» Capítulo XXIV

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Los pasos de TaeHyung caen al suelo rápidamente a pesar de tener una idea muy vaga de su dirección. No se preocupa por empujar a las personas, o porque el regalo en su mochila se agitara, algo poco común en él, pues odia ir distraído mientras va por la calle. Solamente tiene la necesidad de llegar lo más pronto con el pelinegro. Tiene que preguntarle la situación, pedirle explicaciones; pero tampoco tiene mucha idea de cómo iniciar el tópico e introducir sus palabras llenas de dudas, cuestionamientos e ilusiones. ¿Debería decirle lo que Eunha le ha dicho? ¿Preguntarle si todo fue un juego? ¿Hablar sobre sus actitudes extrañas? ¿Decirle directamente que se harta de sus palabras porque son hirientes?

     En primer lugar, ¿debía de ir a decirle algo? ¿Debía de dirigirle la palabra?

     Cuando está a pocos pasos del departamento pequeño de Jeon JungKook, se detiene. Su cabeza da vueltas una vez más, antes de poder pensar correctamente lo que está haciendo: cae en cuenta de que la poca cordura que tenía se desvaneció. Quisiera o no, su corazón realmente desea gustarle a JungKook. Fuera o no fuera cierto, su cabeza se apresura a darle las razones suficientes para irse. Repite todas las palabras de desinterés, el momento en el que le dejó en claro que no existía interés alguno, no quiere comportarse como un inútil sin principios... Después está su corazón, ese corazón fuerte que lo arrastra al lado del tipo, diciéndole que a veces es muy difícil conseguir lo que desea.

     Da tres pasos, avanzando lo suficiente para estar en la puerta. ¿Qué haría? ¿Debería gritar todo lo que sentía en cuanto la puerta se abriera? Le parece buena idea, y, seguido de tocar varias veces con su puño en la fría madera, esta suelta un rechinido fuerte, haciendo que sus ojos cayeran en el pomo y cómo este se mueve. En ese instante, TaeHyung cierra los ojos y saca todo lo retenido en su boca.

     — ¡De verdad debes dejar de hacer eso, JungKook! —exclama con los ojos cerrados y los puños en sus costados—. No puedes hacer eso de rechazar a alguien y decirles que te gus...

     — ¡Espera, espera! —La voz de una chica hace que se detenga. Tae abre los ojos y se encuentra con una pelinegra de cabellos largos—. Luego discuten eso, pasa ahora. Creí que nadie iba a llegar.

     Sin preguntar o algo parecido, la chica toma de los hombros a TaeHyung, metiéndole al departamento. Anonadado por la presencia ajena en aquel espacio, TaeHyung observa todo por algunos segundos: las decoraciones en las paredes, el pastel en la mesa, los tres regalos encima de la sala de estar, los globos. A HoSeok, un chico alto de labios gruesos y otro más que parece ser Yugyeom. Por último, a JungKook sentado en la cabeza de la mesa con un gorro infantil de cumpleaños.

     Todos observan a JungKook por un instante y luego a TaeHyung. La incomodidad es notoria en aquel momento. Al parecer, también ellos saben que algo sucedía entre esos dos complicados chiquillos.

     — Siéntate, vamos a cantarle el feliz cumpleaños.

     Bae JooHyun, quien siempre prefirió ser llamada por "Irene" y prima de JungKook, le pone un gorro encima a TaeHyung; ella también se pone el suyo, como en una fiesta infantil de preescolar. La situación es bizarra, extraña, un tanto penosa, pero no puede moverse sintiendo aquella aura de jefa que emite la pelinegra, a pesar de sonreír como una madre orgullosa.

     — No quiero que me canten fel...

     — No me importa, JungKook. Vamos a hacerlo te guste o no, así que cambia esa cara porque, si no, no te voy a dar pastel.

     TaeHyung alterna la mirada entre ambos pelinegros, encontrando similitudes, suponiendo a su vez que pertenecen a la misma familia. La cara de odio de JungKook, la risa del chico alto con labios gruesos, Yugyeom suspirando fuerte y HoSeok con una sonrisa de "sálvenme" son la cúspide de una situación aberrante. Cuando Irene cuenta "uno, dos, tres" en voz alta, todos comienzan a cantar bajito y con pocos ánimos. Los ojos de JungKook observan fijamente la vela en su pastel —de chocolate— añorando los tiempos en que solía gustarle aquello.

Love Ends | kookv Donde viven las historias. Descúbrelo ahora