La primera vez que JungKook notó la presencia de TaeHyung, fue el día de la propuesta. Recuerda haber observado por medio minuto aquel cabello castaño, los orbes cafés y la gota de sudor que pasaba por su frente, debido a su apresurada acción, en el instante en el que se postró delante suyo, intentando llamar su atención. Aquel día fue desastroso: sin saberlo estaba aceptando algo que su cabeza no sería capaz de soportar.
Después de esos días, decir que TaeHyung era fácil de tratar no es una opción, y tampoco lo es admitir que es alguien a quien le gustaría conocer. El chico es frágil, mediocre, animado, feliz, risueño; demasiadas las características para describir un rayo de sol molesto que quema sobre tu piel. Lo saca de quicio. Siempre con una sonrisa plantada, y por más que lo alejara, lo ahuyentara, le dijera que no lo quería a su lado e hiciera todo lo malditamente posible por mantenerlo alejado, el chico parecía una hormiga que regresa con diez veces más ayuda por la pequeña migaja que reposa en la mesa después de comer pan.
¿La opinión de TaeHyung, por parte de JungKook? Probablemente, la persona más tediosa que haya conocido. Pero tiene que admitir que de vez cuando no es tan molesto estar a su lado, porque entiende que la distancia es necesaria. Ese podría ser un punto a favor, que, de todas maneras, no es suficiente.
— JungKook. —La mano de TaeHyung cae delicadamente sobre la puerta del chico que está durmiendo en su recámara. Toca unas cuantas veces antes de tomar entre sus manos el pomo, sin girarlo—. JungKook, vas a comer. Después me iré de aquí.
Tedioso, insistente, sonriente, amable, demasiado amable. Emocionado por todo. Una combinación de distintos tipos de sentimientos y adjetivos que son confusos entre sí. JungKook jamás conoció a alguien repleto de brillo y perseverancia. Es extraño tener a alguien así tan cerca suyo, mucho más extraño convivir con él y no odiar su cercanía. Y no es que TaeHyung no lo interesara del todo, es que aceptar que aguanta a alguien como él, es sucumbir ante sus propios ideales.
— ¿Tengo otra opción? —pregunta el pelinegro, mirando la puerta desde la comodidad de su cama.
— No, realmente no. Tienes que comer la sopa —dice el chico del otro lado de la puerta.
Kim TaeHyung le recuerda, de cierta manera, a su madre. Quizá por eso es un poco más difícil rechazarlo. La personalidad radiante es una copia casi exacta de aquella mujer tan cariñosa y especial; ese pensamiento simplemente lo hace detenerse cuando quería que se fuera.
JungKook se pone de pie, sin esperanzas de que la dichosa sopa tuviese buen sabor. La comería porque no quiere que el chico colocara aquellos ojos tan molestos que suele poner cuando algo no sale como lo quería, cuando sus expectativas no superan la realidad. Se lo imagina: aquellos ojos grandes, tornándose en nubes de lluvia, las hebras castañas cayendo como si fueran lejanas lianas, y sus manos jugando entre ellas.
Cuando el menor abre la puerta, nota que se hace ligeramente tarde debido a la luz tenue que entra por las persianas. Probablemente hayan pasado unas dos o tres horas desde que llegaron. Abre los ojos por un segundo, con la impresión cayendo por su rostro, ya que el tiempo durmiendo se pasó volando. La casa, como propusieron en un principio, está totalmente limpia. Es claro porque el piso brilla, sus zapatos están acomodados en la entrada, el cuadro de su madre está limpio y la casa huele a un extraño extracto de lavanda que ni siquiera sabía que tenía.
Sus ojos giran en su entorno y... Un momento.
— ¡¿Qué demonios haces con eso puesto?! —La voz de Jeon sale sorprendida y estupefacta. No llega a gritar, pero su tono es bastante gracioso.
TaeHyung, por otro lado, mira hacia abajo, examinando su cuerpo a la vez que sus cejas caen en un arco curvado hacia abajo y sus labios forman una línea fina. Entonces alza la vista hasta el pelinegro, mirándolo con confusión.
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Love Ends | kookv
FanfictionKim TaeHyung le pide a Jeon JungKook que sea su novio. Aunque el pelinegro está catalogado como la peor pareja del Instituto, decide no rendirse. Lo que caracteriza al pelinegro es aquel desinterés y la seriedad desbordante que te hace querer...