» Capítulo IX

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Las costumbres, día a día, producen un sentimiento de satisfacción en las personas. A veces estas mismas costumbres se encargan de definir la manera en la que las personas te observan. Incluso más cuando comienzas a hacerte presente en el día a día de alguien. Por esta razón, y complementando su compleja manera de ser, JungKook comienza a odiar que acompañar a TaeHyung a su casa se estuviera haciendo una rutina agradable.

     — ¿Te fue bien hoy? Dijiste que tenías mucha tarea, además recuerdo también que tu papá iba a llegar. ¿Sí llegó? —Las preguntas de TaeHyung son algo espontáneas.

     JungKook suele recibirlas constantemente. En cuanto salen de la escuela, el mayor simplemente ama hacerlas. Aquel día, el cabello de TaeHyung va acomodado como de costumbre, pero JungKook lo lleva de lado; carga en el hombro su característica mochila color negra, a la vez que a su lado (ya no justo por detrás) camina un TaeHyung algo risueño. Los cambios son notorios, principalmente en el castaño.

     Es obvio que TaeHyung, desde el día en el que Jeon enfermó, cobró algo de seguridad y confianza al estar a su lado. Lo notó completamente al día siguiente, cuando con una mano alzada, entrando corriendo por las puertas de la escuela, TaeHyung exclamó fuerte y claro: ¡Hola JungKook!

    — Papá no llegó ayer. Llamó para decirme que... —Las palabras de JungKook se detienen en el aire.
     
     ¿Por qué tiene que darle explicaciones a TaeHyung? Un día que se llevaran bien no va a alterar los demás. JungKook recuerda que, en su vida, al igual que los demás, TaeHyung es una relación sin importancia, pasajera. Así como con todas las personas con lasque ha estado, el castaño se siente con la libertad de actuar con confianza cuando, sin saberlo, JungKook se comportó de forma vulnerable. En cuanto TaeHyung se hartara de la incómoda relación (que parece más de ami-enemigos quede novios), terminarían y todo regresaría a la normalidad. No es una opción cobrarle importancia, volverse amigos y contarse cada cosa de su día con fervor, tristeza o interés.

    — Pero no importa realmente —El tono de JungKook vuelve a ser gélido, algo confuso, pero bastante seguro como para bajarle el ánimo a TaeHyung—. Son mis cosas.

     — ¿Eh?

     El corazón de TaeHyung se siente desanimado. Otra vez tiene enfrente un muro sólido de titanio, impenetrable y completamente frío al tacto. ¿Por qué regresó el tono desinteresado que hace que todo fuera incómodo? Se detiene un momento en su lugar, preguntándose si ha hecho algo que afectara la fina distancia en privacidad que aún tienen, viendo a su vez cómo JungKook sigue caminando el ya conocido sendero hasta su casa. Así pues, el mayor se hace diez mil preguntas, intentando saber: ¿qué he hecho mal?

     Toma el paso acelerado, rebasando así a JungKook para poder quedar justo frente de él. El pelinegro al ver al chico se detiene de inmediato y alza una ceja.

     — ¿Qué crees que haces, TaeHyung?

     En otras circunstancias, Tae estaría emocionado porque JungKook no suele llamarlo por su nombre. Sin embargo, en ese momento sabe que solo significa: "me estoy tomando las cosas en serio al llamarte por tu nombre".

    Las manos del mayor se hacen puños a sus costados, mirando con algo de temor la fría expresión que Jeon JungKook mantiene. No hay ningún movimiento de su parte, los ojos fijos sin interés alguno. Una sensación extraña le recorre la piel, corrompiendo cualquier tranquilidad y confianza adquirida. Con ojos confusos, sumidos en interés puro, abre la boca para hablar.

     — ¿Por qué de nuevo usas ese tono tan desinteresado conmigo?

     Esperaba ver algo, una reacción, una mueca, un movimiento. Nada pasa. La mirada de JungKook no cambia.

     — ¿Qué tono? ¿El de siempre? —cuestiona JungKook. Se cruza de brazos, inclinado, recargado sobre su pierna—. ¿Qué pensabas? Las cosas no funcionan así.

