir.

"Por nosotros" || AristemoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora