Nuevamente comienzan los días en los que programar una alarma no es suficiente, por lo que debo poner un par más para así lograr despertarme del todo.
Algo adormilada todavía, logro prepararme hasta poder decir que estoy finalmente lista. Camisa lisa, jean azabache oscuro y zapatillas blancas. Me cambié para ir directo a la oficina, presa de los nervios una vez que terminara de cursar en el campus de la universidad. No quería jugar con los tiempos en mi primer día en ambas cosas. Así que, voy preparada para la rutina que me azota en los principios de la mañana.
Bajo para prepararme el desayuno veloz antes de irme, y escucho los pasos de mi madre acercarse. Sé que es ella porque Erin está dormida a esta hora, y mi padre se ha ido hace minutos para el trabajo, ya que entra un poco antes que ella. Estoy con la taza de café en manos cuando levanto la vista para verla asomarse por la entrada de la cocina, entrando y brindando una sonrisa fresca, y de recién levantada. Besa mi cabello y se dirige a la heladera, mientras de camino se acomoda la ropa que trae puesta y lista para irse enseguida.
—¿Estás nerviosa? —me pregunta sin escrúpulos.
¿Lo estoy?
—Mmm. No por ahora —contesto. Porque a decir verdad, no lo estoy ni un poco. La universidad es algo que ya he empezado, y al ser mi segundo año lo hace más llevadero. Pero al salir de allí, seguramente lo estaría. Mierda, de solo pensarlo se me paran los pelos—. Ahora que me haces pensarlo.. ¡logras ponerme nerviosa!
Ella se ríe, negando con la cabeza. Negada ante la acusación.
—Un poco es verdad —digo para que ceda, pero no lo hace—. ¡Ya! Solo que no lo estoy ahora, la universidad no me pone así.. Pero cuando salga para mi primer día de trajo lo estaré.
—Qué va, si te va a ir genial —sigue riéndose mientras mira la hora en su teléfono. Al verla, se percata de algo y me mira un poco alarmada—. Tengo que irme, si sigo hablando llegaré más tarde de lo que ya es.. ¡Suerte, Audrey!
La veo desaparecer en cuestión de milésimos. Su perfume femenino sigue impregnado en el mármol de la cocina, cercano a donde ella ha estado recientemente. Me levanto para dejar la mesa sin nada mío y cargo la mochila que dejé a un costado.
Con más ansiedad que nerviosismo, soy yo la siguiente en salir de la casa mientras me subo al auto y me dirijo al camino que ayer he recorrido, pero que ya tengo familiriazado. Sin embargo, a medida que corren los segundos y los minutos pasan volando, me siento excitada e inquieta.
La vista del estacionamiento del campus es lo primero que me cruzo tiempo después, y estaciono en uno de los pocos lugares que quedan. He venido temprano, dentro de todo, y está casi ocupado. Me digo mentalmente que tendré que seguir llegando en horario.
Me adentro en lo que, a partir de ahora, comienza mi segundo año facultativo.
Edificios gigantes, espacio aéreo libre y grandísimo, rodeado de verde miraras por donde mirases. Eso es Webster, la universidad más grande del centro de mi ciudad. Sin mencionar la multitud que se forma cada vez más, llegando todos justos con los inicios de sus agendas y programas. Agradezco conocer todo esto ya, porque de estar perdida me entrarían los nervios que apenas soy capaz de controlar en este momento.
Justo cuando estoy a punto de asegurarme que el aula en la que estoy a punto de entrar es la correcta, un chico de cabello moreno me frena con algo de timidez en su acto. Por instinto, agarro el celular que casi se me resbala de las manos por el susto.
—Lo siento —es lo primero que me dice, rascándose la nuca—. Mmm, esto es gigante. Y estoy más perdido que la mierda. ¿Sabes si el aula 120 está en este piso?
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NUESTROS LEMAS #2
Novela JuvenilLuego de las complacientes pero caóticas vacaciones entre los Jones y Bell, la vida en la ciudad vuelve a comenzar. ¿El amor entre Audrey y Aaron ha muerto, o es que a veces las cosas que uno piensa imperdonables no resultan serlo del todo? La boda...