¿Lloriquear es razonable? Incluso cuando su corazón siente una pesadez poco común.
"Entonces demuéstralo". ¿Cómo podía existir alguien que retara de tal manera a un pobre ser humano? TaeHyung se hace constantemente en voz alta esas preguntas, mientras su cabeza formula cientos más. Sus ojos cansados miran el techo de la habitación; sus manos juegan inconformes en el borde de su cadera, como intentando hallar algo en lo cual distraerse y poner su mente en la dirección correcta para lidiar con los cuestionamientos de JungKook. Llegó a su casa minutos antes, y, sin saludar a nadie, corrió a su cuarto para soltar todo lo que no pudo soltar enfrente del pelinegro.
— ¡Ah! —exclama bajo, antes de ponerse las manos sobre la frente—. ¿Por qué es tan difícil salir con él?
Querer es una palabra ligeramente fuerte. TaeHyung lo tiene en cuenta. Sabe que esa palabra es demasiado; sin embargo, por más que lo deseara, no existe en ese momento una palabra que pudiera describir con exactitud lo que siente por el pelinegro. Quiere decir que a veces la costumbre es un poco fuerte, y hay cosas que suelen adherirse a uno por más que desees estar alejado. Por ejemplo, salir con JungKook es muy difícil, y de vez en cuando quería darse por vencido, tirar la toalla y salir con rapidez del lugar. No podía. Más bien, algo en su interior lo incitaba a seguir luchando y perseverar.
"¿Cómo te puede gustar alguien que no conoces?". TaeHyung piensa en esa pregunta, en esa cuestión que lo mantuvo callado. ¿Es cierto? Si es así, ¿es posible? El querer a alguien sin siquiera conocerle, el esforzarse de más aunque te alejen. Quizá es que creía conocerlo y no lo hacía, tal vez porque JungKook da mucho que pensar en una sola mirada, y eso basta para pretender conocerlo. TaeHyung tiene una extraña idea de él, por las cosas pequeñas que veía. Es que no se tomó el tiempo de averiguar la verdad, porque estaba apresurado y necesitado, y anhelaba poder avanzar con agilidad, a diferencia de muchos o al igual que todos.
— ¿Qué te gusta de JungKook? —se pregunta a sí mismo en voz alta.
Recuerda, mientras cierra los ojos, la cara del pelinegro. Aquellos ojos negros, aquel cabello azabache que caía por el borde de sus cejas; los labios. Su diferencia en estaturas, al grado de tener que alzar la vista para que sus ojos se conectaran por segundos. O que él tuviera que abrir sus piernas a los lados, inclinándose, para mirarlo fijamente a los ojos cuando estaba a punto de aseverar algo que lo dejaba en un estado de confusión.
— Oh, no, no, no, no, no, no. Jamás creí que esto pudiera pasar fuera de las novelas. ¡Estoy loco!
En ese momento... ¿Qué fue...? ¿Qué fue lo que hizo que sus ojos se dirigieran a él? Confusión y duda es poco, simplemente TaeHyung tiene la mente en todos lados, intentando encontrar una razón creíble para no volverse loco. Es decir, siempre supo de la existencia del menor, desde que estaban entre clases, o la primera vez que una parvada de chicas se acercó a él para proponerle salir en grupo. JungKook, desde el primer momento, fue objeto de insistencia, de atracción y confesiones. Es un poco difícil entender por qué le gusta, al igual que a los demás.
Aunque... No es tan difícil de saber. ¿O quizá sí? Es incierto. ¿Tantas preguntas son necesarias? Se ha vuelto a recostar en la cama, con la vista fija ahora en la ventana. Observa las hojas de la entrada del verano: tan castañas, quemadas, café puro. El ambiente caluroso, todo a su alrededor.
— ¿Qué me gusta de ti?
Tiene la manía de hablar con él cuando nadie lo escucha, al menos en su imaginación eso podía pasar. La mayoría del tiempo, claramente, nunca contesta. No es la excepción. Hasta en su propia imaginación es difícil (imposible) conversar con JungKook. El no hallar una respuesta de forma rápida comienza a hacerle sentir mal. ¿Acaso no hay nada más que ver en ese chico? ¿Algo más que su físico, que su habilidad deportiva, o que sus calificaciones? ¿Es tan hueco como todos los demás que salían con él? Así, como dijo JungKook.
— Me gusta de ti... —dice TaeHyung en voz baja, cerrando los ojos.