     Los hombros del castaño decaen, dejando ver su estado de ánimo. Claramente es un golpe fuerte el creer que estás avanzando y, de pronto, estando tan cerca de tu meta, retroceder.

     — No... —Su voz decae, como desalmado—. Pero... ¡pero pensé que podíamos hablar un poco más!

     — Pff... —JungKook suelta un sonido exasperado—. ¿No te dije que disfrutaras el momento? Todo vuelve a la normalidad.

     Rodea al castaño, sintiendo algo retorcerse, pero no le presta atención. De alguna manera, el sentimiento es incómodo, mas no lo suficiente como para detenerse a pensar qué es. JungKook no quiere estar en ese punto de quiebre que lo haría parar en su lugar, darse la vuelta y pedir una disculpa por su tono; porque, como dije, sería el punto quiebre que rompería cada aspecto de aquel muro de titanio. TaeHyung se queda ahí un instante, viendo el piso con los aires bajos, con un aura más pobre que cualquiera otra que alguien haya visto.

     Los ánimos se fueron directo al suelo. Pisoteados, sintiéndose como un tonto que quiere, pero no puede, entender a la persona que le gusta. Y le gusta lo suficiente como para seguir luchando... Pero es cansador saber que las cosas no salen como lo piensas, que es tan difícil descifrar a un chico que habla ocasionalmente. No sabe describir las actitudes porque de repente son buenas y de repente no. Describir a JungKook se ha vuelto más difícil; mientras más intenta saber qué demonios sucede, más tiende a confundirse.

     — ¿Te vas a quedar ahí? —La pregunta de JungKook retumba en sus oídos—. ¿O regresas conmigo a casa?

     TaeHyung no tiene ganas de verlo, y no es que estuviera del todo herido. Es que simplemente busca entre su corazón y su cabeza una razón que sea lo suficientemente fuerte como para seguir con eso, como para no rendirse. Quiere vencer sus expectativas y comenzar a actuar según lo que sea más probable a que suceda. No actuar por sueños, actuar por la realidad.

     — Puedes irte. Estaré un rato más aquí.

     — ¿Ya quieres terminar conmigo? —vuelve a cuestionar el chico desde su lugar.

     El ambiente cobra un tono intenso, donde el sonido de los autos llega a hacer que sus oídos se hundan en un sentimiento incómodo. TaeHyung voltea hacia JungKook por primera vez.

     — No te daré el gusto. Solo vete y nos veremos mañana.

     JungKook abre la boca para decir algo, pero al ver los ojos rojos de TaeHyung la cierra de inmediato, ahogando un comentario que sería solo un detonante más para dejar en claro que todo termina como empieza. Y la relación de ellos comenzó muy mal.

      — Como sea, Poochie. —Se da media vuelta para poder irse—. Nos vemos mañana.

     Cuando JungKook comienza a caminar, de nuevo ese sentimiento lo invade. Se hace una idea, pero la desecha. Una, otra, otra y otra vez. Lo ha llamado lástima, es una pena que esa lástima sea momentánea. Muy en el fondo quiere engañarse, porque la preocupación que antes era nula comienza a crecer. Su ego no le permite detenerse y ese muro que tanto presume se vuelve una simple barda de no más de dos metros. Probablemente, el día de mañana, y hasta quizá un poco más tarde, terminaría riéndose de sí mismo. ¿Cómo era aquello posible? Quién sabe. Sin pensar mucho en eso, JungKook sale del lugar, dejando nada de rastro.

     Al darse cuenta de que JungKook está lo suficientemente lejos, y que casi no lo distingue, los ojos de TaeHyung se inundan en un mar salado de lágrimas repletas de rabia. Nunca ha sentido tanta impotencia, pues incluso reconociendo el esfuerzo tan arduo que ha hecho, y animándolo con: "todo esfuerzo tiene su recompensa", Jeon JungKook no lo deja entrar a su mundo.

Love Ends | kookv Donde viven las historias. Descúbrelo ahora