Capítulo 30

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Ocultos a la distancia, entre la ronda de gente que se había formado ante el llamado por el brindis final, miramos cómo todos se acercaban para chocar de sus copas llenas. Algunos, entorpecidos y apresurados, querían llegar primero hacia el centro en donde estaba mi hermana y Brad. Otros aguardaban su turno, mientras movían entre sus dedos el cristal duro con el champagne frío en él. Difícilmente podía alcanzarlos a tiempo con la montaña de gente que se desplazaba en círculos alrededor de la pareja recién casada.

—¿Estás pensando en lo mismo que yo? —pregunta Aaron a mi lado.

—¿En lo delicioso que huele el lugar por el champagne que tienen todos? —es mi respuesta, con mi mirada todavía puesta en la acumulación de las personas. Al no oír su contestación, me volteo a verlo, encontrándome con su mirada divertida hacia mi—. ¿Qué?

—¿No puedo observarte?

—Podrías, si no lo hicieras como si estuvieras a punto de burlarte de algo.

—Bueno, en realidad..

—No quiero oírlo —me tapo las orejas y él sonríe de forma amplia, dando lugar a lo espaciosa de sus mejillas que ahora delineaban bajo el contorno de sus hoyuelos bien formados.

—Vámonos de aquí —propone repentinamente.

—¿Qué?

Mi respuesta llega en un tono de sorpresa, porque lo rápido que ha sacado el tema a relucir y ante su pregunta claramente concisa e imprevista me deja muda. Parece observar mi reacción, estudiando las facciones que logro y mis labios tiesos y expectantes.

—Necesito estar contigo —continúa, sin dejar de mirarme.

—Lo estás —acepto confundida.

—Necesito estar dentro de ti, Audrey —se explica con determinación, sin tapaduras y de lo más honesto. Abro mis ojos, pero mi boca permanece cerrada, sin nada que decir ante la estupefacción que me provoca—. Estás enloqueciéndome con ese vestido.

—Estás proponiendo una huída por un momento a solas, ¿eh? —intuyo pícara.

—Nena, llevo queriendo estar a solas contigo desde hace demasiado tiempo ya.

No llego a decir nada cuando siento la presión de sus labios pegados a los míos, en un acto claramente oportuno de su parte. Súbito, acapara la totalidad de mi boca transformándola en una sola ante la unión de la suya. Se mueve sin compasión, y me uno en el placer que me brinda sentir la humedad y el temblor que me provoca él mismo con un simple acto, un simple gesto.

—Si sigues besándome así, terminaré desvistiéndome en éste lugar —interrumpo acalorada.

Sus ojos, conformes y asombrados, paran en mi.

—Entonces, vayamos a mi departamento.

—No podemo.. Espera, ¿has dicho tu departamento?

—Mmm, sí. Me mudé hace un par de días —rasca su nuca, y lo miro más que sorprendida.

—¡No me habías contado!

—Tampoco es como si hubiéramos tenido tiempo para conversar solos sobre ello.

—¡Ouch! Brad tampoco me lo mencionó. Ni siquiera Erin —continúo mientras escarbo en mi mente alguna oportunidad en la que hayan querido siquiera intentarlo. Pero nada surge. ¿Desde cuándo lo sabían ellos? ¿O tampoco lo hacían?

—Se lo mencioné a mi hermano. Más bien, le dije que estaba buscando departamento hace un tiempo. No le dije que hace unos días ya había empezado a mudarme —explica, dando a mi teoría como acertada—. Solo lo saben mis padres, que estuvieron ayudándome a trasladar todas las cosas de la casa luego de la firma del contrato. Me instalé el jueves.. ¿Por qué estamos hablando de ésto cuando puedo llevarte a conocerlo en éste mismo instante?

NUESTROS LEMAS #2Where stories live. Discover now