Aaron se baja del auto luego de despedirse de mi con un gesto confuso. Nunca lo vi dudar, mucho menos siendo indeciso. Pero ahí estaba, titubeando entre qué decir antes de bajar del asiento de mi auto. Lo único que fui capaz de hacer es asentir con un pobre movimiento de cabeza cuando agradeció que lo trajera. Observé, cual idiota, como bajaba. Su andar despreocupado y su cabello crecido en la parte trasera de la nuca. Tuve que correr la vista, fija en el camino, y seguir andando con el auto antes de que me descubriera.
Y justo en el momento en el que decidí por hacerlo, en el instante en el que el motor aumenta su sonido listo para el arranque, escucho cómo gritan mi nombre a unos metros de mi. De no ser por la ventana a medio abrir, no habría escuchado siquiera. La puerta de su casa está abierta, y la luz que proviene de ésta ilumina el oscuro pasaje de su entrada. Aaron se aproxima a la puerta y asoma su cabeza en el ventanal del auto, con la respiración agitada para que lo escuchara y así no frenara. Lo miro intrigada.
—¿Te has olvidado de algo? —pregunto, mirándolo divertida mientras éste apenas abre su boca, inmutándose unos segundos luego hasta reincorporarse.
—¿Quieres que salgamos? —no duda, y mis ojos, abiertos y estupefactos, son lo que lo hace continuar antes de que dijera algo que no estaba en mis planes—. Solo será una salida. Nada comprometedor, nada de citas. Solo una salida, ¿qué dices?
—Bien.
Parece sorprendido, porque ahora es él quien abre sus ojos un poco más.
—¿Bien?
—¿No era eso lo que esperabas que dijera?
—Sí, pero no tan rápido. Pensé que tendría que persuadirte de alguna manera para que terminaras aceptando —dice sonriente, y burlándose apenas. Sin rechistar, le abro la puerta del auto y sube sin más. Es cuando se acomoda cuando decido preguntar.
—Conque persuadirme, ¿eh?
Automáticamente, su sonrisa funde el ambiente en uno cálido. Me pondría a pensar si había sido sabio de mi aceptar con tanta facilidad, ¿pero por qué diablos debería pensar en lo sabio que sería o no, cuando todo mi cuerpo grita sin poder ser capaz de resistirse? Había veces que pensaba el por qué de las vueltas a un tema que traía el mismo resultado, una y otra vez. Por más que pudiera resistirme, alargarlo, o simplemente hacer esperar a la respuesta de esa decisión, tendría consecuencias que se pagarían con el incremento de la duda y el dolor.
Luego de lo que me había demostrado hoy, no valdría la pena rechistar ante su propuesta. Lo tenía merecido, y es algo que yo quería también. Quería estar con él, aún al margen, pero estando con él al fin y al cabo. Hoy, por primera vez, las dudas dejaron de estar pegadas a mi. Si bien tenía cosas que confirmar y ver, tenía la certeza de que estar a su lado compartiendo simples momentos es lo que me bastaba.
Él lo había dicho. A su lado, mi cuerpo se torna frágil, mi voz temblorosa, y mis miedos salen a la luz, así como mis sentimientos. No podía encerrarlos siempre. Necesitaba ésto, casi tanto como él, necesitaba pasar un rato, casi como hace un mes atrás, solo para recordar la satisfacción de su cercanía. Solo que ahora, limitada.
Pero quizá eso es justo lo que yo necesitaba también. Estar a su lado, limitándonos de las caricias, y besos, solo para saber cuánto deseaba que ésto funcione o no otra vez.
—¿A dónde vamos? —inquiero, al percatarme de que estoy al volante sin saber a dónde ir.
—Maneja hasta la avenida. Te diré cuándo doblar.
—¿Te diré cuándo doblar? —repito preguntándole, de manera incrédula—. ¿Por qué tienes esa manía de no querer decirme a dónde vamos? ¡Siempre haces lo mismo!
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NUESTROS LEMAS #2
Teen FictionLuego de las complacientes pero caóticas vacaciones entre los Jones y Bell, la vida en la ciudad vuelve a comenzar. ¿El amor entre Audrey y Aaron ha muerto, o es que a veces las cosas que uno piensa imperdonables no resultan serlo del todo? La boda...