Capítulo 46

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Aaron aparece ante mí no mucho después. Vestido con unos joggings holgados, una remera base y las crocs para ahorrar el tiempo de ponerse medias y atarse los cordones de la zapatilla. Hago una mueca conteniendo la gracia que me da verlo de esa forma. Al parecer se ha puesto lo primero que ha encontrado de camino, y se me estruje el pecho al notar una vez más su atención conmigo, no queriendo que espere aquí abajo, aún no habiéndole avisado de mi aparición. Él abre la puerta del edificio, y no le doy tiempo a salir cuando paso por su lado.

Una ola de sensaciones me recorre el cuerpo. Parte de mi quiere abalanzarse sobre él, besarlo, y fundirse en su boca con desesperación. Pero otra, desea dejar a un lado aquellas intenciones para conversar con razonamiento sobre lo que ha pasado exactamente ayer. Él intenta decirme algo, pero no es lo mejor iniciar una charla acerca de ello subiendo al ascensor.

—Dime que no has vuelto sola de lo de Stace tan tarde —me dice, atreviéndose a mirarme. Apenas puedo devolvérsela, porque solo empeorará más y no podré resistirme a sus brazos.

—Descuida —respondo en voz baja—, Nel vino conmigo. 

Asiente, aliviado de oírlo. Sin embargo, sus músculos se endurecen por la tensión y la línea recta de su boca demuestra su esfuerzo por controlarse y no hacer nada que me moleste. Las puertas del ascensor se abren enseguida, y entramos a su departamento segundos después. Pero al hacerlo, me sobresalto cuando Cooper entra en mi campo de visión, y se acerca corriendo a mi, tambaleándome un poco por el repentino asalto del perro de él allí dentro.

—¡Cooper! —grita Aaron para calmarlo—. Lo siento, debí haberte avisado que lo traje aquí.

Sin embargo, el perro no tiene intención de frenarse. Le hago una seña a él de que lo dejara estar, cuando Cooper, alto y riguroso, se pone en dos patas y con las otras dos las levanta para que mis manos las atrapen. Mueve su cola, sacudiéndola de izquierda a derecha sin parar, agitado y contento. Le acaricio el estómago, y sus orejas tiran para atrás. Sonrío cuando me lame la mano, incitando a que siga deslizando mis dedos sobre su pelaje por rato más.

—Al parecer no he sido el único que te he extrañado —escucho decir a Aaron, en voz alta y sin querer que yo pase de largo aquello. Levanto la mirada, encontrándome con la suya, hasta que Cooper se coloca en el medio y sigue aclamando por sus caricias. Me río—. ¿Es que atraes hasta los animales? Maldición, Audrey. Ahora tendré que incluír a Cooper en la lista también.

Me encojo de hombros, con deje de diversión por su tono. Él sonríe en respuesta.

—Bueno, ya basta —dice sacándome a Cooper de encima—. ¿Quieres tomar algo? ¿Comer?

—No tengo hambre. Pero si tienes agua, acepto con gusto —aclaro enseguida, porque vengo sedienta del trayecto desde lo de Stace hacia aquí. Se apresura en ir a la cocina y extenderme un vaso de agua fría, que tomo en dos segundos. Me observa cómico.

—Audrey.. —me nombra, y asiento para que continúe y la conversación por la que he venido comience a darse—. Lo siento por todo, ¿sí? No quería estropear para nada la noche.

—Luca fue quien se te vino encima, no tú —recuerdo, agria por decir su nombre—. Incluso Nel me dijo que cuando me fui, seguiste sin querer irte a los puñetazos. Sé que fue Luca, no tú. Pero no entiendo por qué, Aaron. Una vez.. cuando me buscaste aquel día en la oficina, antes de que me vieras, estabas con la vista fija en alguien en la cuadra. Con el ceño fruncido, de brazos cruzados e intentando quizá reconocerlo desde tan lejos.. ¿Era él, no? 

Me mira, recordando e intentando estar en la misma página que yo.

—Sí —confirma sin dudar—, me pareció conocido. No quise volverme loco recordándolo. Y luego te vi, y dejé de hacer contacto con él. No terminé llegando a ninguna conclusión, pero podía jurar que era alguien a quien conocía de sobra. 

NUESTROS LEMAS #2Where stories live. Discover now