El resto de la semana no vuelvo a hablar con él. No tengo noticias suyas, y no se esforzó en dejarme las cosas clara. Aquel día en el que decidimos salir luego de establecer una tregua entre nosotros, fue casi como si se hubiera extinto. Como si ninguno hubiera estado allí.Aquella explicación torpe que quiso darme por teléfono fue su único pobre intento de hacerlo. No volvió a llamarme, ni a escribirme. Yo mucho menos a él. Aquel tema me superaba, y si él seguía sin ser capaz de plantarse frente a lo que realmente debía dejar atrás, no podía hacer nada por ello. Pero lo cierto es que me confundía. Sonaba tan sincero al decirme que quería volver a tenerme, que quería recuperarme a mi, y no a la mierda en la que estaba metido.
Tan recto, tan honesto.
Todo se desmoronó después de aquel día, y esa sinceridad se echó por la borda. Igual que en nuestra ruptura hace ya más de un mes. Sin embargo, lo quería. Sabía que lo hacía, por más que quisiera impedirlo. No podía negar algo que era demasiado notable, demasiado real.
Pero la realidad apesta.
Como los sentimientos, y las emociones que ellos conllevan.
—¡Audrey! ¿Puedes prestarme atención? —pregunta repentinamente mi amiga, recordándome que estoy en su casa tirada en el sillón y con la vista perdida en la nada misma—. Hasta que me miras. Chad ya terminó la pasta, ¿o piensas quedarte en tu mundo pensante el resto de la noche?
—Ya quisieras. Solo para robarme mi porción —contesto levantándome.
—Maldita mujer —musita por lo bajo, pero lo suficiente como para que la escuche—. Me conoces. Así como yo a ti, ¡así que no te pongas todo el queso o comeré de tu plato!
Su comentario provoca que me ría, y ambas entramos en el comedor observando cómo Chad llega con la olla repleta de fideos y la salsa puesta en otra, ya en la mesa, hecha por mi hace unos minutos. Nos habíamos juntado el último día de fin de semana porque terminaríamos separados el resto de semana, como lo usual al estar tan lejos las universidades. Antes de las fechas de exámenes debíamos aprovechar de sacar provecho de nuestro tiempo libre, así que aquí estabamos, cocinando, riendo, y pasando el rato bromeando entre los tres.
No hace mucho habíamos salido a comprar una buena cantidad de snacks para continuar con nuestra maratón de películas. No había demasiadas opciones cuando el día era domingo, y llovía torrencialmente. En otra instancia podríamos haber salido a algún bar, pero no era el día ideal para ello. Lo dejaríamos para otro, quizá. Mientras tanto nos conformábamos con una tanda de comida abundante y suficiente para cada uno de los presentes, y de los chistes que hacíamos para que el clima nebuloso y fresco no nos pegue su aura.
—Tengo algo para decirles —comenta Chad moviendo sus cejas con diversión.
—Suena serio —afirmo masticando.
—He vuelto a salir con Ellen —empieza, y mi boca cae al piso.
—¿¡Qué has hecho qué!? —pregunta mi mejor amiga sin intención de pasar desapercibida sus emociones—. La misma Ellen que te jodió, y que si no recuerdo mal, ¿te puso los cuernos?
Chad casi se atraganta, y observo a mi amiga para que se calle.
¡Claro, es lo que menos hace!
—¿Qué me miras así, Aud? ¡Se supone que tú eres la directa aquí!
—Pero respetuosa también —contesta de antemano mi amigo, quien la mira todavía impasible, esforzándose para no soltar algo que la herirá. Lo conozco, y sé que no lo desea, pero la referencia tan dura de Stace casi lo impulsa—. No estoy pidiéndoles permiso. Sé que la ha cagado, y que la odié por lo que hizo..
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NUESTROS LEMAS #2
Teen FictionLuego de las complacientes pero caóticas vacaciones entre los Jones y Bell, la vida en la ciudad vuelve a comenzar. ¿El amor entre Audrey y Aaron ha muerto, o es que a veces las cosas que uno piensa imperdonables no resultan serlo del todo? La boda...