"Por nosotros" || Aristemo

40. Visitas inesperadas

Ayer fue un día controversial con el capítulo que les subí, y tal vez hoy corramos con la misma suerte. Gracias por participar, por opinar sin miedo ni pena. Eso me motiva más aún :) Los quiero. Resistan solo un poco más.

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"Tú necesitas a alguien perfecto... y ese no soy yo"

Cuauhtémoc López, después de comer un helado y terminar sus deberes con aquel chico que aspiraba a ser su amigo, decidió que, al final, Aristóteles se había esforzado mucho para que él no se molestara. Recordó que, cuando entró a casa, los platos con los que el rizado había preparado el desayuno aún se encontraban sucios; se le hizo un buen detalle el lavarlos.

— Se ve que tu novio y tú son muy unidos, Cuauhtémoc — El chico de la coleta se levantó de la cama, mientras guardaba su cuaderno en una pequeña mochila que cargaba a cuestas.

— Creo que hice algo muy bueno para que Aristóteles se enamore de mí — El chico se sonrojó, pues era la primera vez que hablaba con alguien del instituto acerca de su relación con su novio.

— ¿Cuánto llevan? — Fernando ya había terminado de recoger sus cosas y se dirigía hacia la puerta.

— Acabamos de cumplir dos años, y la verdad es que estoy muy seguro de que me gustaría que fuera mi compañero de vida. Ayer... tuvimos una pequeña diferencia, pero ahora me siento más calmado y cuando venga voy a hacerle algo rico de cenar y a consentirlo mucho.

— Para mí, suena a que ambos tienen suerte de tenerse. — Fernando dedicó a Temo una sonrisa que inspiró confianza al castaño.

— Te acompaño a la pue... ¡Ouch! — Temo estuvo a punto de caerse, al pisar una botella de desodorante de Aristóteles que se había caído junto a la cama.

— ¡Cuauhtémoc! — Fernando se abalanzó para recibir al chico. Aunque no se cayó, al parecer se había torcido el pie.

Temo intentó hacerse el fuerte y decir que no le había pasado nada,aunque el dolor en su rostro cada vez que daba un paso decía algo diferente. Se sentó en la cama, mientras le indicaba a Fernando que saliera y lo dejara en cama; que cuando Aristóteles llegara le pediría que lo acompañara a consultar.

— De ninguna manera. Los amigos se apoyan, así que si gustas, podemos avisarle a tu novio lo que pasó y yo te acompaño al doctor. Creo que va a entenderlo.

— No, estoy... ¡Bieeeeen!.... Temo había intentado hacer fuerza, solo para darse cuenta de que no podía caminar.

Fernando ayudó al chico a acostarse completamente en la cama, mientras se ofrecía a intentar ayudarlo.

— Puedo darte un pequeño masaje descontracturante. No va a quitarte por completo el dolor, pero creo que con suerte podemos reacomodar tus huesitos.

— ¡Lo que sea, por favor! ¡Estoy a una de pedirte que me cortes la pierna! — La voz de Temo sonaba desesperada.

Aunque el castaño oyó por un breve instante que la puerta principal se abría, estaba demasiado inmerso en el dolor que lo carcomía que no se preguntó quién podría ser. En el mejor de los casos, sería Aristóteles y él lo ayudaría a buscar una consulta profesional y no a un estudiante de chef que las hiciera de "huesero".

Lo que sacó al chico de sus pensamientos fue el brusco abrirse de la puerta de la recámara, mostrando a un Aristóteles con el rostro descompuesto que, extrañado, no podía sino ver la imagen que estaba frente a él.

— A – ari... El es Fernando... es un amigo.

Aristótlees examinó al chico que acompañaba a su novio y sintió que era demasiado atractivo para ser un simple amigo. A diferencia de Diego Orejas de Duende Ortega, que era más simpatía que otra cosas con Temo, el chico que tenía frente a él sí se sentía como una amenaza.