La imagen de JungKook aparece una vez más en su cabeza. Antes de que fueran novios, ¿qué notó en él? Con los ojos cerrados, TaeHyung sonríe. De forma muy perezosa por cierto. Supo entonces que se estaba condenando a sí mismo.
— Por más frío que parezca... Todos los días saludas a la señora Min, aunque en realidad todos la ignoran. Parece que notas que eso la hace feliz. También saludas al guardia de la entrada —vuelve a hablar. Resulta ser raro.
Cualquiera pensaría: Demonios, qué loco; ¿con quién habla? Pero es más fácil decirlo así. Imaginando que JungKook le está escuchando con aquellos ojos que juzgan, serio y frío; es fácil hablar con JungKook si piensa que le presta su total atención.
— Me agrada que te tomes todo en serio.
Lo dice sin pensar (según él, porque en realidad lo está haciendo). Así que, cuando abre los ojos, se encuentra con la pared. Quedándose un momento callado. Le parece una tontería eso que dice, pues no es fan de las personas planas y serias como JungKook. Pero encuentra divertido que, al menos, cada vez que le contaba algo el chico lo miraba con una expresión neutra, sin saber en concreto el interés que le ponía. Como si cualquier cosa, por más tonta e inusual que fuese, requiriera una seriedad inmutable.
— Antes de conocerte, me gustaba que fueses difícil de tratar. Haces que tenga curiosidad en ti —dice. Sus ojos apegados a la pared, como si esa misma fuera el chico—. Ahora no estoy tan seguro, pero me interesas.
¿Te gusta todo de lo que te quejas? De su seriedad, su manera tan retraída de ser y que pocas veces respondiese con sinceridad. TaeHyung vuelve a abrir los ojos y suspira. Pone ambas manos por detrás de su cabeza, apoyando su cabello, dejándolo caer. Suspira fuertemente justo antes de pasear sus ojos por toda la habitación. Quiere saber qué pasa, el sentimiento en su corazón se extiende por todo su cuerpo. Tiene ganas de vomitar, siente su cuerpo extremadamente cansado y, muy dentro suyo, algo en él quiere llorar.
¿Por qué? Quién sabe. Es la impotencia de no saber qué hacer, o cómo actuar. No tiene parámetros para rendirse y no sabe cómo seguir adelante con sus movimientos conquistadores.
— Y ahora que somos novios... me gusta que me esperes antes de ir a casa, que en los pasillos me revuelvas el cabello aunque te he dicho que lo odio —su voz suena entre animada y triste.
Una punzada en el estómago le hace llevar ambas manos hasta el lugar y se retuerce. Odia el sentimiento de estar tratando miles de insectos en su vientre. Queriendo hacerlos salir, de golpe en golpe. Mueve los brazos en lo alto y grita algo irritado.
— ¡Soy tan masoquista! —exclama, jalando sus cabellos con mucha exasperación.
Sí. Es un masoquista. Un tonto masoquista, que encuentra cosas especiales en actitudes que no a muchos le gustan. Aceptando por quién es a una persona que, desde el principio, ni siquiera conocía bien. No es el tipo de persona que le gustaría; JungKook no está ni cerca del tipo ideal. Pero no puede evitar mirarle cada vez que está cerca. Quiere saber más, y más, y más. Quiere saber si estaba completo o destrozado. Qué hay detrás de sus actitudes.
Le gusta pensar que JungKook disfrutaba esa relación engañosa al menos por momentos diminutos.
— Algo me dice que esto va a salir mal. —Quiere mentir pero resulta imposible hacerlo. Las cosas de ese tipo siempre salían mal.
¿Por qué de todos, ese pelinegro? ¿Acaso hay algún tipo de fuerza que lo atraiga? Tantas preguntas sin respuestas. Aunque, si de algo está seguro...
"¿Crees que puedes llegar a gustarme?"
Cubre su rostro con la almohada más cercana y grita en lo bajo antes de sentir sus ojos picar. Llevándola al borde de su barbilla, presionando el objeto blanco contra su pecho, suelta un suspiro puro.
— Creo que sí, JungKook. Creo que puedo llegar a gustarte.
Si de algo está seguro es que, quien no arriesga... no gana.
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Love Ends | kookv
FanfictionKim TaeHyung le pide a Jeon JungKook que sea su novio. Aunque el pelinegro está catalogado como la peor pareja del Instituto, decide no rendirse. Lo que caracteriza al pelinegro es aquel desinterés y la seriedad desbordante que te hace querer...