Stace nos había propuesto visitarla el fin de semana. En su universidad harían una fiesta previa a las semanas de exámenes, para que la concentración de los alumnos no colapse. Al menos, esa fue la excusa que habían dicho al organizarla. No pude evitar reírme al oírla, e incluso ella lo dijo entre risas por lo ridícula que sonaba. Pero en parte resultaba ser cierta.
Los últimos días habían sido agotadores. La rutina semanal universitaria, junto a las tareas que aguardaban por mi en la oficina, eran suficientes para entretenerme. Pero al llegar a casa, luego de día largo, y con el cerebro al máximo, debía seguir estudiando si quería aprobar los próximos exámenes. Por lo que, en su mayoría, mi semana resultó estresante. En mis escasos ratos libres, Aaron se encargaba de hacer presencia. Había sido el motivo por el cual no termine desistiendo ante tantos apuntes que aún me esperaban.
Pero hoy, sábado, por fin había llegado.
Chad pasaría por mi para ir hasta lo de Stace, y luego iríamos a la fiesta. Trato de encontrar qué ponerme con rapidez, porque no tardaría en demorarse y se caracterizaba por ser extremadamente puntual. Por lo que, luego de unos minutos, cuando el timbre sonó, bajé completamente lista. No tardé en abrir la puerta y encontrarme con el rostro sonriente de mi amigo, su semblante intacto y espalda arqueada, aguardando por mi salida sobre el marco.
—Eh, hasta que sales —se burla mientras me abraza con afecto, y me quedo unos segundos envuelta entre los brazos de mi mejor amigo, uno con el que he crecido.
—No exageres. Traté de estar lista lo antes posible.
—No voy a mentir —aclara negando, mientras caminamos hacia el auto—, estás mejorando. Si no recuerdo mal, antes tenía que esperar en el living por media hora.
—Stace tardaba también.
—Qué va. Tú, Stace, da igual —afirma riendo.
—¿Tu novia no tarda? —pregunto sin discreción.
Enciende el motor, pero no sin antes voltear a mirarme.
—Si fuera Stace quien preguntara, dudaría en responder, porque no sabría interpretar cuánto interés les produzca o no —comienza diciendo, y me muerdo el labio controlando a mi boca, que aguarda a que él continúe—. Sí, tarda incluso más que tú. A veces hasta tengo que decirle que llegaré antes, para no estar esperándola veinte minutos.
—Con respecto a lo primero, eso es injusto. Ambas dijimos nuestras opiniones. Tú las tuyas. No somos quienes para decidir nada acerca de tu relación. Lo que decidas perdonar o no no nos incumbe más que como amigas que te aconsejan. Si estás bien, pues cuéntanos. Nosotras nos contentaremos, lo sabes —recalco y lo miro cuando pasamos un semáforo en amarillo—. En cuanto a lo segundo, ¡acostúmbrate! Nosotras, las mujeres, no somos tan puntuales como ustedes en lo que respecta a la vestimenta. Hazte la idea.
—Llevo haciéndomelas desde años, pequeña Audrey.
—Lo sé —respondo sonriendo, ante la referencia de nuestra amistad antigua.
El trayecto al campus universitario no es tan largo como esperaba. Estamos a un par de cuadras, con media hora en auto, a punto de entrar, cuando él habla y llama mi atención.
—Lo siento por el comentario anterior —volteo a verlo, pero él sigue manejando con la vista al frente—. Ambas me importan. Sus opiniones también. Por eso es incómodo para mi hablarles de ella, cuando sé que ustedes no lo aceptan del todo.
—¿Qué importa eso, Chad? Sí lo aceptamos. Repito, lo que tú decidas no nos incumbe más que como amigas que te aconsejan y se preocupan por ti. Si dices que estás bien, ¡pues qué importa! Estaremos igual de bien que tú entonces.
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NUESTROS LEMAS #2
Teen FictionLuego de las complacientes pero caóticas vacaciones entre los Jones y Bell, la vida en la ciudad vuelve a comenzar. ¿El amor entre Audrey y Aaron ha muerto, o es que a veces las cosas que uno piensa imperdonables no resultan serlo del todo? La boda...